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lunes, 27 de mayo de 2019

No hay nadie (por Idea Vilariño)


No estoy
no esperes más
hace tiempo me he ido
no busques
no preguntes
no llames que no hay nadie.
Es una loca brisa de otros días
que gime
es un pañuelo al viento
que remeda señales.
No llames
no destroces tu mano
golpeando
no grites no preguntes
que no hay nadie
no hay nadie.



4 comentarios:

Lloviendo amares dijo...

En toda vida hay un momento o dos,

en que el yo desaparece, la herida cruel

toma el control, y después otra vez

por momentos estamos llenos de cielo

o de pájaros

o simplemente del té con azúcar que quedó sobre la mesa

(ALICIA OSTRIKER)

Pentapolín del Arremangado Brazo dijo...

De los sabios de este mundo
a aquél que supiere más,
mételo tú en el querer,
y ya le verás errar.

F. dijo...

Este es uno de los muchos intercambios habidos entre servidor y Emilia Alarcón... El presente, del 20 de noviembre de 2010..., hace la friolera de casi nueve años. Se me ha ocurrido traerlo a este limonar porque creo entender que Emilia no está bien de salud...
Por cierto, reitero: no es F. el Anónimo que objeta algo sobre un "poema" de este, y que dio pie a una respuesta del Bachiller.


F. dijo...
Escribo esto de cara a la ventana. Alzo la vista de la pantalla y alcanzo a ver la cortina de lluvia que cae de un cielo plomizo y uniforme. No hace frío; aquí, a la orilla del mar, el clima es moderado, sin los fríos mesetarios.
¿Y tu Garnatha? ¿Hace frío ya en Garnatha?
Es curioso que en los dos últimos meses haya leído dos novelas que narran el ocaso del reino nazarí: "A la sombra del granado", de Tariq Alí; Y "León el Africano", de Amín Maalouf.
Tierras son esas abruptas y soleadas; como la Hélade que idealizo tras los versos de Giorgios Seferis...
Allí el arado tropieza siempre con yelmos contundidos y espadas de bronce. Presiento los huesos espartanos en el polvo blanco de los caminos del Peloponeso.
Nuestros arados astures, parten en dos una tierra oscura y grasa. Apenas -de tarde en tarde- los útiles de piedra de quienes pintaron nuestras cuevas;la huella de Roma; nuestros castros envueltos en jirones de niebla...
Divago porque llueve y hay poca luz solar. Se está bien en casa, alternando cafés con algún zumo.
Un verso, Emilia.
Chao.

Hola, F. Hace algo de frío pero no mucho. Aún no hay nieve en el Mulhacén y el Veleta. Se puede subir andando a la Alhambra y pasear sin demasiado abrigo por el Generalife y ver Granada desde allí. Se puede también ir al paseo de los tristes, al Albaicín, o también a la casa familiar de Lorca, la huerta de San Vicente (en la antigua Vega granadina, ahora ocupada por las carreteras), aunque la casa de Lorca subsiste actualmente dentro del parque García Lorca, llamado así en su honor.
20 de noviembre de 2010, 17:02

Lloviendo amares dijo...

Qué viejo se vuelve el mundo
después de un desengaño.
No queda más que sangre
después de un desengaño
y existir se parece
a algo que ya leímos y era triste.
No podemos entonces hacer nada,
salvo vivir a oscuras,
atar el corazón a una amapola
y mirarlo despacio mientras que cae la lluvia.

(MIGUEL SÁNCHEZ ROBLES)