zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

Ver una entrada al azar

domingo, 6 de enero de 2019

Alguien me necesita (por Marina Tsvetáieva)


Un niño caminaba por la calle,
tiritaba, se iba volviendo azul.
Una anciana caminaba por la calle,
compadeció al niño...

Por fin he hallado
al imprescindible para mí:
alguien me necesita,
sin mí se moriría.

Lo que es para el ojo el arco iris,
lo que es la tierra para el trigo,
es para alguien la necesidad
de otro, en sí mismo.

Más que la lluvia y el arco iris,
más que mi propia mano, preciso
que a alguien le haga falta
poner su mano en la mía.

Más grande que el Ladoga,
más fiel que la montaña,
que alguien necesite
darle a mi mano su herida.

Y porque con tu llaga
me haces don de tu palma,
mi mano, ahora mismo,
pondría en el fuego por ti.


4 comentarios:

Isidoro Capdepón dijo...

"Hay más dicha en dar que en recibir". "¿Qué tienes, que no hayas recibido?".

Anónimo dijo...

Amor, amor a la verdad, amor al prójimo que sufre, amor que preserva, amor que contiene, amor que empatiza porque sabe del dolor.

Fuego de palabras dijo...

Llenemos el formulario: fecha de nacimiento-

 ése es el inicio del engaño,

 el comienzo del delirio o sueño...

 El problema es claro, parece.

 Y en la casilla debajo de la fecha

 damos nuestra dirección y número de teléfono;

 a la izquierda -nuestro sexo, abajo a la derecha

 damos nuestra nacionalidad,

 luego viene la firma. Bueno, ¿es más clara la vida

 ahora y cómo manejarla?


OLGA IVANOVA

TóTUM REVOLúTUM dijo...


Con mi cobardía habitual, prefería refugiarme en la pereza, igual que un caracol en su concha, y alegar incapacidad y falta de experiencia como pretexto para eludir la acción. De haber dependido de mí, sin duda habría dejado escapar aquella oportunidad. Carente de audacia y de los impulsos de la ambición, habría sido capaz de pasarme veinte años enseñando el alfabeto a las niñas, arreglando vestidos de seda y haciendo delantales infantiles. No quiero decir con esto que me sintiera verdaderamente satisfecha, lo que dignificaría mi resignación, ya que el trabajo no me gustaba ni despertaba mi interés, pero me parecía maravilloso verme libre de sinsabores y preocupaciones; eludir el sufrimiento era lo más cercano a la felicidad que yo esperaba conocer. Además, tenía dos vidas muy diferentes: la de mis pensamientos y la real; y mientras la primera estuviera suficientemente alimentada por las mágicas y extrañas alegrías de la imaginación, los privilegios de la segunda podían seguir limitados al pan de cada día, al trabajo rutinario y a un techo sobre el que resguardarme.

(CHARLOTTE BRONTË)