apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre.
3 comentarios:
González era un Ángel menos dos alas.
González era un santo por lo civil.
El poema es un adiós que es una bienvenida. Una última vez que es una primera vez. También en el poema nunca segundas partes fueron buenas. Pero lo que el poema nos dice no es otra cosa que esto: en el poema la primera vez es la segunda vez y la última vez es la primera.
(ESTEBAN PEICOVICH)
Besaban el mantel
unas gotas de vino.
Sobre el plato de loza,
cortados en rodajas,
los limones siguieron
oliendo, no sabían
que hubiera que morir.
Entró un rayo de luz,
vi las manchas del tiempo
en las manos lavadas
de mi madre.
Detrás, en la vitrina,
esa cristalería
que pellizqué de niño
y se quedó vibrando.
(VICENTE GALLEGO)
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