Deificadores:
¿Dónde os dejasteis la diosa de la Risa,
el dios del "Te perdono",
la diosa del "Te ayudo",
el dios de la Ilusión,
de la Emoción?
¿Por qué olvidasteis diosas
(o diosecillas)
de la Amabilidad y la Ternura?
¿Por qué no hicisteis una diosa
o un dios
de la Alegría?
¿Y por qué no unos dioses
del "Dañar me hace daño",
"Herir me hiere"?
Griegos, romanos, egipcios y demás:
faltan
-politeístas-
en vuestra teología los dioses cotidianos,
esos de andar por casa;
faltan las diosas humildes y discretas:
las que no piden templos ni pirámides;
faltan las diosas humanamente humanas;
faltan los dioses básicos,
los esenciales,
los necesarios dioses de lo
Sencillo.
4 comentarios:
Qué olor a Dios echa el trigo.
(MIGUEL HERNÁNDEZ)
Ángeles fieramente humanos...
Es sólo cuestión de encontrar, si te toca, si tienes la mano del Destino sobre ti. Puedes no darte cuenta. O puede que no tengas interés en esos diosecillos tan humanos.
Salimos del bar y caminamos en dirección al parque.
El sol, los pájaros, las mujeres, invitaban a la esperanza.
Al cruzar la calle vimos cómo un automóvil embestía fatalmente contra un anciano. A la deshonra de la colisión se sumó el innoble desparramo de sus objetos personales: un peine, recortes de un periódico, el cristal de sus anteojos.
Luego oímos las bocinas, las ambulancias, la indignación pedestre que rápidamente se convirtió en una morbosidad pasajera, la policía que apresó al conductor, ebrio y presumiblemente incapaz de comprender lo irreversible de su acto.
Uno de los acólitos dijo:
—Cuando ocurren estas cosas temo que Dios no exista.
El profesor Lugano replicó.
-Yo temo que sí exista, a pesar de que ocurran estas cosas.
(Profesor Lugano)
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