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jueves, 27 de junio de 2019

Te seguimos buscando (por Reinaldo Arenas)


Sé que más allá de la muerte
está la muerte,
Sé que más acá de la vida
está la estafa.
Sé que no existe el consuelo,
que no existe
la anhelada tierra de mis sueños ni la desgarrada visión de nuestros héroes.
Pero
te seguimos buscando, patria,
en las tradiciones del recién llegado
y en las mentiras del primer cronista.
Sé que no existe el refugio del abrazo
y que Dios es un estruendo de hojalata.
Pero
te seguimos buscando, patria,
en las amenazas del nuevo impostor
y en las palmas que revientan buldoceadas.
Sé que no existe la visión
del que siempre perece entre las llamas,
que no existe la tierra presentida
Pero
te seguimos buscando, tierra,
en el roer incesante de las aguas,
en el reventar de mangos y mameyes,
en el tecleteo de las estaciones
y en la confusión de todos los gritos.
Sé que no existe la zona de descanso,
que faltan alimentos para el sueño,
que no hay puertas en medio del espanto.
Pero
te seguimos, buscando, puerta,
en las costas usurpadas de metralla,
en la caligrafía de los delincuentes,
y en el insustancial delirio de la conga.

que hay un torrente de ofensas aún guardadas
y arsenales de armas estratégicas,
que hay palabras malditas, que hay prisiones
y que en ningún sitio está el árbol que no existe.
Pero
te seguimos buscando, árbol,
en las madrugadas de cola para el pan
y en las noches de cola para el sueño.
Te seguimos buscando, sueño,
en las contradicciones de la historia,
en los silbidos de las perseguidoras
y en las paredes atestadas de blasfemias.

que no hallaremos tiempo,
que no hay tiempo ya para gritar,
que nos falla la memoria,
que olvidamos el poema, que, aturdidos,
acudimos a la última llamada
(el agua, la cola de cigarro).
Pero
te seguimos buscando, tiempo,
en nuestro obligatorio concurrir a mítines,
funerales y triunfos oficiales,
y en las interminables jornadas en el campo.
Te seguimos buscando, palabra,
por sobre la charla de las cacatúas
y el que vendió su voz por un paseo,
por sobre el cobarde que reconoce el llanto
pero tiene familias... y horas de recreo.
Te seguimos trabajando, poema,
por sobre la histeria de las multitudes
y tras la consigna de los altavoces,
más allá del ficticio esplendor y las promesas.
Todo eso lo sé.
Pero te seguimos buscando, dicha,
en la memoria de un gran latigazo
y tras el escozor de la última patada.
Te seguimos buscando, tierra,
en el fatigado ademán de nuestros padres
y en el obligatorio trotar de nuestras piernas.
Te seguimos buscando, calma,
en el infinito gravitar de nuestras furias,
en el sitio donde confluyen nuestros huesos,
en los mosquitos que comparten nuestros cuerpos,
en el acoso por sueños y aceras,
en el aullido del mar,
en el sabor que perdieron los helados,
en el olor del galán de noche,
en las ideas convertidas en interjecciones ahogadas,
en las noches de abstinencia,
en la lujuria elemental,
en el hambre de ayer que hoy hambrientos condenamos,
en la pasada humillación que hoy humillados denunciamos.
En la censura de ayer que hoy amordazados señalamos,
en el día que estalla,
en los épicos suicidios,
en el timo colectivo,
en el chantaje internacional,
en el pueril aplauso de las multitudes,
en el reventar de cuerpos contra el muro,
en las mañanas ametralladas,
en la perenne infamia,
en el impublicable ademán de los adolescentes,
en nuestra voracidad impostergable,
en el indolente estruendo de la primavera,
en la ausencia de Dios,
en la soledad perpetua
y en el desesperado rodar hacia la muerte
te seguimos buscando
te seguimos
te seguimos.


4 comentarios:

Isidoro Capdepón dijo...

La búsqueda es más importante que el encuentro. El deseo vale más que lo deseado.

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Los dioses nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro podría ser el último. Todo es más hermoso porque hay un final.

(DANIEL HORMEÑO)

cajón desastre dijo...

Te escogieron los dioses.

Entre las muchedumbres

de los siglos del Mundo,

una mano sagrada se detuvo, segura,

sobre tu frente: “Éste”.



Elegido. Poeta. Ungido con los dones

del Arte:

la infinita

soledad, el desprecio de todos y el cuchillo

de la ansiedad clavado para siempre en tu pecho.

(MIGUEL D' ORS)

Lloviendo amares dijo...

Las cosas que más amamos, o creemos amar, sólo tienen su pleno valor cuando son simplemente soñadas.

(PESSOA)