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lunes, 16 de febrero de 2015

Permanecerán los pozos (por Fabio Pusterla)


La erosión
suprimirá los Alpes, primero cavando valles,
luego empinados barrancos, vacíos insanables
que preludian el colapso, remolinos. El crujido
será la señal de la fuga: este es el veredicto.
Permanecerán los pozos, los montículos casuales,
las pausas de reposo, las piedras rodantes,
las cavernas y las planicies pantanosas.
En el Nuevo Mundo permanecerán, caídos
principales y árboles sintácticos, dispersas
certezas y afirmaciones,
los paréntesis, los incisos y las interjecciones:
los palafitos del mañana.


10 comentarios:

Círculo Cultural FARONI dijo...


Cuanto más llena está la espiga, más se inclina; cuanto más vacía, más erguida se sostiene.

(proverbio malayo)


TóTUM REVOLúTUM dijo...



Morimos, pero nuestros actos no mueren nunca.

Aldonza Lorenzo dijo...

Bribones que pelean, sus maldades airean.

Círculo Cultural FARONI dijo...


El mosquito es pequeño, pero lo bastante grande para hacerte daño.

(proverbio hotentote)

Al dijo...

La ladilla es diminuta, pero suficiente daño hace como para que te replantees frecuentar el burdel de Madame Titina.

(Del diario del libertino Ambroise du Poisson, hacia finales del XIX, cuando la plaga de pedículus pubis asolaba los lupanares parisinos).

Anónimo dijo...

Al: La ladilla es el único ser vivo que puede cambiar de sexo varias veces al día.

Al dijo...

Si lo sabré yo...

Nefelibata dijo...

Jajá... Lo que me gusta de este blog es que, frente a las webs culturetas e intelectualiides (todo seriedad y pedantería), vosotros no os ponéis nunca serios y os lo tomáis todo con humor y buen rollo. Ellos no lo saben, pero este tono festivo rima muy bien con la poesía. Y en suma les dáis sopas con onda. Un beso...muah.

Nefelibata dijo...

Intelectualoides, quise decir. Y si dicen que no sois serios, recordad que hay muchos burros con pinta avinagrada.

Dimes Y Diretes dijo...


Sólo con que los políticos fueran más perezosos seríamos mucho más felices. El hombre perezoso se guarda de cometer los crímenes más repugnantes, y muchos de los motivos que hacen que sacrifiquemos el inocente placer del ocio en aras del trabajo se cuentan entre los más innobles: la soberbia, la codicia, la emulación, la vanagloria y, por encima de todos, el deseo de poder.

(WAUGH)