sábado, 6 de diciembre de 2014
Sol remoto (por Vicente Gallego)
Al salir de casa a primera hora de la mañana, el sol resbala y canta por los aleros, empapa las fachadas y se extiende por las calles de la ciudad como una fina película de oro. Te he contemplado muchas veces inundar los aires de onírica certeza, de aplomada liviandad. Sol niño de la niñez, sol sin duda. Sol del hombre cumplido, sol de siesta tranquila. Sol de las armas y las letras. Sol remoto del viejo, tan desnudo y tan solo. Sol que rompes el cántaro y estás brillando sobre el sereno lago de la muerte. Patinador del iris, arpista del cabello, garra seca en la espalda. Salía de mi casa y te me vienes encima para que arda así con la mañana, con el eje de los mundos, con las extensiones marinas. Sol en blanco que callas y otorgas, aguador de las largas carreteras, santidad del adobe y de las tapias, lávanos los huesos, tú que brillas sobre justos y pecadores.
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4 comentarios:
Hasta el Sol tiene manchas.
Mal me quieren mis comadres porque digo las verdades.
El bien no suele hacer ruido. El ruido no suele hacer bien.
Cierto día, creo que en el año 1 de la salvación,
dijo la sibila, ebria, y no de vino:
'Ay, qué mal van todas las cosas!
¡Ruina, ruina! ¡Jamás cayó tan bajo el mundo!
Roma descendió a ser puta y burdel.
¡El Cesar de Roma se degradó en bestia
y hasta Dios se hizo judio!
(NIETZSCHE)
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