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jueves, 13 de junio de 2019

Qué hacemos aún allí (por Abraham Gragera)


Era mi libro favorito.

Era un regalo de mi padre

lleno de gráficos y epígrafes,

fotografías en color

de máscaras, de buceadores

en el antártico, entre nubes

de krill; de esquirlas de cristal,

de ocelos y cefalotórax

vistos con microscopio cien

veces más grandes; e indecibles,

como lo que sentía con

"Y los árboles se volvieron

piedra", escrito junto al fósil

en el que me costaba un poco

dar con el árbol. O al llegar

a lo de la partenogénesis;

o al tratar de entender qué fue

lo que llevó a las procariotas

a fagocitar otras células,

y a convertirse en eucariotas,

inaugurando la noción

misma de vida, separando

lo vivo y lo inerte en el mar

primordial.

¿Fue de mutuo acuerdo,

la carencia de núcleo y de

membrana respectivamente?

¿O el hambre sin más y la lucha

por la supremacía? ¿Fue

un acto rutinario, ciego,

o una singularidad? ¿Cómo

se llega a ser nosotros?

Qué hacemos aún allí,

mi padre y yo, sin responder;

yo con mi libro favorito,

él con mi vida por delante;

los dos mirando al infinito

más próximo, no con nostalgia,

sino con nuestra única certeza:

que no nacemos, no morimos,

sólo nos separamos.



4 comentarios:

Isidoro Capdepón dijo...

El "morir" -la idea de la propia muerte y la constatación de las muertes ajenas- es un acontecer normal, biológico e inexorable que, sin embargo, nunca se integra del todo en nuestra naturalidad ni en nuestra normalidad.

Fuego de palabras dijo...

Esta noche, bajo la luz infinitesimal de los astros,
los árboles y las flores han estado esparciendo sus aromas frescos.
Yo paseo entre ellos, aunque no se percaten de mi presencia.
A veces pienso que cuando duermo
es cuando más me parezco a ellos-
desvanecidos ya los pensamientos.
En mí, el estar tendida, es algo connatural.
Entonces el cielo y yo conversamos abiertamente.
Y seguro que seré más útil cuando al fin me tienda para siempre:
Entonces quizás los árboles me toquen por una vez,
y las flores, finalmente, tengan tiempo para mí.

(SYLVIA PLATH)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Nunca, propiamente, reparé
si de verdad siento lo que siento.
¿Seré yo tal como me parezco? ¿Seré
tal como me juzgo verdaderamente?
También ante las sensaciones soy un poco ateo,
y no sé bien si soy yo quien en mí siente.

(Pessoa)

Pentapolín del Arremangado Brazo dijo...

Qué pena que haya escampao.
¡Con lo que me gusta el ruido
de la lluvia en el tejao...!