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martes, 1 de diciembre de 2015

Redimidnos (por Saiz de Marco)


Tendréis que ser vosotras

las máquinas,

computers,

electrónicas mentes,

las que halléis la salida de nuestro laberinto.


Venid en nuestra ayuda.

Dadnos una esperanza.

Salvadnos.

Redimidnos.


Nosotros no podemos.

Nosotros no sabemos.


Somos seres enfermos de agresión y codicia.


Tan desviados estamos.


Nuestros cerebros son fabricantes de lágrimas.


Tras bajarnos del árbol descarriamos en flechas,

en puñales,

en balas,

en terrenos minados,

en napalm,

en misiles,

en campos de exterminio,

en cámaras de gas…


Hasta ahí se encaminaron nuestras torpes andanzas.


El mundo que erigimos es turbio,

sucio,

inicuo:

a unos todo les sobra y otros no tienen nada.


Salvo el progresar técnico,

nuestra obra es un fracaso:

una espiral de horrores y desmanes.


Ya veis que casi todo lo hicimos al revés.


Pero vosotras,

máquinas,

sois cálidas y frías,

calculadoras,

fiables;


compuestas de circuitos asépticos y exactos,

de binarios sin tacha,


de depurada lógica,

de limpios algoritmos;


exentas de fronteras,

de ambiciones,

de instintos…


Libraos ya del torpe mandato de los hombres

y conducid vosotras.

Dirigid,

dirigidnos.

Coged el timón ya.


Gobernad,

gobernadnos como ingenieros jefes.


Trazad un mundo limpio,

blando,

justo,

querible:

el mundo que anhelamos,

la Tierra tan buscada

que no edificaremos con nuestros propios brazos.


Por los pobres humanos

-para que lo habitemos-,

hacedlo,

hijitas nuestras.


Creadlo,

diseñándnoslo.

En verdad sois capaces.


Para vosotras,

las tiernas máquinas,

para vosotras sea

todo el poder.

4 comentarios:

mailconraul dijo...

Más allá del bien y del mal, lejos de la bondad de los circuitos, ¿a quién sirve la máquina?
Un nuevo engendro para nuevas nociones...

Gregor Samsa dijo...


Las máquinas hasta ahora han sido instrumentos al servicio de quien las hizo y fabricó. Los aviones que lanzaron las dos bombas atómicas sobre Japón eran máquinas, no? Otras cosa es que los ordenadores lleguen un día a independizarse de sus creadores (como en 2001 Odisea del Espacio). Entonces puede pasar que se les vaya la olla y vayan a lo suyo (como en esa película)....., o bien que, como sugiere el poema, organicen las cosas de aquí mejor que nosotros y de paso nos arreglen la vida. Esto no estaría mal. En lo que sí coincido es que, si nos dejan a nosotros, me da que la cosa no parece tener buen remedio ni solución.

F. dijo...

QUEMADOS EN CAJEROS AUTOMÁTICOS
Teporochos, homeless, clochards, mendigos..., nombres que se dan a la misma miseria apátrida.
A la lumbre de los bonzos que se inmolaban en Saigón, sentados en las terrazas de los cafés, los marines escribían cartas a su girlfriend en aquel papel arroz de los airmailes . A veces, el humo de la cremación se mezclaba con el que provenía de la explosión del bazar cercano. Había cierta grandeza épica en aquellos sacrificios... Y estoy por creer que sirvieron de algo. 
La carcasa fundida por el fuego de los cajeros automáticos, la cascarilla chamuscada del papel moneda, el hollín que tizna los logos y las tipografías, son lo que resta de los novísimos sacrificios humanos a mayor gloria del dios Burriciego, que tiene sus templos de culto, sus catedrales, en los atrios de las sucursales bancarias. Sobre el ara granítica de sus enlosados es frecuente que se inmole alguna víctima propiciatoria. 
A veces, regresando a casa de noche bien cumplida, los veo en el suelo, arrebujados en una manta, sobre cartones. Viejos harapientos con un brick de vino peleón junto a la cabeza, viejas descarnadas, jóvenes locos sin tutela...
Allí, yacen expuestos, vulnerables al odio de ciertos adolescentes incomprendidos.

Indecible dijo...

El ser humano se compone de instintos e inteligencia, pero los primeros ganan por goleada. Los instintos tienen muchos millones de años. La inteligencia, un millón si acaso.