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sábado, 24 de mayo de 2014

D.N.I. (por Francisco García Marquina)


Busco razón de mí en la cartera

y he logrado mirarme como me ven los otros

sobre esta cartulina

fulgente, indesteñible y taxativa.

Estoy constituido por mis dos apellidos,

un nombre impropio y un lugar común

de nacimiento. Una fecha lejana

que aumenta de ceniza cada día,

un sexo V con antecedentes

penales y a medio uso.

En su renglón: un padre y una madre

de hijo desconocido, una hipoteca

como domicilio y varias cifras

que me escoltan, que hablan por mí, que dictan

en líneas ordenadas que soy lo que no soy.

Me encuentro reducido

a varios casilleros, adornado

con una huella negra del delito,

pero muy bien dotado de un número larguísimo

que nunca he merecido. ¡Pero, ay,

si se rebela o huye alguna cifra

ya puedo darme por inexistente!

¿Qué hacer con este número

que yo he llegado a ser sin convicción alguna?

¿Dónde guardar lo mío que no tiene apellido

pero es lo más certero de mí mismo

aquello tan caliente y desastroso

como un gorrión ilícito

que vive a contrapunto de la calle?

Soy tenuemente un hombre

sometido a la vida aproximada

de ir empezando a ser el que deja de ser, cada momento.

Soy un hombre confuso

y alguna vez me animo pensando en el mañana, pero siempre

me veo tiempo atrás.

Formo una sociedad dubitativa

hecha a solas conmigo

con un prometedor futuro en el pasado.

Os hago algunas señas con el cuerpo

pero sólo me atienden

desde la talla beige de mis camisas, desde la horma

de mis zapatos del cuarenta y uno,

y desde el seis millones trescientos once mil

ciento cuarenta y siete letra ge.

Vuelvo a ver mi carnet y tampoco me encuentro

en la fotografía

que siempre es de otro tiempo y compostura,

donde estoy detenido

con varios kilos menos en el cuerpo

y unos gramos superfluos en el alma.

Este es el D.N.I. donde me inscribo

como buen ciudadano, con derecho

a una vida marcada de antemano

y a una baja civil en fecha fija.

Y me siento seguro en mi papel,

porque no moriré

por libre y de improviso, simplemente

al expirar (el plazo)

caducaré en la fecha que se indica.

10 comentarios:

rodolfo txikilikuatre dijo...

Aunque sólo tengamos un dni ,número de dni, en la vida , en realidad somos muchas personas diferentes a lo largo del tiempo. Lo único que no cambia es el dni... Y el adn ( dicen).

Manu dijo...

aúpa, Atleti.

La caNtera ganará a la caRtera.

Anónimo dijo...

Apoyo la moción. Hoy todos los poetas son rojiblancos.

JUSTICIA POÉTICA también en la Champions.

Anónimo dijo...

lo fundamental es que te vaya bien ; todos llevamos un asesino dentro , y eso es lo que hay que mostrar a veces , lo bonito es ser bueno . estupendo poema .La leyenda de IKER no podía mancharse con un fallo tan trascendente , hubo justicia poética , igual que lo hubo en el ascenso del gran Racing . El Madrid fue justo ganador
Estoy viendo la vieja serie " ¿ Es usted el asesino ? , está muy bien

Santi dijo...

¿Debió el árbitro alargar 5 minutos? ¿Estaba justificado, si no había pasado nada especial que interrumpiera el juego...? (el gol de Ramos fue en el 3,5 de tiempo añadido). Si hubiera alargado 3 minutos (hasta ahí lo normal), el Atleti habría ganado la Champions. Un debate ya para la historia que no creo que se cierre.

Anónimo dijo...

Se perdió mucho tiempo en los cambios , el arbitro se dio cuenta de las trampas y actuó con justicia , la mayoría de los goles se marcan al final . El partido lo perdió Cholo por ir de prepotente y poner a Costa , los 3 goles de la prorroga se produjeron por la lesión de Juanma ( había agotados los cambios ), ese fue el detalle no los 5 minutos , yo me alegre y otros se echaron a llorar , el fútbol no entiende de justicias , es ganar y ganar y hay intereses de todo tipo .

hAiKu dijo...

Tantas novelas
y en ellas gente y gente
que no ha existido.

(CUQUI COVALEDA)

tERESA pANZA dijo...


No hay mayor dificultad que la poca voluntad.

Cide Hamete Benengeli dijo...

El amor que se oculta
dentro del pecho,
como no halla salida
quema por dentro.

hAiKu dijo...


la lluvia borra
las gotas de rocío
en el cristal

(Gregorio Muelas / Heberto de Sysmo / José Antonio Olmedo)