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jueves, 20 de junio de 2019

Si al final sólo huesos (por Rafael Baldaya)


Y ahora voy a escribir lo que cuesta trabajo,

lo que entrevemos pero no queremos decir,

mucho menos ver escrito,

que si no hay más allá ni ultramuerte entonces todo acaba, se esfuma con la vida,

tu cerebro se apaga, deja de sentir, de pensar, de pensarse,

deja de percibir y percibirse,

tu cuerpo se convierte en una cosa,


esqueleto,

inconsciencia,

huesos 


-fosfato, carbonato de calcio…-,

huesos como otros huesos,

el fosfato del tirano, el calcio del homicida

como los de sus víctimas,

el carbono, el nitrógeno da igual dónde estuvieron y en quiénes se alojaron.

No importa lo que hagas porque luego un objeto,

al final una cosa ni mejor ni peor.

Ya no un quién, sino un qué.

Cuando esto acabe nadie ha de pedirte cuentas,

de hecho ya no serás.

Los fenómenos físicos, las reacciones químicas de la materia simplemente suceden;


las implacables reglas de la termodinámica no saben de justicia,

nada entienden de ética

ni de bien

ni de mal.

Es raro que así sea,

nuestra profundidad se resiste a admitirlo:


"No puede ser lo mismo",

"No puede dar igual",

"No puede ser".

De ahí quizá el juicio último, la luz y la tiniebla

(¿así habló Zaratustra?,


¿de otra forma lo dijo Jesús el galileo?,

¿también aquel Siddhartha?),

de ahí el ciclo del karma, el samsara, el trayecto,


la rotación regida por cómo hiciste antes,

lo crees o no lo crees.

Quizá todo un recurso, un milenario método, un soporte esencial para hacer fluir la vida,

que los humanos puedan convivir,

agruparse,

un ancestral y necesario hallazgo:

si hay tablas de la ley y el Gran Ojo te mira, todo el tiempo observándote,

y al cabo un veredicto,

entonces los humanos se abstendrán de matarse, hostigarse, saquearse de continuo,

porque al final no meros huesos-tierra-ceniza,

no vuelves a ser cosa, sino que

te examinan

y "He aquí tu logro o fruto".

Sí, es una buena idea,

una fábula útil,

una leyenda práctica.

Pero si no es así,

si al final sólo huesos

(los benéficos huesos junto con los malvados,

los huesos asesinos como los inocentes,

los huesos alevosos mezclados con los justos,

indistinguibles


vértebras - tibias - cráneos

unos y otros revueltos,


todos ellos iguales en la Fosa común),

entonces...

esto otro...

esta bruma negruzca,

este temblor o pálpito que evitamos decir,

que una parte de ti se resiste a aceptar,

que atisbas pero mejor sería

no haberlo escrito.



6 comentarios:

Isidoro Capdepón dijo...

¿Al atardecer de la vida
te examinarán del amor?

Anónimo dijo...

Chapeau!

Me quito el cráneo, el gorro y el sombrero

DaniPovedano dijo...

Es verdad que nunca lo había visto escrito. Y menos tan bien.

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Cese la poesía y la mentira de los artistas subvencionados a quince céntimos la letra, a tanto la rima, a cuanto la inspiración en la voz, el seco golpe del martillo, el quejido, el rasguear de una guitarra, los garabatos a real, los lamidos se recompensan con una firma.
Cese el oficio de una mano extendida y un poema retorcido en la otra, nómadas de la conjetura, ventajistas jugadores del verbo, amantes de Dante aborrecidos por políticos ansiolíticos con rostro de pez que lo mismo te ponen el laurel que te birlan la cartera, innoble oficio de ofidios voluntarios.

(PEDRO MARTÍNEZ)

casa de citas dijo...

Tal vez lo mejor de nosotros mismos no nos pertenece, tal vez no somos más que los guardianes de algo que, cuando desaparecemos, permanece.

(CHRISTIAN BOBIN)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Bien, jóvenes polemistas de la doctrina
de la inmortalidad del alma;
yo, que reposo aquí, fui el ateo del pueblo,
locuaz, beligerante, versado en los argumentos
de los incrédulos. Pero durante una larga enfermedad,
con una tos mortal, leí
los Upanishads y la poesía de Jesús.
Eso encendió una antorcha de esperanza, intuición
y deseo que la Sombra,
llevándome veloz a través de las cavernas de la oscuridad,
no consiguió extinguir.
Escúchenme aquellos que viven en los sentidos
y piensan únicamente desde ellos:
la inmortalidad no es un regalo,
la inmortalidad es una conquista;
y solamente los que se esfuercen sin descanso
la obtendrán.

(EDGAR LEE MASTERS)