¿Una esposa afligida, un Dios-ama de casa,
haciendo cosas útiles como llenar la olla o fregar las sartenes?
¿Eres tú? No lo hagas. Me he escaldado los hombros
con los que llevo el peso
de nuestras vidas
cuando no estás ni para abrir un grifo,
y de reírte ya no digo nada.
Sí: eres como Dios, no te das cuenta.
Es por tu intercesión que me quemo la espalda o me muero de frío,
a la intemperie, en medio de toda esta blancura (empañado milagro, santa sábana un cristo dando voces).
O quizá no: serán
caprichos de traviesas tuberías
-¿qué sabemos nosotros de tantas tuberías, de Misterios?-,
y a lo mejor eres tan inocente y estás tan indefensa
como el blanco gusano enjabonado: yo. Mira a tu Hijo.
Si pudiera quedarme para siempre bajo la ducha, lo he pensado,
ensayando una especie de renacimiento, una muda de piel.
Los frascos amigables no contienen secretos,
no dicen: ya no puedo más. No juegan
al escondite con sus semejantes.
El mentol y la esencia de vainilla sólo quieren quererme.
Ser el vapor, difuminando el mundo,
un indio bautizado,
un alegre tritón pringoso de fragancias, un no-resucitado, ungido para nadie, cualquier cosa
menos el responsable
de esto:
de nosotros.
Los santuarios no existen. Moriremos de exceso
de realidad. ¿Es otro día malo, mi condena, mi amor,
mi Padre cruel, que me has mandado a redimir el mundo, y tengo que salvarte?
No toques esos grifos. Saldré tonificado, reluciente,
tan fiable y tan sólido, puro mármol de Roca,
dispuesto a hacerme cargo, como siempre.
Feliz como una gota de colonia.
A no ser que las gotas de colonia tampoco sean felices.
3 comentarios:
No hay amor sin dolor.
(Amar es triste;
mas, triste y todo,
es lo mejor que existe)
Si hay abismos,
son nuestros abismos.
Si hay peligros,
intentemos amarlos.
Todo lo terrible quizá no es
sino algo desvalido que espera que nosotros
lo auxiliemos.
(RILKE)
En la montaña
una nube se sienta
a descansar.
(GARCÍA MARTÍN)
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