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jueves, 23 de julio de 2020

Hoy lo volví a ver (por Roberto Bolaño)


La historia comienza con la llegada del sexto enfermo,

un tipo de más de sesenta, solo, de enormes patillas,

con una radio portátil y una o dos novelas de aquellas

que escribía Lafuente Estefanía.

Los cinco que ya estábamos en la habitación éramos amigos,

es decir, nos hacíamos bromas y conocíamos

los síntomas verdaderos de la muerte,

aunque ahora ya no estoy tan seguro.

El sexto, mi padre, llegó silenciosamente

y durante todo el tiempo que estuvo en nuestra habitación

casi no habló con nadie.

Sin embargo, una noche, cuando uno de los enfermos se moría

(Rafael, el de la cama nº 4)

fue él quien se levantó y llamó a las enfermeras.

Nosotros estábamos paralizados de miedo.

Y mi padre obligó a las enfermeras a venir

y salvó al enfermo de la cama nº 4

y luego volvió a quedarse dormido

sin darle ninguna importancia.

Después, no sé por qué, lo cambiaron de habitación.

A Rafael lo mandaron a morir a su casa y a otros dos

los dieron de alta.

Y a mi padre hoy lo volví a ver.

Como yo, sigue en el hospital.

Lee su novela de vaqueros y cojea de la pierna izquierda.

Su rostro está terriblemente arrugado.

Aún lo acompaña la radio portátil de color rojo.

Tose un poco más que antes y no da mucha importancia

a las cosas.

Hoy hemos estado juntos en la salita, él con su novela

y yo con un libro de William Blake.

Afuera atardecía lentamente y los coches fluían como

pesadillas.

Yo pensaba y pensaba en mi padre, una y otra vez,

hasta que éste se levantó, dijo algo

con su voz aguardentosa

que no entendí

y encendió la luz.

Eso fue todo. Él encendió la luz y volvió a la lectura.

Praderas interminables y vaqueros de corazones fieles.

Afuera, sobre el Monte Carmelo, pendía la luna llena.



3 comentarios:

M.H dijo...

En 1965 yo leia cómics de Gene Autry , Roy Rogers, Red Rider, y otros héroes del Oeste , y veia series como el Llanero Solitario , Bonanza , Rin tin tin . También veia a el Santo, el fugitivo o los Intocables de Elliot Ness , los héroes de los niños del franquismo, llamados el chico eran americanos y eran rápidos sacando la pistola, todos median 6 pies , y eran un cúmulo de valores positivos que conseguían ser amados por la chica, cuando el chico mataba a alguien te llevabas una alegría , ya que sus víctimas eran pistoleros vestidos de negro, tahures , cuatreros , lechuguinos , atracadores y forajidos .
Marcial Lafuente era el escritor más leído en España , habré leído unas 400 novelas del escritor toledano , desde los 10 a los 13 años, tardaba 1 hora y después me echaba la siesta , llegue a Marcial gracias a mi tio, un excombatiente de la guerra civil que llegó a leer más de 8000 novelas del Oeste , a veces leíamos al pionero americano Zane Grey , o a los españoles Larry Hutton, Silver Kane o Keith Luger , pero la mayoría del material era de Marcial .
Las novelas de Marcial costaban 10 pesetas , pero en el kiosco las podías cambiar por 1 peseta, todas las de recambio llevaban multitud de muescas y marcas ya que las portadas te podían equivocar dado que todas eran parecido .
Me llevo una alegría con la alusión de que el padre de Bolaño leía a Estefanía, de hecho yo me aficioné a leer gracias a mi tio y a las novelas de Lafuente . El nieto de mi tio no llegó a escritor pero es diputado del Congreso.

ORáKULO dijo...

No entendemos a nuestros padres hasta que tenemos hijos.

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Desde el bar
-al otro lado de la calle-,
observo una boca de metro:

la gente
sube
y baja,
entra y sale,

y todos
parecen tener claro
a dónde van.

Es fascinante.

(KARMELO C. IRIBARREN)