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jueves, 23 de abril de 2020

Y así sangró tu viejo compañero (por Juan Gelman)


Después de haber mirado tu retrato
y haberlo dado vuelta, no, después
de haberte visto el saco solitario,
los bolsillos, el taco taciturno,
después de verte el pelo y la mejilla,
has dicho sí señor por los relojes,
has callado un minuto por ti mismo.

Te has vuelto luego por la espalda, así,
mirándote la nuca, el imposible
que allí arranca hacia el aire, te quedaste
duro de frente y al costado hondo
por si sangraba el viejo corazón,
el viejo compañero, el viejo todo.

Te has quedado, don luis, como te digo,
preguntándote el tiempo en que jugabas
a la escondida con el negro, a la
pelota con los otros en el barrio,
preguntándote el tiempo en que solías
gritar, llorar a pulmón pleno, andar
bajo la lluvia, loco de sonrisas,
como si todo comenzase y nada
fuera a acabar de golpe con la muerte.

Te has quedado un minuto como digo,
menos solo que nunca, entre recuerdos,
entre tu vida y luego entre pañuelos,
voces y frases, tangos, cigarrillos,
esa muchacha y luego entre ti mismo.

¡Qué de sueños, don luis y qué de cosas!

Con el revólver fuiste hasta el espejo,
duro de frente y al costado hondo,
y así sangró tu viejo compañero,
tu viejo corazón, tu viejo todo.

Eran las diez de la mañana. Afuera,
bajo el sol, copulaban los gorriones.



1 comentario:

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Hay que tener mucho cuidado con lo que se cree saber, porque por detrás se oculta una cadena interminable de incógnitas.

(SARAMAGO)