domingo, 1 de febrero de 2015
Un instante de la guerra (por Laurie Lee)
Es de noche como si se corriera
un trapo rojo ante la vida.
La carne está sujeta amargamente
a la desesperante vigilia.
La sangre tartamudea ante el miedo.
¡Alabada sea la seguridad de los gusanos
en las frías migajas del suelo
y loada sea la oculta savia,
las estériles huevas de los peces!
Las manos se funden lentamente
al contacto ardiente de las armas,
el cuerpo se funde lastimoso,
la cara alerta para las heridas,
el perfume y el beso del dolor final.
¡Envidia a la paz de las mujeres
que paren y aman como juguetes
en las manos del hombre!
La boca pronuncia pequeñas blasfemias,
se revuelven las entrañas como nido de ratas
y quisiera el pie extenderse
despacio como la hierba.
¡Oh Cristo y María!
Pero las sombras se te abren como una navaja
y te marca el latido de tu cerebro
aislándote
y tu aliento,
tu aliento es el detonante, la bala
y el cielo final.
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1 comentario:
Hay una parte donde nunca nos abrazan. Aunque nos quieran muchísimo. Esa parte está ahí, esa pena. Y nadie llega a tocarla nunca.
(GOPEGUI)
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