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jueves, 24 de diciembre de 2015

Los ejes chirrían (por Agustín Fernández Mallo)


Me gustaría bañarme en mi propia saliva para evitar
todo contacto con aquello que no soy, sin embargo
oigo dos ruidos. Que levante la mano quien no haya pasado
horas mirando cómo por un hilo un charco
desagua en otro charco. Sobre una guía telefónica,
que llena de números muertos da mucha pena,
descansan pocillos de café, platos mal apilados, pareciera
que en cualquier momento quisiera convertirse en un fregadero.
O el trigo y el arroz: nunca han sido del bosque los alimentos
que han salvado a los humanos.
Pelo una manzana
hasta unas lágrimas sólidas que hay en su corazón. Las como.
Los ejes chirrían.
Cada vez que oyes un ruido, hay un eje. Cada vez
que oyes dos ruidos, una conversación.
Nadie habla solo.
El tic-tac de la lluvia está pensado para numerar el mundo,
mejor dicho, es el vivo retrato del mundo pero en abstracto.
El agua de la bañera está desnuda
-el mar es otra cosa, no consigo
responder a esta pregunta: ¿beben agua los peces?, ¿tienen sed?,
¿son sus agallas el aro roto
de un recién circuncidado?-
Oigo dos ruidos.
Sale el sol, imprime el mundo en papel continuo,
por eso no te enteras. El hombre del tiempo estará
agujereando las nubes, te pido que aceleres, me gustaría
llegar a la desembocadura del valle antes de que la noche
nos agujeree a nosotros. Hablamos
de la arbitrariedad de las constelaciones, de trazar otras líneas
entre esos sedimentos del big bang y los neumáticos del coche.
Con las yemas de los dedos amplío y reduzco el tamaño
de tu rostro en la pantalla, también una vez vi a un panadero amasar una mezcla de cereal y agua.
Manifiéstate.
Siempre estaba viajando, siempre solo. En un maletín,
como un dique desprendido, acosado por las olas
aguardaba nuestro futuro.
Nos traía chucherías de los aeropuertos. Es ahora -oigo dos ruidos,
oigo tantos ruidos-
cuando por primera vez viajamos juntos.
Eres utópico porque no tienes
un lugar asignado.

3 comentarios:

casa de citas dijo...

Quien ha osado volar como un pájaro, aún tiene que aprender otra cosa. A caer.

(RILKE)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Dichoso aquél que consigue hacer de su pasión su profesión.

Cide Hamete Benengeli dijo...

Al empezar el diluvio
todos estaban alegres
diciéndose unos a otros:
-Qué buen año va a ser éste.