ahora, en mi vejez.
Como un joven, me regocijo con la noche y el día, con la claridad
de las estrellas, con los ocasos, con los amaneceres.
Como si volviera de la clase enmohecida a casa de mis padres
con tres días de vacaciones
y me fuera a Galatá y a la inmortal montaña
con su tranquila ladera.
Como si me esperaran allí mis fieles pastores de cabras
y mis compañeros, los pastores de ovejas,
para entrar con unos en los bosques mientras los demás corren
desde la cima visible hasta la fiesta de mi boda.
E, incluso, como si estuvieran preparados el queso, el requesón,
la carne, el dulce de Ios,
el kokoretzi caliente sobre las hojas de los plátanos
y el aguardiente eliótico.
Y, después, como si me llevaran al baile con sus pañuelos de seda
las pastoras y sus hijos
y, allí, donde me balanceo y me inclino y me retuerzo y me deslizo,
me gritaran: ¡Vamos, vamos!...
¡Ay! Cómo palpita a veces este corazón y tiembla despacio,
y cómo me sube la sangre,
como si estuviera allí cantando con el acompañamiento del caramillo:
"Lo dicen los ruiseñores en los desfiladeros...".
4 comentarios:
Recordar se parece a revivir
Los niños empiezan por amar a sus padres. Más adelante, cuando se hacen adultos, los juzgan. Y en la madurez, a veces, los perdonan.
(WILDE)
Nada fracasa tanto como el éxito.
(CHESTERTON)
El único criterio seguro para distinguir el sueño de la realidad no es otro que el puramente empírico del despertar, con el cual el nexo causal entre los acontecimientos soñados y los de la vigilia se rompe de forma expresa y sensible.
(SCHOPENHAUER)
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