El cuerpo ametrallado de la persiana filtra los primeros rayos de un sol frío. Van apuntando los volúmenes de las cosas, todavía dormidas, en el cuarto. Es el momento de la pereza santa, la que no forma parte de los pecados capitales, porque no es una pereza de hacer, que oculta la de ser, sino gustoso abandono a la plena realidad de la conciencia en calma que, a estas horas, todavía temprano, halla en sí su acomodo. En la calle sopla su silbato el último afilador. Choca el acero contra el esmeril y prende el chismorreo de las chispas. En esta vecindad vive el hombre, en esta familiaridad con lo prodigioso.
domingo, 25 de enero de 2015
En esta vecindad (por Vicente Gallego)
El cuerpo ametrallado de la persiana filtra los primeros rayos de un sol frío. Van apuntando los volúmenes de las cosas, todavía dormidas, en el cuarto. Es el momento de la pereza santa, la que no forma parte de los pecados capitales, porque no es una pereza de hacer, que oculta la de ser, sino gustoso abandono a la plena realidad de la conciencia en calma que, a estas horas, todavía temprano, halla en sí su acomodo. En la calle sopla su silbato el último afilador. Choca el acero contra el esmeril y prende el chismorreo de las chispas. En esta vecindad vive el hombre, en esta familiaridad con lo prodigioso.
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8 comentarios:
San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo,
Pompeya y más allá la inundación.
Tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre florando en el adiós.
La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón,
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.
Sur,
paredón y después...
Sur,
una luz de almacén...
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya...
Las calles y las lunas suburbanas,
y mi amor y tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé...
San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgias de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió.
Unas veces se gana y otras se aprende.
Topos de Marte.
Mariposas de Júpiter.
Peces de Venus.
(CUQUI COVALEDA)
Todos esos animalitos son viables (cada uno en su planeta) si se cuenta con un invernadero. Mira el prota de "Marte" (has de ver la peli): se las ingenia para tener un plantío de patatas en el planeta rojo.
Beso, Cuqui.
Ya la he visto, Fred. Y digo yo que, si crecieron patatas en Marte, pues alguna lombriz y algún pulgón habría también por allí. Por otro lado, los humanos tenemos un montón de fauna interior, al menos en lo que a bacterias se refiere. De modo que en nuestros viajes espaciales esos seres vivos se desplazan con nosotros. Cuando veos fotos de Marte, me dan ganas de soltar una liebre para que corretee por sus colinas.
Ayer, Cuqui,rebuscando entre sacos en mi casa de la Arcadia -pues estamos en plena recolecta de las mejores manzanas que da este Paraíso- noté dentro de uno de ello un bulto mullido, poco consistente, que (¡sorpresa, sorpresa!) comenzó a moverse lentamente. Abrí el talego y, en el fondo, acurrucado como un geniecillo de estas selvas, estaba un puercoespín, tembloroso y plegado en sí, hecho una bola espinosa. De vez en cuando asomaba un hociquito de raposo diminuto y unos ojillos negros, poco mayores que cabezas de alfiler, nos miraban asustados. Lo dejamos libre y observamos ocultos en la sombra (era casi de noche) y, poco a poco, fue sacando primero una patita de atrás, luego las manos, y... salió corriendo hacia campo abierto.
Viene esto a cuento por los comentarios sobre bichos. Cualquiera de ellos es una maravilla y algunos nos habrán de sobrevivir cuando este planeta se haga inhabitable y hayamos de intentar la labranza de los polvazales marcianos o que licuar los glaciares de nitrógeno en Plutón. Ellos, los bichos, se quedarán tan pachos en la Tierra y quién sabe si algún día serán los constructores de las nuevas pirámides. Cuqui.
Vine de lejos,
niña, por verte.
Hállote casada,
ya quiero volverme.
Al jardín, al mundo, asciendo de nuevo,
anuncio potentes compañeros, hijas, hijos,
significo y soy el amor, la vida de sus cuerpos.
Contemplo con curiosidad mi resurección
después del profundo sueño.
Los ciclos que giran en sus vastas órbitas
me han traído de nuevo, amorosos, maduros,
todos hermosos para mí, todos maravillosos,
mis miembros y el estremecido fuego que siempre corre
por ellos, por alguna razón, las más maravillosas.
Existiendo me asomo y penetro aún,
contento con el presente, contento con el pasado.
A mi lado o detrás Eva me sigue,
o bien va delante y yo la sigo.
(WALT WHITMAN)
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