zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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lunes, 31 de marzo de 2014

El sueño (por Ray Bradbury)


Somos el sueño que otra gente sueña,

la tierra donde otros aterrizan

cuando, tarde en la noche,

piensan en escaparse

y volando llegan aquí,

a donde nosotros, panda de cretinos, prosperamos irreflexivamente.

Nos negamos a ver que somos aquello a lo que el mundo aspira.

Hervimos tan inmersos en un orden

que nos quedamos ciegos ante la obviedad.

No nos importa el milagro que somos,

así que amordazamos nuestras bocas con maldiciones.

Mientras el orbe intenta

venir aquí a quedarse,

nosotros planeamos una fuga.

Qué tontería, exclaman los recién llegados del Chad.

Estáis locos, gritan los iraquíes.

Venderíamos el alma por cambiaros el puesto.

¿Cómo es posible que no os veáis como os vemos?

Trenzáis un bosque de libertad a vuestro gusto

pero, maldita sea, perdéis el bosque a causa de los árboles.

Vuestras costas engullen

10.000 expatriados por semana.

¿Alguno se pregunta por qué gritan?

¿Por qué son tan felices?

Espabilad. ¿Es mala América?

Sentaos, contemplad sus rostros, mirad.

Sois el deseo de un mundo que no tiene esperanza.

Para las oleadas de inmigrantes que fluyen este año

sois aún el hogar atractivo

que reconocerán en cuanto lleguen.

A medianoche, cuando acostados hacen proyectos, planes y ambiciones,

sois el sueño que otra gente sueña.

domingo, 30 de marzo de 2014

Por tu ausencia (por Antonio Cisneros)


1.

Con las últimas lluvias te largaste
y entonces yo creí
que para la casa mas aburrida del suburbio
no habría primaveras ni otoños ni inviernos ni veranos.
Pero no.
Las estaciones se cumplieron
como estaban previstas en cualquier almanaque.
Y la dueña de la casa y el cartero
no me volvieron a preguntar
por ti.

2.

Para olvidarme de ti y no mirarte
miro el viaje de las moscas por el aire.
Gran Estilo.
Gran Velocidad.
Gran Altura.

3.

Para olvidarte me agarro al primer tren y salgo al campo.
Imposible. Y es que tu ausencia
tiene algo de Flora de Fauna de Pic Nic.

4.

No me aumentaron el sueldo por tu ausencia,
sin embargo el frasco de Nescafé me dura el doble,
el triple las hojas de afeitar.

sábado, 29 de marzo de 2014

Así es como todo se borra (por Claudia Masin)


En las noches de Marrakesh, los hombres viejos

que me llevan a recorrer la ciudad

y esperan que los guíe, terminan inexorablemente

perdidos. Tal vez sólo sé un camino,

y los demás son rodeos

que convergen en él. No tengo preguntas,

la certeza es un sitio donde me crío a mí misma,

como si yo fuera una hija mía. ¿Ves? me digo,

aquí están las imágenes de tu vida,

desfilan como en una película muda,

las películas mudas son aburridas. No importa

demasiado tu vida. ¿Ves? aquí tu casa, tus padres,

las cosas que olvidaste en las mudanzas,

no importan demasiado tus cosas. Podrías ser

cualquiera, podrías no existir, una sirena

dibujada en un libro de mitos. Escuché la historia

de un grupo de exploradores en la Antártida:

iban a vivir un año en el medio de la soledad

y el frío para estudiar la zoología, la botánica,

el clima. El barco de rescate chocó contra un témpano

mientras viajaban para llevárselos

a Europa de regreso. Pasaron inviernos enteros

en el refugio, una casita noruega que ellos mismos

habían construido en el medio

de un país de hielo. Se inventaron

una vida cotidiana, distribuyeron

las tareas y esperaron. Uno de ellos escribió

en su diario: llegué a olvidarme de que tenía un rostro.

Sólo sobrevivía para estar presente en el momento

en que un improbable barco fantasma

asomara entre las olas. Así es como todo se borra,

la propia voz, el propio cuerpo, cuando alguien

tiene que llegar hasta nosotros

y no llega. El azar es ecuánime -solías decir-

todos encontramos al menos una vez

lo que siempre hemos buscado. Ya no te creo:

el azar, por definición, es injusto. Hay

una vez, sí, pero una sola, y lo demás es el deseo

de que vuelva.

viernes, 28 de marzo de 2014

Aprende (por José Cereijo)

Armónico murmullo de las hojas
en el aire tranquilo de la tarde,
agudo y leve canto de los pájaros,
pequeñas, palpitantes flechas vivas;

aroma silencioso de las flores,
hondura transparente del crepúsculo.
Escucha, siente, mira, goza, aprende:
todo esto tiene que morir, y canta.

jueves, 27 de marzo de 2014

No reconozco a nadie (por Taslima Nasreen)

La ciudad abarrotada de hombres, el hombre a hombros del hombre,
los perros a los pies del hombre:
ni al hombre ni al perro: no reconozco a nadie.
Llegaron de un planeta extranjero.
O soy yo. ¡La extranjera!
Soy yo, no otra alguna, la que siente el vacío.
Las hojas del árbol se me escapan,
las flores me parecen invisibles.
Camino por la hierba pero no es hierba,
es piedra,
las nubes no son nubes verdaderas,
la luna es irreal.
Bajo la lámpara sigo inmóvil como un cuerpo de sombra
y las raíces brotan de mi cuerpo de piedra.
Extranjera a mí misma yo me siento.
Gris es la ciudad.
Gris el agua del río, también él.
Sólo él me era cercano, él que tocaba mi pelo alborotado,
él, que por mí ha llorado, él, este río.
Le dije el otro día:
Me pareces hoy de piedra.
Y él me dijo,
jugando con el viento:
-¡Tú también!

miércoles, 26 de marzo de 2014

En el amanecer (por Ernesto Pentón)


1
Camina conmigo
en el amanecer silencioso
dando saltitos.

2
Preocupado
por el sentido de la vida escuché el canto
de un gorrión preocupado por nada.

3
Cuando emocionado
salgo a la terraza para buscarte,
¿hacia dónde te vas volando?

martes, 25 de marzo de 2014

Día de guerra común (por Adisa Bašić)


-abrir los ojos. levantarte
-despertarlo
-prepararlo para la línea del frente
-darle una rutinaria despedida, sin llorar
-traer agua
-tomar un baño
-preocuparte por el tiempo perdido
-depilarte las cejas
-leer el mismo libro por quinta vez
-aguzar tus oídos para los disparos en dirección donde él monta guardia
-ir en busca de harina
-correr a través de las calles
-escuchar una explosión
-sentir el soplo del metal o la piedra
-recostarte
-tocar tu herida con tus dedos
-lamer sangre
-acostarte un largo tiempo
-no llorar
-abandonar
-abrir los ojos. levantarte

lunes, 24 de marzo de 2014

Y sin cesar se hunde (por Paul van Ostaijen)


Hondos mares rodean la isla
hondos azules mares rodean la isla
no sabes
si la isla de las estrellas está allá arriba
no sabes
si la isla está en el eje de la tierra
hondos mares
hondos azules mares
en que la sonda se hunde
en que la sonda se busca
en hundiéndose busca
y busca hundiéndose
buscando su propia busca
y sin cesar
se hunde
y sin cesar
busca
hondos mares
azules mares
hondos azules mares
mares de azul profundo
se hunden
buscan
las volcadas estrellas
dos veces azules
y dos veces sin fondo
Cuándo encuentra la sonda azul
en el mar azul
el alga verde
y el banco de coral
Un animal persiguiendo en su vida un pensamiento
—aspiración con milenios de milenios sellada—
igual que un animal que caza y halla en sus dedos ciegos
sólo el repetir de hacer lo hecho
igual que un animal así
así se hunde la sonda
del marino
Si este hundirse se adentrara por ti ojos abajo, no conocerías
un vacío mayor

domingo, 23 de marzo de 2014

A nadie le importará (por Sara Teasdale)


Llegarán suaves lluvias y el olor de la tierra,

y golondrinas dando vueltas con sus débiles sonidos;


y ranas en los estanques cantarán por la noche,

y ciruelos silvestres de trémulo blanco.


Los petirrojos vestirán su emplumado fuego,

silbando sus caprichos sobre una baja alambrada.


Y nadie sabrá de la guerra, nadie

se preocupará al final cuando haya concluido.


A nadie le importará, ni a pájaro ni a árbol,

si la humanidad pereció completamente.


Y la Primavera misma, cuando despierte al amanecer,

apenas se dará cuenta de que nos hemos ido.

sábado, 22 de marzo de 2014

Por sentirnos todavía (por José Hierro)


Hemos visto, ¡ alegría !, dar el viento

gloria final a las hojas doradas,

arder, fundirse el monte en llamaradas

crepusculares, trágico y sangriento.



Gira, asciende, enloquece, pensamiento...

Hoy da el otoño suelta a sus manadas.

¿No sientes a lo lejos sus pisadas?

Pasan, dejando el campo amarillento.


Por esto, por sentirnos todavía

música y viento y hojas, ¡alegría!

Por el dolor que nos tiene cautivos,

por la sangre que mana de la herida,

¡ alegría en el nombre de la vida !


Somos alegres porque estamos vivos.

viernes, 21 de marzo de 2014

Si vuelves a nacer (por Cintio Vitier)


Él me dijo que era preciso
renacer, y yo le dije: ¿cómo?
¿a mis años puede un hombre
volver a entrar en el vientre de su madre?
Yo sentía mi rostro como una página escrita
en el viento y en la sombra
que hacían temblar nuestros cabellos
y nuestras simples vestiduras.
Las hojas también temblaban levemente,
con un sonido áspero y dulce, acariciando
los mediodías en el patio de la infancia.
Y él me dijo, y sus palabras
no parecían estar saliendo de sus labios
-¿tal vez porque la sombra los cubría, o porque era
tan ardiente su mirada?-: Oye,
tienes que renacer en el agua y el espíritu,
y hacerte del espíritu, si quieres
entrar en el Reino... Todo era
como un encuentro casual y lejanísimo
de dos amigos, y él estuvo hablando
todavía un rato, y yo sentí de pronto
que me hablaba con cierta dureza,
como reprendiéndome, y después
nos separamos silenciosamente.
Pero ahora estoy oyendo sus palabras de otro modo,
como si hubieran pasado por el agua de mi sueño
y gotearan en la luz de la mañana,
en la blanca bocanada de la luz, en las mañanas de mi infancia,
repitiéndome: si crees en mí,
si vuelves a nacer en el agua y el espíritu,
si te haces del espíritu...
Los niños pasan gritando por la ciudad vacía.

jueves, 20 de marzo de 2014

No hay infierno (por Charles Bukowski)

junto a la mesa de la esquina en
el café
está sentada
una pareja de mediana edad.
han terminado de comer
y están bebiendo una cerveza
cada uno.
son las 9 de la noche.
ella está fumando un cigarrillo.
luego él dice algo.
ella asiente.
luego habla ella.
él sonríe, mueve la mano
luego se quedan callados.
a través de las persianas
junto a la mesa
parpadea
una luz roja de neón.

no hay guerra
no hay infierno.

luego él levanta su botella
de cerveza.

es verde,
se la lleva a los labios
le da un sorbo.

es una Coronet.

ella tiene el codo derecho
apoyado sobre la mesa
y en la mano
sostiene el cigarrillo
entre el pulgar y
el índice
y cuando ella le mira
fuera las calles
florecen
en la noche.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Su cara me suena (por Saiz de Marco)

Tanto tiempo ya,
señora Alegría,
sin saber de usted,
que hasta había olvidado cómo era su rostro,
qué se siente al verlo.

Tanto tiempo ya,
señora Alegría,
que al verla de lejos,
al verla acercárseme,
incluso al tocarla con mis propios dedos…,
no supe que era usted quien venía.

(Su cara me suena,
pero ahora no caigo.)

No me encendí al verla,
no la saludé;
y no vaya a creer que fue por desplante.

No vaya a pensar,
señora Alegría,
que no me alegro de que haya venido.

Fue sólo que al principio no
la reconocí.

martes, 18 de marzo de 2014

Mientras allá arriba (por Luis Rogelio Nogueras)

Allá arriba
las nubes de mi infancia sobreviven.
Gané y perdí
Amé
y a los treinta años
todavía soy el dueño del mundo.
Día a día contemplo las nubes
y me digo:
solo el deseo es eterno.

A mi modo soy feliz
al pie del muro blanco
una muchacha me besa.
Sus grandes ojos parecen preguntarme
si nuestro amor va a durar
toda la vida.

Yo sonrío
pero no le digo
que solo el deseo es eterno.
Cada mañana me miro en el espejo
atrás quedó la primavera
de mi vida
pero soy aún el dueño del mundo.
Y lo seré
mientras allá arriba
no se esfumen las nubes de mi infancia
no se apaguen los viejos deseos.

lunes, 17 de marzo de 2014

Con las espaldas protegidas (por David González)

mi padre
se levanta temprano cada mañana
para ir a nadar
para ir a nadar
a la piscina municipal en invierno
y a la del mar cantábrico en verano

él se cree que así
me comenta mi madre, escéptica
no se va a morir nunca

desde la ventana del estudio
donde me encierro a escribir
desde por la mañana temprano
y durante las cuatro estaciones
puedo ver la playa de mi padre
la arena que está pisando
y si tuviese a mano unos prismáticos
y forzara un poco la vista
podría, incluso, verle a él

hace tiempo, años, que no le veo
ni hablo con él
ni siquiera por teléfono

pero cuando luego
retiro mi frente del cristal
y acerco la silla
apoyo los codos sobre la mesa
y empiezo a escribir
lo hago con la confianza
y seguridad
del que se sabe
con las espaldas protegidas:

su padre está ahí afuera,
nadando

y no se va a morir nunca.

domingo, 16 de marzo de 2014

Ya no estaba (por Bertolt Brecht)

Fue un día del azul septiembre cuando
bajo la sombra de un ciruelo joven
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla ya no estaba.

Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: «¿Qué fue de aquel amor? »
Debo decirte que ya no lo recuerdo;
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sé que un día la besé.

Y hasta el beso lo habría olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
Era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
Cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.

sábado, 15 de marzo de 2014

Y la noche (por Antonio Gamoneda)


Has cruzado despacio la ciudad.
Por una vez, tú no vas a trabajar,
ni a comprar una medicina,
ni a entregar una carta:
has salido a la calle para estar en la noche.

Tienes suerte esta vez;
has sabido, esta vez, que se puede vivir
y sentir reunidas tu existencia y la noche,
y que es justo y es bello y es real respirar
en esta libertad oscura hasta las estrellas.

Y, de pronto,
has pensado en tu especie y en tu privación
y en que, todos los días de la vida,
los que no aman la noche nos ocultan
esta paz que hay entre nosotros y las cosas del mundo.

Es entonces
cuando, más que en la noche, tú vives en la cólera
y en el amor también. Y te detienes.

Desandas la ciudad y te reúnes
a otra profundidad también oscura.

viernes, 14 de marzo de 2014

Para seguir (por Walt Whitman)


Hoy, antes del alba, subí a las colinas, 
miré los cielos llenos de luminarias 
y le dije a mi espíritu:

Cuando conozcamos todos estos mundos 

y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen,
¿estaremos tranquilos y satisfechos?

Y mi espíritu dijo:

No, ganaremos esas alturas sólo 

para seguir adelante.

jueves, 13 de marzo de 2014

Un aviador irlandés prevé su muerte (por W. B. Yeats)


Sé que en algún lugar entre las nubes
he de hallar mi destino;
no odio a quienes son mis enemigos,
no amo a quienes debo defender;
mi país es Kiltartan Cross,
mis paisanos los pobres de Kiltartan,
ningún posible fin ha de quitarles nada
o hacerles más felices de lo que eran.
Ni leyes ni deberes me ordenaron luchar,
ni estadistas ni masas entusiastas,
un solitario impulso de deleite
me empujó a este tumulto entre las nubes;
todo lo sopesé, de todo hice memoria,
los años por venir me parecieron
vano aliento,
vano aliento los años transcurridos
en igualdad con esta vida y esta muerte.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Vivíamos al borde (por Selva Casal)


Estos fueron los días sobre la tierra.

Nuestros días.

Cuando éramos tan pequeños como sombras de sueños.

¿Es cierto que vivíamos al borde de las cosas

sin jamás descubrirlas

y que las tardes se arracimaban dulces

en el umbral de la casa?

Y que había fechas para sonreír, para llorar.

Y yo no estaba nunca

porque siempre era tarde, porque siempre era ayer.

martes, 11 de marzo de 2014

Repleto de pasados (por Sakoto Tamura)


Me detengo en el cruce.
Ninguna figura humana
en el paisaje cotidiano.
Sólo claridad de un rayo de sol
y desde las chimeneas de pie
con unos dedos de cadáveres quemados
no oscila el humo.
No se percibe lo que se mueve.

Me apresuré por la calle acostumbrada
hacia mi casa
pero encontré una desconocida vivienda
donde debería estar mi casa.
Si todos me olvidasen,
¿se desatarían los vínculos con mi vida
y desaparecerían todas las figuras de mis ojos?

Quise retroceder
pero no encontré el camino.
Subí por la escalera del edificio
apenas reconocido.
Al abrir la puerta encontré
la habitación donde mi padre y yo
nos hospedamos en un viaje
de días lejanos.
Era un hoyo repleto de pasados
donde los polvorientos, marchitos y pobres
pero únicos verdes vivos
brotaban como los cabellos enroscados en un cráneo.

En algunos huecos al lado muchos conocidos
vivían su última y definitiva residencia.

La realidad llegó hasta mi visión.
Cuando el llanto y el estremecimiento me sacudieron del fondo
y me cubrieron totalmente,
me uní cabizbaja
con la multitud muerta.


lunes, 10 de marzo de 2014

Aunque nunca existieras (por Fernando Pessoa)


Danos Tu paz,

Dios cristiano falso pero consolador, porque todos

nacen hacia la emoción rezada a ti;

Dios anti-científico, pero enseñado por nuestra madre;

Dios absurdo de la absurda verdad, pero poseedor de la verdad de las lágrimas

en las horas de debilidad en que sentimos que pasamos

como el humo y la nube, aunque la emoción no lo quiera,

como la huella en la tierra, aunque el alma es sensible...



Danos Tu paz, aunque nunca existieras,

Tu paz en el mundo que crees Tuyo,

Tu imposible paz tan posible en la Tierra,

en la gran madre pagana, cristiana en nosotros a esta hora

y que ha de ser humana en todo cuanto es humano en nosotros.



Danos la paz como una brisa que brota

o la lluvia por la que se hacen plegarias en los campos,

y llueve por leyes naturales, tranquilizadoramente.



Danos la paz, para que por ella siga y regrese

nuestro espíritu cansado al cuarto del rebujo y la costura

donde en una esquina está la inútil cuna, pero no la madre que arrulla,

donde en la cómoda vieja está la ropa de infancia, desnuda

del poder burlar la vida con el sueño...



Danos tu paz.

El mundo es incierto y confuso,

el pensamiento no llega a parte alguna de la Tierra,

el brazo no alcanza más de lo que la mano puede contener,

la mirada no atraviesa los muros de la sombra,

el corazón no sabe desear lo que desea,

la vida yerra constantemente el camino hacia la Vida.

Danos, Señor, la paz, seas Cristo o Buda,

danos la paz y admite

en los valles olvidados por los pastores ignotos,

en las cumbres de hielo de los eremitas perdidos,

en las callejuelas oblicuas de los barrios apartados de las ciudades,

la paz que es de quienes no conocen y olvidan sin querer.



Materna paz que adormezca la tierra,

durmiente en el hogar sin filosofías,

recuerdo de los cuentos de hadas sin la vida allá fuera,

la canción de cuna revivida a través del niño sin futuro,

el calor, la nana, el niño,

el niño que se va a acostar

y el sentido inútil de la vida,

el antiguo sepulturero de las cosas,

el dolor sin fondo de la tierra, de los hombres, de los destinos,

del mundo...

domingo, 9 de marzo de 2014

Los nexos invisibles (por Javier Cánaves)


El latido que media
entre decir o no decir te quiero.
Los nexos invisibles que nos atan
a una forma de olvido, a unas piernas,
al nombre que se inscribe en una lápida.
Se amontonan las facturas, planos enmohecidos
de ciudades deshechas,
fetiches que nos miran
con la tristeza mansa de saber que son humo,
las víctimas perfectas
de nuestra rendición o desconcierto.

El latido que media
entre el que salta y el que no, la vida
que estalla en las burbujas
del agua que calientas para el té de las cinco.
El modo en que la luz dibuja puentes,
detonaciones sordas,
el caligrama absurdo de todos estos años.

Es tentador pensar que no sirvió de nada,
pero está la tristeza,
su extraño don,
esta manera imbécil de amar el mundo, todo
lo que sabes inútil
y no quieres perder
y perderás.

La tristeza que todo amor precisa
para ser de verdad y para siempre.

sábado, 8 de marzo de 2014

Lluevo (por Andrés Trapiello)


Lluevo en esta ciudad
envuelto en frío, en aguacero, en noche,
y cuanto toco queda convertido
en una calle solitaria y triste
hecha de casas muertas, y en farolas
de cuyo resplandor nacieran ruinas
y a millones las cruces.
Lluevo sin tregua en todos los rincones,
sobre puertas cerradas y en abiertas
alcantarillas ciegas que se llevan
hasta el mar las estrellas.
Mi corazón es charco y cuando anclan
en él las negras nubes
no pueden ser más náufragas,
y con sólo morirme me confundo
en un luto de pájaros.
Lluevo sobre las ramas
desnudas de los árboles y lluevo
dormido sobre el banco de ese parque
constelado de sueños que mendigan
a las sombras que pasan,
por la mucha tristeza de las cosas
que se acaban.
Y a manos llenas lluevo en el cristal
de la fosca ventana de mi estudio, y las gotas que lluvian
mi corazón por dentro
son las mismas que bajan y resbalan
trazando bellos signos
que podría leer, si no tuviera
en los ojos mi lluvia tantas lágrimas.

viernes, 7 de marzo de 2014

Pura exterioridad (por Santiago Kovadloff)

Puedo ser a veces pura exterioridad.
De pie en oficinas donde tramito mis cosas
o atento a que me llamen,
con un número en la mano,
en bancos, casas de cambio,
en la cola
de los que adeudan la luz,
no leo, no pienso, no recuerdo,
ni siquiera miro a los que me rodean.

Aprendí a aguardar mi turno
sin buscar amparo en nada.
Nunca estuve en tantos sitios
tan desnudo como ahora;
nunca tan entero en una fila
entregado sin más
a la espera con que espero,
gestos, músculos, sudores solamente,
libre al fin de mí, sin más allá,
externo, desasido,
absorto en esa mansa
inconsistencia del instante.

jueves, 6 de marzo de 2014

Hasta siempre, Leopoldo María


Amigos: Es el rayo que no cesa. Se nos fueron hace poco Juan Gelman, Félix Grande y José Emilio Pacheco. Y ahora se marcha Leopoldo María Panero. Unidos por la muerte (como dice el poema que a continuación publicamos). Pero lo afirmaremos una vez más: Nadie se va, y todos se quedan. La nada, la muerte y sus ansias carnívoras no podrán con la poesía.


En recuerdo de Leopoldo María, este poema suyo:




Carta al padre (por Leopoldo María Panero)



Solos tú y yo, e irremediablemente
unidos por la muerte: torturados aún por
fantasmas que dejamos con torpeza
arañarnos el cuerpo y luchar por los despojos
del sudario, pero ambos muertos, y seguros
de nuestra muerte; dejando al espectro proseguir en vano
con el turbio negocio de los datos: mudo,
el cuerpo, ese impostor en el retrato, y los dos siguiendo
ese otro juego del alma que ya a nada responde,
que lucha con su sombra en el espejo-solos,
caídos frente a él y viendo
detrás del cristal la vida como lluvia, tras del cristal asombrados
por los demás, por aquellos Vous êtes combien? que nos sobreviven
y dicen conocernos, y nos llaman
por nuestro nombre grotesco, ¡ah el sórdido, el
viscoso templo de lo humano!
Y sin embargo
solos los dos, y unidos por el frío
que apenas roza brillante envoltura
solos los dos en esta pausa
eterna del tiempo que nada sabe ni quiere, pero dura
como la piedra, solos los dos, y amándonos
sobre el lecho de la pausa, como se aman
los muertos
«amó», dijiste, autorizado por la muerte
porque sabías de ti como de una tercera persona
bebió dijiste, porque Dios estaba (Pound dixit)
en tu vaso de whiski
amo bebió, dijiste, pero ahora espera
¿espera? y en efecto la resurrección
desde un cristal inválido te avisa
que con armas nuestra muerte florece
para ti que sólo
sabías de la muerte. Aquí
¿debajo o por encima?
de esta piedra
tú que doraste la sobrenatural dureza y el
dolor sobrenatural de los edificios desnudos
¿en qué perspectiva
—dime— acoger la muerte?
en la mesa de disección
tú que danzaste
enloquecido en la plaza desierta
tropezando
hiriéndote las manos en el trapecio del silencio
en pie contra las hojas muertas que
se adherían a tu cuerpo, y contra la hiedra que tapaba
obsesivamente tu boca hinchada de borracho,
danzas, danzaste
sin espacio, caído, pero
no quiero errar en la mitología
de ese nombre del padre que a todos nos falta,
porque somos tan sólo hermanos de una invasión de lo imposible
y tus pasos repiten el eco de los míos en un largo
corredor donde
retrocedo infatigable, sin
jamás moverme
¡ah los hermanos, los hermanos invisibles que florecen,
en el Terror! ¡Ah los hermanos, los hermanos que se defienden
inútilmente de la luz del mundo con las manos,
que se guardan del mundo por el Miedo, y cultivan en la sombra
de su huerto nefasto la amenaza de lo eterno, en
el ruin mundo de los vivos! ¡Ah los hermanos,
Y el ave,
el ave que vuela sobre el mundo en llamas, diciendo solo
a los mortales que se agitan debajo, diciendo
solo: ABISMO, ABISMO!
Abismo, sí, tibia guarida
de nuestro amor de hermanos, padre.
¡Pero tan solos!
¡Tan solos! Fantasmas que hace visible la hiedra
—como hiedramerlín como niñadecabezacortada como
mujermurciélago la niña que ya es árbol—
crecen hojas
en la foto, y un florecer te arranca
de los labios caníbales de nuestra madre Muerte, madre
de nuestro rezo
florecen los muertos florecen
unidos acaso por el sudor helado
muerto de muchas cabezas hambrientas de los vivos
te esperamos ave, ave nacida
de la cabeza que explotó al crepúsculo
ave dibujada en la piedra y llena
de lo posible de la dulzura, de su sabor
ajeno que es más que la vida, de su crueldad
que es más que la vida
¡ira
de la piedra, ira que a la realidad insulta,
que apalea
a la cabaña torpe de la mentira con verbos
que no son, resplandecen, ira
suprema de lo mudo!
(te esperamos
en la delgada orilla de lo que cae, en el prado
nocturno que atraviesan lentos
los elefantes)
percibís el frío
la
conspiración de las algas,
gelatina, escamas, mano
que sobresale de la tumba
manos que surgen de la tierra como tallos
surcos arados por la muerte,
cabezas de ahorcados que echan flor:
decapitados que dialogan
a la luz decreciente de las velas,
¡oh quién nos traerá la rima
la música, el sonido que rompa la campana
de la asfixia, y el cristal borroso
de lo posible, la música del beso!
De ese beso, final, padre, en que desaparezcan
de un soplo nuestras sombras, para
asidos de ese metro imposible y feroz, quedarnos
a salvo de los hombres para siempre,
solos yo y tú, mi amada,
aquí, bajo esta piedra.

Presuroso y perdido (por Félix Grande)


La prisa despareja con que miro tu piel

la premura apretada con que altero tu cuerpo

y este desasosiego en que empapo mi lengua

para hablarle a tu carne y lamer a tu voz

son como ávidas gotas de estaño compasivo

que busca aminorar las grietas de la muerte

La planta de la edad nos chupa nuestros días

abriéndose como una flor negra, abominable

y en este esplendor de hoy se oculta la simiente

de una desposesión calcinada y perversa

como la del desierto En el calcio del tacto

hay una lenta caries que nos invade desde

el fin aterrador del tiempo y de la vida

Presuroso y perdido unto en mí tu persona

y soy un bulto de hombre y de loco y de perro

que corre por tu cuerpo y a la vez por un túnel

despavoridamente lamiendo las tinieblas

miércoles, 5 de marzo de 2014

Nos presentamos juntos (por Antonio Orihuela)

Mi madre me estaba dando el pecho
cuando mi padre consiguió un trabajo
del que no se movió en treinta años.

Imaginó que, a cambio de su fidelidad,
la empresa le gratificaría, cerca de su jubilación,
con un reloj de oro, una placa o un viaje a Torremolinos,
pero no, le dieron una patada en el culo
y a base de cambiarse de nombre
resultó que después de treinta años
mi padre no había trabajado allí ni treinta días.

Cada mañana, para el control de parados,
nos presentamos juntos en el INEM,

primero le nombran a él
y después me nombran a mí.


Hay gente que se siente satisfecha viendo a sus hijos imitarles,
me pregunto qué opinará él de todo esto.

martes, 4 de marzo de 2014

lunes, 3 de marzo de 2014

Por un instante (por Inma Luna)


Me asomo a la baranda
y desde allí
con un sol tan benévolo que parece una tregua,
veo cómo pasean los hombres y mujeres,
veo cómo se besan,
se cogen de la mano
y juegan con sus hijos en la arena,
les enseñan los colores del mar,
el olor que remolcan las olas
y, por un instante,
todo parece tan sencillo...
Como si vivir tan sólo consistiese
en amar y enseñarnos
lo hermoso que puede ser el mundo.

domingo, 2 de marzo de 2014

Y ni siquiera (por Alfredo Félix-Díaz)


Y no estás en la lluvia que se filtra

entre las piedras de esta larga calle

llena de historia y árboles indómitos.


Y no estás en los ojos de mi novia,

grises y azules y naranjas, como

el Rin en julio cuando sale el sol.


Y ni siquiera estás entre mis dedos

sordos, Dios mío, que se pasan horas

metidos en las hojas de los libros

más absurdos, buscándote, buscándote.


En la lluvia, entre piedras, en la calle,

en los ríos y el sol lleno de historias,

metido entre las hojas amarillas

y rojas y naranjas, ni siquiera.

sábado, 1 de marzo de 2014

Haikus (por Aitor Suárez)

Ser. Ser sólo uno,
escindido del Todo.
Ser un fragmento.

.....

Morir. (Re)unirse
de nuevo con el Todo.
Reunificarse.

.....

En una grieta
entre asfalto y cemento
crece una flor.

.....

Gracias, Memoria,
por bañar en miel los
recuerdos ácidos.

.....

El mismo sitio
antes, en otro tiempo,
era otro sitio.

.....

Aunque volviera
allí, no volvería
al mismo allí.

.....
  
Como un obsequio
alguien toca el piano
tras las paredes.

.....

Un dolor nuevo
llega y apaga los
otros dolores.

.....

Llanto con risa.
Como lluvia con sol. Y
sale el arco iris.

.....

Ahí abajo,
piel adentro de todos
habita un niño.

.....

Entrará el tiempo
en cualquier recoveco
donde te escondas.

.....

No suavizamos
este mundo; antes bien,
lo endurecemos.

.....
  
Son los humanos
quienes hacen sufrir
a los humanos.

.....

La humanidad
gime, víctima de
la humanidad.

.....

Nosotros mismos
hemos hecho de esto un
valle de lágrimas.

.....

Navegar por
tus ojos. Naufragar.
Hundirme en ellos.

.....

Año 3.000.
No existo, o más bien
no existí nunca.

.....

Balas, y no hachas.
Misiles, y no piedras.
¡Qué gran avance!

.....

A esta renuncia
a interrogarme llamo
"mis convicciones".

.....
  
Dentro de mí
se alza, me contradice,
discrepa el otro.

.....

¿Es todo el Todo
chatarra de un big bang:
de un accidente?

.....

¿Somos cascotes
de una Gran Explosión
descontrolada?

.....


Un óvulo, un
espermatozoide y,
¡zas!, a vivir.

.....

No es muy largo el
trayecto que hay entre
no ser y ser.

.....
  
¿Quién duerme ahí dentro,
como esperando a que
lo despertemos?

.....

Nos da miedo el
trozo de nosotros que
no controlamos.

.....

La vida entera
tengo para olvidarte
o no olvidarte.