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viernes, 22 de mayo de 2020

Solo esa rama de mirto (por Pedro Ignacio Vicuña)


Al final
todas las tintas
las manchas y las trazas
que uno deja en el papel
todos los diarios que uno escribe
todas las señas
las marcas en el muro
los pasos en silencio
son diarios de muerte.

La fatigosa lucha se desgasta
el insistente martillo
la duda impenitente
dejan su sombra en las cuartillas
en el garabato inane
en la raya absurda.

Solo esa rama de mirto
que juguetea airosa
y el pelo cayendo por la espalda
el eco de una voz en Sardes
caminando sobre el agua
aquello que uno ama
permanecen en el aire
en su rodar puro
sin propósito ni afán
en el tiempo
ignorando la sombra
la boca negra
de las sombras.


3 comentarios:

Carla dijo...

La rama de mirto simboliza lo único que, de la única forma posible, puede existir más allá de la muerte.

M.H dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Tragikomedia dijo...


Ya que en ninguna parte del mundo hay coincidencias entre lo real y lo ideal, entre la experiencia y el deseo, entre la vida y la perfección, en términos escolásticos se diría entre la esencia y la existencia, dondequiera surge una aspiración general a la salvación que se traduce en las religiones. Y de aquí deriva un cuadro de proyecciones constantes, donde se contraponen el punto de partida, es decir, la situación existencial precaria, con el punto de llegada, es decir, la meta ideal, que se presenta como liberación en la historia o al fin de ella, el hebraísmo, el cristianismo y el islamismo; o bien, como 'liberación de la historia' y de la existencial individual, como en el caso del hinduismo, del budismo y en general de las espiritualidades orientales y cósmicas. También encontramos reflejada la gran bipartición de la experiencia religiosa humana en las tradiciones del teísmo histórico profético y la del monismo despersonalizante. En el mismo contexto se encuentran las vías y los medios sugeridos para conseguir la salvación; las personas que sirven de guías, mediadoras e intercesoras de salvación; y la pregunta si la salvación se puede conseguir con las únicas fuerzas de que dispone el hombre, o si al contrario, es necesario un don superior, una 'palabra divina', como vaticinaba Sócrates en la víspera del gran paso a la otra vida.

(ROSSANO)