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sábado, 13 de junio de 2020

Cada tanto grita ruta desconocida (por Melisa Papillo)


Tengo treinta y tres años
y estoy tratando de dominar el volante.
Constantemente. Dejo y retomo.
Cuando tenía nueve, once, quince
soñaba que conducía un Falcon gris
y nunca frenaba.
Tomaba Maestra Baldini derecho y no frenaba.
Pasaba mi casa materna y no frenaba.
Durante las clases mi instructora repite
“no pensés, esto es automático”.
¿Por qué sueño que manejo?
Me despierto y busco en yahoo respuestas:
que estoy intentanto dominar mi destino,
que necesito tomar el control de mi vida,
imprudencia, falta de consciencia.
Cuando me levanté esta mañana
sólo quería manejar con la ventanilla baja.
Casi me anoto en un taller para descifrar sueños.
La ruta onírica. Eso que soñás te está diciendo algo.
Eso que soñás, sos.
Dicen que podés cambiarte el nombre:
si alguna vez soñaste que eras, por ejemplo, pantera,
te llamás Pantera
porque sos pantera.
Debe ser más complejo que como lo explico.
Debe ser más perturbador que como lo entiendo.
Hay otra forma de resolver los sueños recurrentes:
apostando. Una sola vez lo hice y gané setenta pesos.
Ahora no sé si debo cambiarme el nombre o hacer plata.
Últimamente salgo con GPS activado.
No es tan sencillo
cada tanto grita ruta desconocida.
A veces no entiendo muy bien los cruces, las líneas
y hago todo mal. Confundo caminos.
Mientras busco excusas para frenar
y poner balizas.
Me encantaría ser de esas personas
que siguen orientadas cuando giran el mapa.
Voy a dejarme el pelo largo
así el viento que entra por la ventanilla
lo tire todo
para atrás.
Quizá use un pañuelo como vincha
y ponga la radio con el volumen bajo.
Si algún día logro agarrar el volante
con una sola mano, con la otra
voy a saludar con ese gesto de “chau”:
no ondeando el brazo de un lado a otro
sino levantando y bajando la mano rápido
como quien dice presente desde un banco de escuela
y sigue en lo suyo.


2 comentarios:

Fuego de palabras dijo...

Canto lo que perdí y me da miedo lo ganado,
camino combatiendo eternamente,
mi rey, un rey perdido y también mis soldados;
y aunque corran mis pies desde el alba al ocaso
suenan siempre en la misma piedra breve.

(W.B. YEATS)

Anónimo dijo...

Todos los caminos conducen a Roma (sí, pero yo quería ir a San Petersburgo !!!!)