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martes, 15 de septiembre de 2020

Los formales y el frío (por Mario Benedetti)


¿Quién iba a prever que el amor ese informal se dedicara a ellos tan formales?

Mientras almorzaban por primera vez ella muy lenta y él no tanto, y hablaban con sospechosa objetividad de grandes temas en dos volúmenes

su sonrisa, la de ella era como un augurio o una fábula.


Su mirada, la de él tomaba notas de cómo eran sus ojos, los de ella pero sus palabras las de él no se enteraban de esa dulce encuesta.

Como siempre o como casi siempre la política condujo a la cultura, así que por la noche concurrieron al teatro sin tocarse una uña o un ojal ni siquiera una hebilla o una manga.

Y como a la salida hacía bastante frío y ella no tenía medias solo sandalias por las que asomaban unos dedos muy blancos e indefensos, fue preciso meterse en un boliche y ya que el mozo demoraba tanto ellos optaron por la confidencia extra seca y sin hielo por favor.

Cuando llegaron a su casa, la de ella ya el frío estaba en sus labios, los de él.

De modo que ella fábula y augurio le dio refugio y café instantáneos.

Una hora apenas de biografía y nostalgias hasta que al fin sobrevino un silencio, como se sabe, en estos casos es bravo decir algo que realmente no sobre.

Él probó "solo falta que me quede a dormir"
y ella aprobó "¿por qué no te quedás?"
y él "no me lo digas dos veces"
y ella "bueno, ¿por qué no te quedás?"


De manera que él se quedó en principio
a besar sin usura sus pies fríos, los de ella.


Después ella besó sus labios, los de él que a esa altura ya no estaban tan fríos.

Y sucesivamente así mientras los grandes temas dormían el sueño que ellos no durmieron.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Su figura está siendo hoy utilizada por los comunistas millonarios , hay una especie de hoguera de vanidades en torno al escritor uruguayo . Mientras la gente se muere de virus y hambre , los gualtrapas se buscan la vida con el dinero Cervantes , y entre ellos se reparten premios y condecoraciones , se publicitan para vivir como burgueses coleteros y ponerse a gustito en sus casoplones .

CHULI

Luismi dijo...


Gauche Caviar

Emil Sinclair dijo...

Un poco como el marquesado de Galapagar: izquierdismo de pose y salón.

Emil Sinclair dijo...

La verdadera dignidad es el respeto de sí mismo, y el que la tiene, no puede hacer nada que le haga despreciable a sus propios ojos.

(CONCEPCIÓN ARENAL)

Fuego de palabras dijo...


Cuanto más vieja me pongo, más me siento
casi hermosa- no mi cara, una cara común,
puritana, sino mi cuerpo. Y tendré
cincuenta, pronto, mi cuerpo
se marchita, huesudo, y me gusta su
rugosidad plateada, la piel que se afina,
la superficie de un lago rizada por el viento, un espectro
arrugado, un pliegue de humo. Sin embargo
cuando miro hacia abajo puedo ver, a veces,
cosas que, si las viera una mujer joven, la harían
gritar como en una película de terror,
quedo convertida en bruja en un instante—si me inclino
lo suficiente, puedo ver la piel fina
de mi estómago frunciéndose
y colgando en pequeños picos, como yeso fresco.
Y sin embargo puedo imaginarme a los ochenta, hecha
enteramente, por fuera, de eso,
y haciendo el amor con la misma dignidad
animal, el túnel todavía igual
al interior de una bráctea color frambuesa.
De pronto me veo joven a mí misma
al lado de esa octogenaria, me veo
como su hija, mi carne suelta y drapeada
muestra los ángulos largos de estos extraños
huesos como las manijas de utensilios de cocina hechos en el cielo.
Cuando era más joven, me veía a mí misma,
a veces, como el tosco dibujo de una hembra—
los pechos, el destello de las caderas de los años 40—
pero este grisáceo ser abollado es confortable como
una vieja prenda favorita, es casi
amable, ahora, para mí. Por supuesto, es
el amor de él el que estoy viendo, el trabajo de su pulgar
sobre este centavo de la suerte —cinco veces
cinco años en su bolsillo. Quizás
aún si me muriera, él no me vería fea.
A veces, ahora, bailo
como humo chato sobre una chimenea.
A veces, ahora, creo que vivo
en el lugar donde se hace la bebida solemne, salvaje
de acabar, no estoy todo el día acabando,
pero vivo todo el día en el lugar donde eso se hace.

(SHARON OLDS)