Ser las raíces. En el subsuelo al que jamás
desciende un rayo. Donde la luz no echa un vistazo nunca.
Una rama sin pájaro. Una rama sin hojas.
La fuente de un manantial en la más fina red de fibra
que no debe romperse. El duro trabajo de las raíces.
Sin respiro. (Hasta el sueño de invierno sólo es aparente.)
Almacenar. Alimentar. Saciar. Ser un vínculo mudo
entre el amargo final y la vida. Negado por su propio ser
y tullido para permitir que la flor blanca
celebre el sol,
el poder de la revelación de la belleza.
Ser las raíces. Y no envidiar la flor.
3 comentarios:
La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces.
Es en la negra oscuridad de la tierra donde se fabrican los vivos colores de los pétalos.
Muy bonito
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