La flor que sin un nombre
estalla en la cuneta
y nos pone perdidos de luz rara;
el sueño laborioso de la hormiga
que nos encuentra niños, boquiabiertos.
Todo este desafuero en el que bullen
como carbón los ojos,
no hace falta decirlo, aunque nos haga
tanta falta que suene.
4 comentarios:
Podemos imaginar cómo sería un humano con una perfecta salud física, pero no cómo sería alguien con una salud mental perfecta.
"Qué bien aramos", dijo la mosca que iba subida al buey.
Ah, Aldonza, ya lo entiendo: no es que la mosca se lo dijera "al buey", sino que la mosca iba subida "en el buey", o sea, encima del buey.
Al principio no lo pillaba.
El centro del mundo se encuentra allí donde vives. Allí el aire es respirable. Sabes el modo en que se hacen las cosas, cómo se hacen bien, según se debe.
Un niño que no sabe dónde se encuentra el centro -dónde está el hogar, qué es el hogar- lo pasa muy mal.
El hogar no es mamá y papá y una hermana y un perro. El hogar no es un sitio al que te tienen que dejar entrar. No es ningún sitio. Es imaginario.
El hogar, al imaginarse, empieza a ser. Es real, más real que cualquier otro sitio, pero no se puede llegar allí si no te enseñan a imaginarlo los tuyos.
(ÚRSULA K. LE GUIN)
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