nada pertenece a la memoria,
todo es mío mientras lo contemplo.
Las diosas, apenas recordadas,
corren el riesgo de perder sus cabezas.
De la ciudad de Samokov sólo queda la lluvia,
la lluvia y nada más.
Desde el Louvre hasta la uña
París se entela.
Del bulevar Saint-Martin queda una escalinata
que conduce a la difuminación,
y, de los puentes de Leningrado,
sólo, y con suerte, uno y medio.
¡Pobre Upsala,
con ese trocito de su imponente catedral!
Desdichado bailarín de Sofía,
cuerpo sin rostro.
Primero, su rostro sin ojos,
después, sus ojos sin pupilas,
y las pupilas de un gato, luego.
El águila caucasiana sobrevuela
un desfiladero reconstruido,
y el oro sin ley del sol
y las piedras falsificadas.
Todo es mío y nada me pertenece,
nada pertenece a la memoria,
todo es mío mientras lo contemplo.
Inagotables, inabarcables,
peculiares por una hebra,
un grano de arena, una gota de agua:
paisajes.
Imposible retener, ni de una brizna,
una imagen completa.
Un saludo y un adiós
en una sola mirada.
Y un solo movimiento del cuello
para lo que sobra y lo que falta.
6 comentarios:
Lo demás creo entenderlo, pero la parte
"Desde el Louvre hasta la uña
París se entela"
no la comprendo. ¿No será una errata o error de traducción/transcripción?
Anna, hemos buscado en varios sitios de Internet y no parece una errata. En todas las páginas web consultadas viene así. Puede ser un defecto traductivo (lamentablemente no sabemos polaco, idioma en que escribía Szymborska), pero también probablemente sea algo que a la autora le quedó en el recuerdo de un viaje a París. La memoria es caprichosa y el olvido aún más, y ambos son muy capaces de convertir un viaje a París en la difusa evocación de un museo, una uña y una tela. (No obstante, se admiten otras aportaciones e interpretaciones.)
Industrioso catalán, de las piedras saca pan.
Una alegría compartida se transforma en doble alegría; una pena compartida, en media pena.
(proverbio Sueco)
Delirar es estar preso de la imaginación, incluso cuando no sueñas dormido.
A veces ocurre que, cuando el rosal silvestre florece, la maraña de espinas secas se cubre de milagros rosados. Me ocurrió hasta a mí...
(EDITH SÖDERGRAN)
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