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martes, 18 de junio de 2013

Como una llamarada (por Luis Rosales)

Siento tu cuerpo entero bajo el mío.
Tu carne
es
como un ascua,
fresca e imprescindible,
que está fluyendo hacia
mi cuerpo, por un puente
de miel lenta y silábica.
Hay un solo momento en que se junta
el cuerpo con el alma,
y se sienten recíprocos,
y viven
su transfiguración,
y se adelantan
el uno al otro en una misma entrega
desde su mismo origen deseada.
Siento tus labios en mis labios, siento
tu piel desnuda y ávida,
y siento,
¡al fin!
esa frescura súbita
como una llamarada
de eternidad, en que la carne deja
de serlo y se desata,
se dispersa en el vuelo,
y va cayendo
en la tierra sonámbula
de tu cuerpo que cede interminable
mente cediendo,
hasta
que el vuelo acaba y ya la carne queda
quieta, milagreada,
y me devuelve el cuerpo,
y todo ha sido
un pasmo, un rebrillar y luego nada.

5 comentarios:

LA PHRASE LAPIDARIA dijo...

Todo deseo revela falta (o sensación de falta) de algo.

Círculo Cultural FARONI dijo...

Para la graja, su hijo es un ruiseñor.

(proverbio turco)

casa de citas dijo...


Nunca hay nadie conforme del todo con algo, ni siquiera con lo que él mismo elige.

(JAVIER MARÍAS)

hAiKu dijo...


Tus calzoncillos
sólo en el tendedero
junto a mis bragas.

(CUQUI COVALEDA)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

El camino hacia la felicidad pasa siempre por relativizar tus desgracias.