sábado, 17 de mayo de 2014
Una blancura que era diferente (por Wallace Stevens)
Adiós a una idea... Una cabaña en pie
abandonada sobre una playa. Es blanca
como de costumbre, o de acuerdo con
un tema ancestral, o como consecuencia
de un rumbo infinito. Las flores contra el muro
son blancas, están mustias, una especie de marca
recordando, intentando recordar una blancura
que era diferente, otra cosa, el año pasado
o antes, no la blancura de una tarde al envejecer,
no sé si más fresca o apagada, si de nube de invierno
o de cielo invernal, de un horizonte a otro
el viento arrastra la arena por el suelo.
Aquí ser invisible es ser blanco,
es tener la solidez del blanco, la realización
de un extremista en un ejercicio...
Cambia la estación. Un viento frío congela la playa.
Sus largas líneas se hacen más extensas y vacías,
una oscuridad se acumula, aunque no cae,
y la blancura se hace más vívida en el muro.
El hombre que camina se vuelve sobre la arena con estupor.
Observa cómo el norte siempre engrandece el cambio
con sus brillos helados, sus curvas rojiazules
y ráfagas de grandes ascuas, su verde polar,
el color del hielo, del fuego y de la soledad.
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4 comentarios:
Ninguna playa, ni siquiera la de año pasado, es nunca la misma playa. No vuelves nunca a ella, vas a otra playa distinta.
La del año pasado
Feliz e inocente como la mañana o el agua.
(BORGES)
Todo lo que te pasa tiene algo que enseñarte.
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