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miércoles, 15 de mayo de 2019

Las cosas (por Santiago Kovadloff)


Entro a casa a las tres de la tarde.
Yo no debía volver hasta la noche
pero un olvido me impuso el regreso.

No hay nadie aquí.
Camino a mi cuarto me golpea
la inmóvil contundencia de las cosas
y me siento un intruso en la casa vacía.

Las cosas son los habitantes de la casa.
Las cosas que salen a vivir
cuando no estamos
y un silencio quieto oprime todo
como un dios insidioso a su universo.

La extraña relevancia de un zapato,
la ropa inerte en la cama deshecha,
vasos a medio beber en la cocina,
prueban que a esta hora
la casa nos excluye,
que aquí, a esta hora, solo viven las cosas,
las cosas desprendidas de nosotros
que se extienden por la casa con un aliento ajeno,
con una fuerza que me empuja hacia la puerta,
que exige que me vaya, que olvide lo que busco,
que vuelva por la noche a una casa que no es ésta.



4 comentarios:

DaniPovedano dijo...

Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo.

(BORGES)

Isidoro Capdepón dijo...

A menudo las mismas cosas, vistas por dentro, y vistas por fuera, son lo contrario.

Fuego de palabras dijo...

No estoy
no esperes más
hace tiempo me he ido
no busques
no preguntes
no llames que no hay nadie.
Es una loca brisa de otros días
que gime
es un pañuelo al viento
que remeda señales.
No llames
no destroces tu mano
golpeando
no grites no preguntes
que no hay nadie
no hay nadie.


(IDEA VILARIÑO)

Lloviendo amares dijo...

Pajarito cogido
por el feo aguilucho de la muerte,
¡cómo me miras con tu ojito triste
— negro dulzor, roja luz débil —
desde debajo de la garra inmensa;
cómo me miras..., por si yo pudiese!

(JUAN RAMÓN JIMÉNEZ)