Beso tus manos, tus manos, cuyos dedos son delicados y pálidos como los pétalos del loto blanco.
Beso tu cabello, que tiene el lustre de negras joyas, y es más oscuro que el Leteo, floreciendo a medianoche a través del sueño sin luna de tierras con fragancias de amapola.
Beso tu frente, que se asemeja a la luna creciente en un valle de cedros.
Beso tus mejillas, donde persiste un leve rubor, como el reflejo de una rosa sostenida en una urna de alabastro.
Beso tus párpados, los comparo con las flores veteadas de púrpura y me cierro bajo la opresión de una noche presente, en una tierra donde los ocasos son tan brillantes como las llamas del ámbar ardiente.
Beso tu garganta, cuya ardiente palidez es la del mármol calentado por el sol de otoño.
Beso tu boca, que tiene el sabor y el perfume de las frutas humedecidas con el rocío de una fuente mágica, en el paraíso secreto que solo nosotros encontraremos; un paraíso donde los que vienen nunca más se irán, ya que sus aguas son las del Leteo, y su fruto es el del árbol de la Vida.
3 comentarios:
Oh noches, oh compartida y tibia tiniebla, oh el amor que fluye en la sombra como un río secreto, oh aquel momento de la dicha en que cada uno es los dos, oh la inocencia y el candor de la dicha, oh la unión en la que nos perdíamos para perdernos luego en el sueño, oh las primeras claridades del día y yo contemplándola.
(BORGES)
Soy la bofetada y la mejilla.
(BAUDELAIRE)
El problema ahora
es que la jaula está
en el interior del pájaro.
(DAVID E. RODRÍGUEZ)
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