¿Vamos a ver al conejo,
qué conejo, dice la gente?
¿Qué conejo, preguntan los niños?
¿Qué conejo?
El único conejo,
el único conejo de Inglaterra,
sentado detrás de una alambrada,
bajo reflectores, lámparas de neón,
lámparas de sodio,
royendo yerba
sobre el único pedazo de yerba
en Inglaterra, en Inglaterra
(salvo la yerba amontonada,
la cual no vale).
Vamos a ver al conejo
y tenemos que estar a tiempo.
Primero iremos por la escalera mecánica,
luego iremos en metro.
Y luego por la autopista,
y luego en helicóptero,
y las últimas diez yardas tendremos
que hacerlas a pie.
Y ahora vamos
hasta el fin, a ver al conejo,
ya casi hemos llegado,
tenemos muchas ganas de verlo,
y también el gentío
que ha venido por miles
con policía montada
y grandes altavoces
y orquestas y banderas
y todo el mundo ha venido de lejos.
Pero pronto lo veremos
sentado y royendo
los tallos de yerba
del único pedazo de yerba
de —¡Pero algo ha fallado!
¿por qué está todo el mundo tan amargado,
armando jaleo,
quejándose, empujándose?
El conejo se ha ido,
sí, el conejo se fue.
De hecho, ha minado la tierra,
ha construido una madriguera entre la tierra,
a pesar de toda esta gente.
¿Y qué vamos a hacer?
¿Qué podemos hacer?
Es lástima, sin duda estarán contrariados.
Váyanse a casa y hagan hoy otra cosa,
váyanse a casa, váyanse a casa por hoy.
Porque no pueden oír al conejo, bajo la tierra,
triste, haciendo observaciones, solo
mientras descansa en su madriguera, bajo tierra.
están destinados a venir y a encontrarme,
aún entre la tierra".
5 comentarios:
Obviamente el conejo no existe pero era neceaario creer en él, creer en algo. Nunca aceptaremos oficialmente que no hay conejo. El conejo es un no-bien de primera necesidad.
No por entero,
no todo-todo tú
vas a la muerte.
(CUQUI COVALEDA)
¿Resucitar? No, gracias. Con una vida ya he tenido bastante.
(GARCÍA MARTÍN)
La solemnidad es el disfraz favorito de la nadería.
Vuelvo a ser el ratón
que miró al león
se internó en sus ojos y no se fió del miedo.
Se quedó a cuidar su herida. Sin querer al apoyarte tus garras me dejaron sangre, pero era mía... ¿Acaso había intención? Se lastima preguntando en su huida el pequeño y diminuto roedor.
Ahora el león puede caminar erguido después de haber sido besada con honestidad, sus ya quitadas espinas.
Y yo anecdótica, simplificada, una inocencia que no alcanzaba a comprender el volante.
Se me repiten las esquinas, recuerdo cada fecha de mis huidas ¿Acaso había intención? me lastima pensar que no fue suficiente. Quizá lo tuviera descrito de antes, pero es más fácil no asumir ser distante.
Vuelvo a ser el ratón
que miró al león
se internó en sus ojos y se olvidó de que iba a ser engullido.
(LUCA)
Publicar un comentario