jueves, 20 de junio de 2013
A la que hoy pierdo (por Claudio Rodríguez)
Tal vez, valiendo lo que vale un día,
sea mejor que el de hoy acabe pronto.
La novedad de este suceso, de esta
muchacha, casi niña pero de ojos
bien sazonados ya y de carne a punto
de miel, de andar menudo, con su moño
castaño claro, su tobillo hendido
tan armoniosamente, con su airoso
pecho que me deslumbra más que nada
la lengua... Y no hay remedio, y le hablo ronco
como la gaviota, a flor de labio
(de mi boca gastada), y me emociono
disimulando ciencia e inocencia
como quien no distingue un abalorio
de un diamante, y le hablo de detalles
de mi vida, y la voz se me va, y me oigo
y me persigo, muy desconfiado
de mi estudiada habilidad, y pongo
cuidado en el aliento, en la mirada
y en las manos, y casi me perdono
al sentir tan preciosa libertad
cerca de mí. Bien sé que esto no es sólo
tentación. Cómo renuncio a mi deseo
ahora. Me lastimo y me sonrojo
junto a esta muchacha a la que hoy amo,
a la que hoy pierdo, a la que muy pronto
voy a besar muy castamente sin que
sepa que en ese beso va un sollozo.
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6 comentarios:
Las mujeres confabulan contra nosotros con un arma tan sutil que no nos damos cuenta de la herida hasta que es demasiado tarde.
En medio de tu tejado
esta la luna parada
y no la deja pasar
la hermosura de tu cara.
Puede torcerse
incluso lo más recto
en un suspiro.
(RAFAEL BALDAYA)
La mayoría de las cosas que creemos saber no sabríamos definirlas.
Sólo unos instantes puede el mortal vivir plenamente como un dios. Después su vida ya no puede ser más que un continuo recuerdo de esos instantes.
(ZWEIG)
Descubrí que me querías.
Ni lo entendí al descubrirlo,
ni lo entiendo todavía.
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