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sábado, 14 de marzo de 2020

En la estación desierta (por Jorge Teillier)


Te gusta llegar a la estación
cuando el reloj de pared tictaquea,
tictaquea en la oficina del jefe-estación.
Cuando la tarde cierra sus párpados
de viajera fatigada
y los rieles ya se pierden
bajo el hollín de la oscuridad.

Te gusta quedarte en la estación desierta
cuando no puedes abolir la memoria,
como las nubes de vapor
los contornos de las locomotoras,
y te gusta ver pasar el viento
que silba como un vagabundo
aburrido de caminar sobre los rieles.

Tictaqueo del reloj. Ves de nuevo
los pueblos cuyos nombres nunca aprendiste,
el pueblo donde querías llegar
como el niño el día de su cumpleaños
y los viajes de vuelta de vacaciones
cuando eras -para los parientes que te esperaban-
sólo un alumno fracasado con olor a cerveza.

Tictaqueo del reloj. El jefe-estación
juega un solitario. El reloj sigue diciendo
que la noche es el único tren
que puede llegar a este pueblo,
y a ti te gusta estar inmóvil escuchándolo
mientras el hollín de la oscuridad
hace desaparecer los durmientes de la vía.



2 comentarios:

Carla dijo...

Aunque el tren se haya ido, mañana saldrá otro. Y si no, siempre puedes caminar siguiendo su dirección, junto a la vía.

Anónimo dijo...

Bueno el ferrocarril fue el padre del capitalismo, junto a la minería del Oro y el petróleo. La primera policía americana nació de los agentes de seguridad de los ferrocarriles , primero contrataron a los Pinkerton para evitar asaltos y sabotajes de las vías, pero no daban abasto con tanto chorizo y así nació la primera policía de ferrocarril y metro
Saludos M.H.