Era mi libro favorito.
Era un regalo de mi padre
lleno de gráficos y epígrafes,
fotografías en color
de máscaras, de buceadores
en el antártico, entre nubes
de krill; de esquirlas de cristal,
de ocelos y cefalotórax
vistos con microscopio cien
veces más grandes; e indecibles,
como lo que sentía con
"Y los árboles se volvieron
piedra", escrito junto al fósil
en el que me costaba un poco
dar con el árbol. O al llegar
a lo de la partenogénesis;
o al tratar de entender qué fue
lo que llevó a las procariotas
a fagocitar otras células,
y a convertirse en eucariotas,
inaugurando la noción
misma de vida, separando
lo vivo y lo inerte en el mar
primordial.
¿Fue de mutuo acuerdo,
la carencia de núcleo y de
membrana respectivamente?
¿O el hambre sin más y la lucha
por la supremacía? ¿Fue
un acto rutinario, ciego,
o una singularidad? ¿Cómo
se llega a ser nosotros?
Qué hacemos aún allí,
mi padre y yo, sin responder;
yo con mi libro favorito,
él con mi vida por delante;
los dos mirando al infinito
más próximo, no con nostalgia,
sino con nuestra única certeza:
que no nacemos, no morimos,
sólo nos separamos.
4 comentarios:
El "morir" -la idea de la propia muerte y la constatación de las muertes ajenas- es un acontecer normal, biológico e inexorable que, sin embargo, nunca se integra del todo en nuestra naturalidad ni en nuestra normalidad.
Esta noche, bajo la luz infinitesimal de los astros,
los árboles y las flores han estado esparciendo sus aromas frescos.
Yo paseo entre ellos, aunque no se percaten de mi presencia.
A veces pienso que cuando duermo
es cuando más me parezco a ellos-
desvanecidos ya los pensamientos.
En mí, el estar tendida, es algo connatural.
Entonces el cielo y yo conversamos abiertamente.
Y seguro que seré más útil cuando al fin me tienda para siempre:
Entonces quizás los árboles me toquen por una vez,
y las flores, finalmente, tengan tiempo para mí.
(SYLVIA PLATH)
Nunca, propiamente, reparé
si de verdad siento lo que siento.
¿Seré yo tal como me parezco? ¿Seré
tal como me juzgo verdaderamente?
También ante las sensaciones soy un poco ateo,
y no sé bien si soy yo quien en mí siente.
(Pessoa)
Qué pena que haya escampao.
¡Con lo que me gusta el ruido
de la lluvia en el tejao...!
Publicar un comentario