Soy plateado y exacto. No tengo prejuicios.
Todo lo que que veo lo trago de inmediato
tal como es, sin que me empañen ni el amor ni el disgusto.
No soy cruel, soy sincero,
el ojo de un pequeño dios de cuatro ángulos.
La mayor parte del tiempo la paso meditando sobre la pared de enfrente.
Es rosada, con manchas. Tanto la miré que
me parece que ya forma parte de mi corazón. Aunque con intermitencias.
Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.
Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
buscando en mi extensión su verdadero ser.
Después se vuelve hacia esas mentirosas, las velas o la luna.
Veo su espalda y la reflejo fielmente.
Ella me recompensa con lágrimas y agitando las manos.
Soy importante para ella. Ella viene y va.
Es su cara, cada mañana, la que reemplaza la oscuridad.
En mí, ella ahogó a una muchacha, y en mí, una vieja
se alza hacia ella día tras día, como un pez terrible.
3 comentarios:
Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo.
(BORGES)
La gente está exhausta, infeliz y frustrada, la gente es
amarga y vengativa, la gente está engañada y temerosa,
la gente es iracunda y mediocre
y yo conduzco entre ellos en la autopista y ellos
proyectan lo que les han dejado de sí mismos
en su manera de conducir.
Algunos más odiosos, algunos más disimulados
que otros.
A algunos no les gusta que los adelanten, e intentan
evitar que otros lo hagan.
Algunos intentan bloquear los cambios de carril.
Algunos odian los coches más nuevos, más caros.
Otros en esos coches odian los coches más viejos.
La autopista es un circo de emociones
chiquitas y baratas, es
la humanidad en movimiento, la mayoría
viniendo de un lugar que
odia
y yendo a otro lugar que odia todavía
más.
Las autopistas nos enseñan en qué
nos hemos convertido y
muchos de los choques y muertes son la colisión
entre seres incompletos, entre vidas penosas
y dementes.
Cuando conduzco por las autopistas veo el alma de mi ciudad y es fea, fea, fea: los vivos han
estrangulado
su corazón.
(BUKOWSKI)
Mira si eres presumida,
que el traje de los domingos
te lo pones to los días.
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