Plano como la mesa
sobre la que se extiende.
Bajo él nada se mueve
ni busca una salida.
Sobre él mi humano aliento
no crea remolinos de aire
y deja en paz
toda su superficie.
Sus llanuras y valles siempre son verdes,
sus mesetas y montes, amarillos y ocres,
y los mares y océanos de un azul amigable
en sus desgarradas orillas.
Aquí todo es pequeño, cercano y accesible.
Puedo con el filo de la uña aplastar los volcanes,
acariciar los polos sin gruesos guantes;
puedo con una mirada
abarcar cualquier desierto
junto a un río que está justo ahí al lado.
Las selvas están marcadas con algunos arbolitos
entre los que sería difícil perderse.
sobre y bajo el ecuador,
un espacio sembrado de un silencio absoluto
y en cada oscura semilla
hay gente viviendo tan tranquila.
Fosas comunes y ruinas inesperadas,
de eso nada en esta imagen.
Las fronteras de los países son apenas visibles,
como si dudaran si ser o no ser.
Me gustan los mapas porque mienten.
Porque no dejan paso a la cruda verdad.
Porque magnánimos y con humor bonachón
me despliegan en la mesa un mundo
no de este mundo.
7 comentarios:
Si alguna vez se han trasladado los valores de una sinfonía a la literatura, habrá sido en este capítulo de mi novela. Tiene que ser una vibrante totalidad de sonidos. Deberá oírse simultáneamente el mugido de los bueyes, el murmullo del amor y los discursos de los políticos. El sol lo ilumina todo, y hay ráfagas de viento que agitan las tocas blancas... Consigo el movimiento dramático meramente a través de la interacción de los diálogos y el contraste de los personajes.
(FLAUBERT, en referencia al episodio de la “feria comarcal” de Madame Bovary)
Nadie se ahoga por caerse al río, sino por permanecer sumergido en él.
(FRANKL)
La hora más oscura es aquella que precede a la salida del sol.
Todo cubierto
de carteles, el muro
va deshojándose.
(SUSANA BENET)
La más ominosa de las perversiones modernas es la vergüenza de parecer ingenuos si no coqueteamos con el mal.
(GÓMEZ DÁVILA)
Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda.
(M. L. KING)
Una vez montando por el viejo Baltimore,
con el corazón henchido, con la cabeza desbordada de alegría,
vi a un ciudadano de Baltimore
manteniendo fija la mirada en mí.
En ese entonces tenía ocho años y era muy pequeño,
y no era ni un ápice más grande,
y así le sonreí, pero él sacó
su lengua, y me llamó: "Negro".
Vi el conjunto de Baltimore
de mayo a diciembre;
de todas las cosas que allí sucedieron
eso es todo lo que recuerdo.
(COUNTEE CULLEN)
Publicar un comentario