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viernes, 14 de junio de 2019

El dibujante de cardos (por José Saborit)


A orillas de las carreteras,

ejércitos amenazantes

de rigurosos cardos,

afilados y adustos

como el fino cristal cuando se quiebra,

repetidos, resecos,

agostados después del largo estío,

en espera tal vez del golpe bravo

de viento o de pedrisca que rompiera

su corona de espinas

su aguda hostilidad de abrojos duros.

Con pinzas los cogía y con cuidado

los dejaba en su mesa descansar,

los miraba despacio, con respeto

o con veneración incluso

y una y otra vez los dibujaba,

volvía a dibujarlos

queriendo descifrar el orden cósmico

de su gravitación,

la lógica ofensiva

de aquellas diminutas

constelaciones

de soles con espinas

o al menos

como intentando dejar algo,

algo sobre el papel de toda esa

belleza tan doliente

del camino difícil,

de la vertiente dura

y de la exquisitez del mal.

Espina por espina

se afilaba el pincel,

se afanaba en el reto, pero nunca

lograba abrir la herida

de cárdenas aguadas.

Por eso no dejó

nunca de dibujarlos.

Cada espina bordaba en el papel

la huella del fracaso.



5 comentarios:

DaniPovedano dijo...

Oiga, doctor, devuélvame mi fracaso.
¿No ve que yo cantaba a la marginación?
¡Hágame caso!

Isidoro Capdepón dijo...

Tus errores y fracasos son tus maestros. Escúchales, averigua qué quieren decirte.

TóTUM REVOLùTUM dijo...


En 1976, Stephen Pile, autor de The Book of heroic Failures (El libro de los fracasos heroicos), creó en Inglaterra un club de meteduras de pata, llamado Not Terrible good Club of Great Britain. El club acabó siendo víctima de su propio éxito: demasiadas personas querían apuntarse a él. Para poder ser miembro había que ser "no demasiado bueno en algo". Se organizaban veladas en las que las personas ofrecían demostraciones de su incapacidad. Para los artistas habia un Salon des Incompétents. Con ocasión de la fundación del club, se dio un banquete en un restaurante exquisitamente malo de Londres. Cuando a la camarera se le cayó por accidente una sopera, el presidente consiguió cogerla. Y dado que había conseguido evitar un desastre, lo expulsaron del club.


Matthijs van Boxsel

todo está en Borges dijo...

Hay que tener cuidado con los enemigos porque uno acaba pareciéndose a ellos.

(BORGES)

ORáKULO dijo...

Es más fácil juzgar que comprender.