zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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martes, 30 de junio de 2020

Donde se levantó moho (por Carlos Martín Eguía)


La humedad traspasó primero la pared
después los caños
tomando los cables y comiéndole la luz
a ese sector de la casa
un espacio a oscuras en el nirvana del mineral
donde se levantó moho.
La causa está a la vista y no hay nada que suponer
me dice ella que siempre supo que vivir es actuar
y que está de nuevo
en lo que una vez pensamos como hogar.
Con cara de desconcertado inquilino que vuelve
de trasnochar a la deriva
me pregunto qué rincón de mi cerebro
se arruinará primero
a imagen y semejanza. 


lunes, 29 de junio de 2020

Advertencia al lector (por Nicanor Parra)


El autor no responde de las molestias que puedan ocasionar sus escritos:

aunque le pese.

El lector tendrá que darse siempre por satisfecho.

Sabelius, que además de teólogo fue un humorista consumado,

después de haber reducido a polvo el dogma de la Santísima Trinidad

¿respondió acaso de su herejía?

Y si llegó a responder, ¡cómo lo hizo!

¡En qué forma descabellada!

¡Basándose en qué cúmulo de contradicciones!


Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:

la palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte,

menos aún la palabra dolor,

la palabra torcuato.

Sillas y mesas sí que figuran a granel,

¡ataúdes!, ¡útiles de escritorio!

Lo que me llena de orgullo

porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos.


Los mortales que hayan leído el Tractatus de Wittgenstein

pueden darse con una piedra en el pecho

porque es una obra difícil de conseguir:

pero el Círculo de Viena se disolvió hace años,

sus miembros se dispersaron sin dejar huella

y yo he decidido declarar la guerra a los cavalieri della luna.


Mi poesía puede perfectamente no conducir a ninguna parte:

«¡Las risas de este libro son falsas!», argumentarán mis detractores.

«Sus lágrimas, ¡artificiales!».

«En vez de suspirar, en estas páginas se bosteza».

«Se patalea como un niño de pecho».

«El autor se da a entender a estornudos».

Conforme: os invito a quemar vuestras naves,

como los fenicios pretendo formarme mi propio alfabeto.


«¿A qué molestar al público entonces?», se preguntarán los amigos lectores:

«Si el propio autor empieza por desprestigiar sus escritos,

¡qué podrá esperarse de ellos!».

Cuidado, yo no desprestigio nada

o, mejor dicho, yo exalto mi punto de vista,

me vanaglorio de mis limitaciones,

pongo por las nubes mis creaciones.


Los pájaros de Aristófanes

enterraban en sus propias cabezas

los cadáveres de sus padres

(cada pájaro era un verdadero cementerio volante).

A mi modo de ver

ha llegado la hora de modernizar esta ceremonia,

¡y yo entierro mis plumas en la cabeza de los señores lectores!


domingo, 28 de junio de 2020

Un huerto y una casa (por Andrés Trapiello)


Pienso a menudo: un huerto y una casa,
algunos pocos surcos, los frutales,
el pasillo hasta el pozo,
el laurel, los naranjos y el viejo caserón
al fondo... Éste es mi sueño, elemental y grávido.
Ya lo tuvieron tantos, que no puede
casi llamarse sueño. A donde quiera
que voy pienso en mi huerto y en mi casa,
arcaica como un cántaro,
e incluso cuando, pobre, no tengo pensamientos,
me saben esperar con su pobreza
y hacerme compañía. Ni siquiera la muerte
que me da tanto miedo, me acobarda.
Al contrario. Donde se encuentre un mínimo
huerto y la casa en medio de los campos,
quedará algo de mí que no habrá muerto,
y esto elemental, a mí,
todo menos elemental, me ayuda
y me hace col y cántaro, el simple de los simples,
y pozo y agua y tierra de esta tierra
en que pondrá los pies mi sueño,
con su carne y sus huesos arraigados
abonando la tierra y saludando al aire.


sábado, 27 de junio de 2020

Lo imperfecto (por Trinidad Gan)


Espero lo imperfecto

al acercar mis manos hacia el mundo,

cuando toco los bordes del alféizar

que se abre agrietado a otra mañana

y se cuela en el cuarto el disonante

voltear de campanas y sus ecos

de metal y de viento fundidos en la altura.


Espero lo imperfecto

si giro la cabeza para mirar tu rostro,

surco limpio en las sábanas, amor aún dormido,

y siento ese tumulto de palabras escritas

que nos dejó la noche en los estantes.

También en esos gajos de naranja

que dispongo a la mesa de nuestro desayuno,

y en la ropa arrugada, de verano,

que viste ahora mi prisa

al bajar la escalera que me aleja de ti.



Mientras buscan mis ojos

en los árboles quietos algún brillo de aurora

o cuando trato en vano de distinguir las voces

que aceleran mis pasos por la calle,

y sobre todo al verme ya vuelta multitud

entre los que caminan,

tan manchada como ellos de miedo y de esperanza,

espero simplemente lo imperfecto:

que una vez más me roce su trazo de belleza,

irremediablemente humano.



viernes, 26 de junio de 2020

Así tomo mi lugar (por Emily Dickinson)



De algún modo sobreviví a la noche
y entré en el día.
Al salvado le basta su salvación
aunque no sepa el cómo.

Así tomo mi lugar entre los vivos,
como si alguien me escoltase,
candidata al azar de la mañana
pero citada con los muertos.


jueves, 25 de junio de 2020

¿Quién es quien es? (por Fernando Pessoa)


Un día escribiré tal vez un poema mío,
no una cosa cualquiera que, si la analizo,
sea solo la tela que en mí se tejió
con tanto ajeno e improvisación anónima
que a mí o a ellos olvidó...

Un poema propio, en el que vaya mi ser,
en el que diga lo que siento y lo que soy,
sin pensar, sin fingir y sin querer,
como un lugar exacto, éste donde estoy,
en el que me puedan ver tal como soy.

Ah, ¿pero podré yo ser quien soy? ¿Quién sabe
tener el alma que tiene? ¿Quién es quien es?
Sombras de nosotros, sólo nos cabe reflejar.
Pero, irreales ramajes, ¿reflejar qué?
Tal vez sólo el viento que nos cierra y nos abre.


miércoles, 24 de junio de 2020

Crepúsculo con Nellie (por Charles Simic)


Monk en el Five Spot
una noche, tarde.
"Ruby My Dear", "Epistrophy".
El lugar casi desierto
debido a la ola de frío.
Un hermoso travesti negro
solo en la primera fila
bebiendo su copa con disimulada coquetería.
La música pitagórica
una nota por vez
conectando las esferas celestes
mientras me apoyaba contra la barra
estudiando el local
a través del humo del cigarrillo.
De pronto, la clara sensación
de un acontecimiento memorable...
El placer que produce, la deliciosa melancolía...
Este hombre tan extraño inclinado sobre el piano
sacudiendo la cabeza, canturreando...
"Misterioso."
Después, todo terminó, ¡gracias!
Las sillas apiladas en las mesas,
las patas hacia arriba.
Fuera, la posibilidad de congelarse,
el largo camino a casa,
el deseo de retrasarlo.
¿Quién dijo que los americanos no tienen historia,
sólo una nostalgia infinita?
Y ¿dónde diablos estaba Nellie?



martes, 23 de junio de 2020

Para encontrar consuelo (por Paulina Vinderman)


Quise dormir en la vieja cama del arte
para encontrar consuelo.
Es un viejo sueño, me dice el arqueólogo.
Un sueño desde las cuevas del paleolítico,
sólo se necesita coraje al despertar.
La realidad semeja un eco de migraciones,
una llanura seca donde buscamos un árbol de mango
para hundirnos en su sombra.

Lo real siempre está diciéndonos adiós.


lunes, 22 de junio de 2020

Ella (por Wislawa Szymborska)


Que ella esté a lo que él elija.
Que ella cambie para que nada cambie.
Es fácil, imposible, difícil, vale la pena.
Ella tiene los ojos azules o grises,
si hace falta los tiene negros, felices,
llenos de lágrimas sin motivo.
Ella hace el amor con él como si fuera la primera vez,
como si fuera la única.
Ella le dará cuatro hijos,
o no le dará hijos, tal vez uno.
Siendo ingenua, es su mejor consejero.
Siendo débil, es quien lo aguanta todo.
Aunque ella no tenga la cabeza sobre los hombros, ella la tendrá.
Ella lee a Jaspers y revistas
femeninas.
Ella no sabe para qué sirve un tornillo
pero puede construir un puente.
Ella es joven, siempre joven,
siempre joven todavía.
Ella acoge en sus manos un gorrión con el ala rota,
guarda sus ahorros para un viaje largo y lejano,
guarda una cuchilla, una venda y un
vaso de vodka.
¿A dónde vas tan corriendo?
¿No estás cansada?
No, un poquito, quizá mucho, no es nada.
O bien ella lo ama o bien
se empecina en amarlo.
Por lo mejor y por lo peor
y por el amor que vino del cielo.


domingo, 21 de junio de 2020

Far West (por Maribel Andrés Llamero)


Esta planicie sigue siendo el oeste
y en mí siempre cupo el espanto
de los grandes desiertos,
de la soledad de la encina de Castilla.
Jamás laberinto más terrible
que aquel que no conoce muros.

La noche se cierne aquí sobre nosotros
de una sola vez y por entero
y cuando el sol te inunda
—qué hacer si te calcina—
nadie se puede guardar.

Abandonados somos a la llanura.


sábado, 20 de junio de 2020

Mientras me lavaba las manos (por Isidro Saiz de Marco)


Claro está que no soy el primero ni el último
que se aquieta,
se abstiene,
deja hacer.
Pero antes de mí nadie lo exhibió de este modo,
y creo que después nadie lo hará.

Mucha gente quería ejecutar a un hombre.
Me lo llevaron preso para que lo juzgase.
Yo no encontré motivos para crucificarlo.
Pero insistieron tanto que tuve miedo
de un tumulto o revuelta,
algo que provocara que me destituyesen.
No iba a arriesgar el cargo
sólo para evitar una injusticia.

Así que a fin de cuentas dejé que lo mataran.

Pero antes hice traer un barreño con agua
y en él
públicamente,
casi ostentosamente,
lavé mis manos.

"Yo no mando matarlo, tan solo lo consiento"
-quise mostrar a todos.

"Mis manos están limpias"
(pero no, no lo estaban)
-es lo que proclamé.

Mientras me lavaba las manos,
aquel hombre inocente miraba lo que hacía.
A veces me pregunto
qué pensó.


viernes, 19 de junio de 2020

Salvo a mí mismo (por François Villon)


Distingo a las moscas en la leche,

conozco al hombre por su indumentaria,

distingo el buen tiempo del malo,

conozco al manzano por la manzana,

conozco el árbol por la resina,

conozco cuando todo es lo mismo,

distingo al que trabaja o descansa,

conozco todo, salvo a mí mismo.


Conozco al jubón por el cuello,

conozco al monje por el hábito,

conozco al amo por su criado,

distingo cuándo el truhán habla en jerga,

conozco a la monja por el velo,

conozco a los botarates nutridos de crema,

conozco al vino por el tonel,

conozco todo, salvo a mí mismo.


Distingo caballo y mula,

distingo su carga y su peso,

conozco a Beatriz y a Isabel,

conozco la ficha con que se cuenta y suma,

distingo lo que veo de lo que sueño,

conozco la herejía de los husitas,

conozco el poder de Roma,

conozco todo, salvo a mí mismo.


Príncipe: conozco, en suma, todo.

Conozco arrebolados y pálidos,

conozco la muerte que todo lo consume,

conozco todo, salvo a mí mismo.


jueves, 18 de junio de 2020

En el instante en que se alza (por Delia Quiñónez)





No en la cresta de la ola.
No en la extinción
de su espumoso vientre.


en el instante
en que se alza y desciende
hurtando eternidad
entre olvido de sábanas
y el leve,
lento
rompimiento de túneles y voces.

Ascenso a contraluz.
Fuga
hasta el abismo insondable
que mece su agonía
en un recodo
de minutos tirados al vacío.

Ser y dejar de ser
en la cresta y en la espuma.
Ritmo agónico
urdido
en antiguos manantiales.

Ademán
en donde transita la sal
que asciende
y desciende
en vuelo eternizado.



miércoles, 17 de junio de 2020

Por rabioso fuego (por Clara Janés)


Y no por el hielo negro

y no por hielo

que sea muerte

por rabioso fuego

que prende ya en las raíces

del árbol

que desde el hondo desgarro

de la raíz de la tierra

me sostiene

eco que me vivifica

mientras entrego el aliento

voces en llamas

te llaman

desde mi fondo

de fuego lenguas

que no por hielo

que no por el hielo negro

tu acristalada blancura

cisne de amor

incandescente en mi canto

se aposenta

centellas voy hacia el aire

voy hacia ti llameando

que no por el hielo negro

cisne de aire

cisne de aire

y silencio.


martes, 16 de junio de 2020

Habitaciones vacías (por Alejandro Salse)


El polvo compone las dunas

de la misma manera

que los segundos el tiempo:

sabiendo que

acabarán

con todo.

Ésa es la traición

de lo insignificante;

la misma que practican

las ausencias

diminutas

capaces de llenar

habitaciones vacías.


lunes, 15 de junio de 2020

Sus ojos miran de otra forma (por Anna Ajmátova)


Cuando una persona muere
cambian también sus retratos.
Sus ojos miran de otra forma, y sus labios
sonríen con otra sonrisa.
Me di cuenta de esto al regresar
del entierro de un poeta.
Desde entonces, a menudo, he comprobado
que mi conjetura era verdad.


domingo, 14 de junio de 2020

Aunque no conozca tus palabras (por Anne Sexton)


Oh María, madre frágil,
escúchame, escúchame ahora,
aunque no conozca tus palabras.
El rosario negro con su cristo de plata
descansa, sin bendecir, en mi mano,
porque yo soy la incrédula.
Cada cuenta, redonda y dura, entre mis dedos,
es un pequeño ángel.
Oh María, permíteme esta gracia,
este paso,
aunque yo sea tan desagradable,
hundida en mi pasado
y en mi locura.
Aunque hay sillas aquí,
me arrojo al suelo.
Solo mis manos están vivas,
al tocar las cuentas.
Tartamudeo palabra a palabra.
Una principiante; siento tu boca que toca la mía.

Cuento las cuentas como olas
que me martillean.
Me lastima su cantidad;
enferma, enferma en el calor del verano,
la ventana sobre mí
es la única oyente de mi ser incómodo.
Ella es la gran garantía, la aliviadora.
La dadora de aire,
al murmurar,
exhala desde sus amplios pulmones como un pez enorme.

Cerca, más cerca,
llega la hora de mi muerte
mientras me arreglo la cara, retrocedo,
me vuelvo inmadura y mi pelo se alisa.
Todo esto es la muerte.
En la mente hay un pasaje angosto que se llama muerte,
me muevo por allí
como a través del agua.
Mi cuerpo es inútil,
yace enroscado como un perro en la alfombra.
Ya se rindió.
Aquí no hay palabras, salvo esas que se entienden a medias:
"Ave María" y "Llena eres de gracia".
Ahora penetro en el año sin palabras.
Noto la entrada rara y el exacto voltaje.
Existen sin palabras.
Sin palabras toco el pan,
y reparto el pan
sin hacer ruido.

Oh María, tierna doctora,
ven con polvos y hierbas
porque estoy en el centro.
Es exiguo y el aire es gris,
como en un baño de vapor.
Recibo el vino, como un niño recibiría leche.
Presentado en una copa fina,
redondeada y de borde delicado.
El vino es de tonos vivos, rancio y secreto.
La copa se alza por sí misma hasta mi boca,
y me entero de eso y lo comprendo,
solo porque ocurre.

Tengo miedo de toser,
pero no hablo,
miedo a la lluvia, miedo del jinete
que empieza a cabalgar dentro de mi boca.
La copa se inclina por sí misma
y me enciendo.
Veo dos lineas finas que bajan ardiendo por mi mentón,
me veo a mí misma como si estuviera viendo a otra.
Estoy partida en dos.

Oh María, levanta los párpados.
Estoy en el dominio del silencio,
en el reino del loco y del durmiente.
Hay sangre aquí
y yo estoy sin comer.
Oh madre del útero,
¿vine solamente por la sangre?
Oh pequeña madre,
estoy en mi propia mente,
estoy encerrada en la casa errónea.



sábado, 13 de junio de 2020

Cada tanto grita ruta desconocida (por Melisa Papillo)


Tengo treinta y tres años
y estoy tratando de dominar el volante.
Constantemente. Dejo y retomo.
Cuando tenía nueve, once, quince
soñaba que conducía un Falcon gris
y nunca frenaba.
Tomaba Maestra Baldini derecho y no frenaba.
Pasaba mi casa materna y no frenaba.
Durante las clases mi instructora repite
“no pensés, esto es automático”.
¿Por qué sueño que manejo?
Me despierto y busco en yahoo respuestas:
que estoy intentanto dominar mi destino,
que necesito tomar el control de mi vida,
imprudencia, falta de consciencia.
Cuando me levanté esta mañana
sólo quería manejar con la ventanilla baja.
Casi me anoto en un taller para descifrar sueños.
La ruta onírica. Eso que soñás te está diciendo algo.
Eso que soñás, sos.
Dicen que podés cambiarte el nombre:
si alguna vez soñaste que eras, por ejemplo, pantera,
te llamás Pantera
porque sos pantera.
Debe ser más complejo que como lo explico.
Debe ser más perturbador que como lo entiendo.
Hay otra forma de resolver los sueños recurrentes:
apostando. Una sola vez lo hice y gané setenta pesos.
Ahora no sé si debo cambiarme el nombre o hacer plata.
Últimamente salgo con GPS activado.
No es tan sencillo
cada tanto grita ruta desconocida.
A veces no entiendo muy bien los cruces, las líneas
y hago todo mal. Confundo caminos.
Mientras busco excusas para frenar
y poner balizas.
Me encantaría ser de esas personas
que siguen orientadas cuando giran el mapa.
Voy a dejarme el pelo largo
así el viento que entra por la ventanilla
lo tire todo
para atrás.
Quizá use un pañuelo como vincha
y ponga la radio con el volumen bajo.
Si algún día logro agarrar el volante
con una sola mano, con la otra
voy a saludar con ese gesto de “chau”:
no ondeando el brazo de un lado a otro
sino levantando y bajando la mano rápido
como quien dice presente desde un banco de escuela
y sigue en lo suyo.


viernes, 12 de junio de 2020

Los Langali (por Robert Rivas)


Todos los días, desde que el mundo fue puesto en marcha (existía desde hacía un tiempo infinito, pero por razones que estamos en camino de desvelar se demoró su arranque), tomamos la cantidad estrictamente necesaria de sol para la vida. Alimentamos los ríos. Obligamos a la tierra a responder a nuestras minúsculas semillas con copiosos frutos. Reimantamos las mareas, logrando que los mares no se queden nunca quietos del todo, y así alejamos la parálisis de la tierra. Disponemos también de las fases de la luna, para mover aquello que pesa mucho. Podríamos hacerlo nosotros, pero escogimos guardar nuestras fuerzas para nuestros placeres. Hacemos al mundo tan bello y útil como se puede. Animales de todas clases, bestias incomprensibles, y también pequeños seres con alas de cristal, sin sentido alguno. El material no es el mejor, hay que decirlo una vez más para que se nos entienda. Nos gusta hacer rotar los vientos, y que los objetos caigan hacia la tierra, en lugar de volar hacia los cielos creándonos innumerables dificultades. Hay que decirlo una vez más: hemos pensado en todo. Dividimos a los Langali, que al principio eran de un solo sexo, en al menos dos bien distinguibles, porque antes de eso nos aburríamos. También inventamos algunas supuestas calamidades, para no tenerlo tan fácil que nos terminasen dominando la Desidia y su hermano, el Tedio. Hicimos aparecer los sentimientos, tanto el karuna, como el prema, el pyara y el priya y la rudra, para darle intensidad a las cosas, ya que por sí mismas vimos que tienden a la Repetición y a la Inercia. Podríamos haber hecho que los nuevos Langali naciesen ya adultos, ahorrándonos toda clase de dificultades, pero en lugar de eso, una vez más, y usando nuestro inimitable ingenio, los hicimos nacer desde muy pequeñitos, dentro del cuerpo de las Langali, distrayéndolos de su natural tendencia a la sensación de vacío y su queja. Nos llevó cierto tiempo dividir el bien y el mal, hay que admitirlo. Estamos muy lejos de ser perfectos. Todavía aparecen de cuando en cuando Langalis jóvenes que ponen en duda nuestras certezas, y nos vemos obligados a pensar el mundo exterior y el mundo Langali de nuevo. Pero tratamos de tomarlo con cierto humor. Después de haber puesto cierto orden en el universo, todas esas estrellas y galaxias y planetas y sistemas de fuerzas pavorosas, hemos dejado lugar tanto a la estupidez como a la ignorancia, a la violencia y a la maldad para que este asunto que podría habernos embalsamado en Tedio, funcionase. ¿Y por qué no referirnos a una de nuestras mayores creaciones: la muerte? Un toque más de genio de los Langali. De pronto todo cobró movimiento: la vida, que no significaba nada diferente de la materia inerte, cobró vuelo. Con la muerte creamos una variedad casi infinita de aflicciones, que llenan nuestras vidas de preguntas y deseos. Sí, hay que señalarlo una vez más, hacemos muy bien las cosas. Pero para ser justos, debemos admitir nuestra terrible falencia y es el Dios que nos ha tocado en suerte: un perfecto Inútil, pero por encima de todo ¡un Engreído completo!


jueves, 11 de junio de 2020

Abre todas las puertas (por Luis Alberto de Cuenca)


Abre todas las puertas: la que conduce al oro,
la que lleva al poder, la que esconde el misterio
del amor, la que oculta el secreto insondable
de la felicidad, la que te da la vida
para siempre en el gozo de una visión sublime.
Abre todas las puertas sin mostrarte curioso
ni prestar importancia a las manchas de sangre
que salpican los muros de las habitaciones
prohibidas, ni a las joyas que revisten los techos,
ni a los labios que buscan los tuyos en la sombra,
ni a la palabra santa que acecha en los umbrales.
Desesperadamente, civilizadamente,
conteniendo la risa, secándote las lágrimas,
en el borde del mundo, al final del camino,
oyendo cómo silban las balas enemigas
alrededor y cómo cantan los ruiseñores,
no lo dudes, hermano: abre todas las puertas.
Aunque nada haya dentro.


miércoles, 10 de junio de 2020

En qué te vas a convertir (por Marcelo Díaz)


No sé por qué pienso en la trayectoria de un cometa
la misma representación;
hace unas horas mi mente se detuvo: sería su trayectoria
a punto de completar su recorrido.
¿Te preguntaste qué te dirías
a vos misma si pudieras observarte a miles de kilómetros
de distancia? O mejor: miles de años luz
a la velocidad de las estrellas -qué te dirías-.
¿Te reconciliaste con el mundo?
¿Cómo se te ocurrió vaciarte así
de todo cuidado? ¿De toda formación sensible?
¿Te reconciliaste al final
con la experiencia sentimental?
¿De quién era la voz que decía:
vamos a permanecer lejos
para encontrarnos en el futuro?
¿Por más que en el porvenir
nuestra esperanza sea del tamaño del corazón
de una manzana
el núcleo invisible de un agujero negro?
¿En qué te vas a convertir?
Yo haré de mi propio invierno
un fuego demorado
para que más adelante la llama
te toque en otra vida con la precisión de la luz
cuando en su alumbramiento
atraviesa el espacio y enciende algo parecido a tu voz
pero que no es tu voz sino el eco relegado
en la sombra del universo
lo más parecido a la música de mis sueños
donde lo único que se ilumina es el silencio
¿Lo escuchaste? Vos te vas y regresa
yo parto y vuelve. ¿Se escucha?
Acá voy, acá vas, el efecto de un boomerang
justo en el momento en que la mente se apaga
el pensamiento regresaría
después de varios movimientos concéntricos
la misma idea, la trayectoria del cometa,
una manera de decir, seré como vos
serás como yo, y el día
en que la circunferencia del astro
nos queme ni siquiera lo ardido
nos sobrevivirá


martes, 9 de junio de 2020

Ya no eres el rey de los parques (por Roberto Bolaño)


¿Qué hace un tipo como tú en este lugar?

¿Planeas un crimen?

¿Pasó por tu cabeza la idea de entrar en aquella casa

silenciosamente, forzando una ventana

o por la puerta de la cocina?

Ya no eres el rey de los parques y jardines,

tu rostro está en los archivos de la policía

y con sólo apretar un botón la computadora escupe

una fotografía tuya de frente

y de perfil.

Ya no eres el rey de los parques, escúchame, un botón

y caes entre los dientes de la máquina, tu jeta

en la retina de todos, sargentos de la brigada criminal

y forenses, enfermeros y fotógrafos, peritos de la

policía científica y espaldas cuadradas que vigilan

las puertas del paraíso:

sombras crepusculares

que intentarán evitar una nueva caída. Sombras que dicen:

no te metas en líos, sonofabich, sigue recto bajo los reflectores

y no mires atrás.


lunes, 8 de junio de 2020

Y amor en los océanos de acero (por Jaime Siles)


Amor bajo las jarcias de un velero,
amor en los jardines luminosos,
amor en los andenes peligrosos
y amor en los crepúsculos de enero.

Amor a treinta grados bajo cero,
amor en terciopelos procelosos,
amor en los expresos presurosos
y amor en los océanos de acero.

Amor en las cenizas de la noche,
amor en un combate de carmines,
amor en los asientos de algún coche,

amor en las butacas de los cines.
Amor, en las hebillas de tu broche,
gimen gemas de jades y jazmines.


domingo, 7 de junio de 2020

La condena (por Felipe Benítez Reyes)


El que posee el oro añora el barro.
El dueño de la luz forja tinieblas.
El que adora a su dios teme a su dios.
El que no tiene dios tiembla en la noche.

Quien encontró el amor no lo buscaba.
Quien lo busca se encuentra con su sombra.
Quien trazó laberintos pide una rosa blanca.
El dueño de la rosa sueña con laberintos.

Aquel que halló el lugar piensa en marcharse.
El que no lo halló nunca
es un desdichado.
Aquel que cifró el mundo con palabras
desprecia las palabras.
Quien busca las palabras que lo cifren
halla sólo palabras.

Nunca la posesión está cumplida.
Errático el deseo, el pensamiento.
Todo lo que se tiene es una niebla
y las vidas ajenas son la vida.

Nuestros tesoros son tesoros falsos.
Y somos los ladrones de tesoros.


sábado, 6 de junio de 2020

Basta con que me lleves (por Olga Orozco)


Me reconoces, noche,
me palpas, me recuentas,
no como avara sino como una falsa ciega,
o como alguien que no sabe jamás quién es la náufraga y quién la endechadora.
Me has escogido a tientas para estatua de tus alegorías,
sólo por la costumbre de sumergirme hasta donde se acaba el mundo
y perder la cabeza en cada nube y a cada paso el suelo debajo de los pies.
¿Y acaso no fui siempre tu hijastra preferida,
esa que se adelanta sin vacilaciones hacia la trampa urdida por tu mano,
la que muerde el veneno en la manzana o copia tu belleza del espejo traidor?
Olvidaron atarme al mástil de la casa cuando tú pasabas
para que no me fuera cada vez tras tu flauta encantada de ladrona de niños,
y fue a expensas del día que confundí en tu bolsa la blancura y la nieve,
los lobos y las sombras.
Ahora es tarde para volver atrás y corregir las horas de acuerdo con el sol.
Ahora me has marcado con tu alfabeto negro.
Pertenezco a la tribu de los que se hospedan en radiantes tinieblas,
de los que ven mejor con los ojos cerrados y se acuestan del lado del abismo
y alzan vuelo y no vuelven
cuando Tomás abre de par en par las puertas del evidente mediodía.
Tú fundas tu Tebaida en lo invisible. Tú no concedes pruebas.
Tú aconteces, secreta, innumerable, sin formular,
como una contemplación vuelta hacia adentro,
donde cada señal es el temblor de un pájaro perdido en un recinto inmenso
y cada subida un salto en el vacío contra gradas y ausencias.
Tú me vigilas desde todas partes,
descorriendo telones, horadando los muros, atisbando entre fardos de penumbra;
me encuentras y me miras con la mirada del cazador y del testigo,
mientras descubro en medio de tus altas malezas el esplendor de una ciudad perdida,
o busco en vano el rastro del porvenir en tus encrucijadas.
Tú vas quién sabe adónde siguiendo las variaciones de la tentación inalcanzable,
probándote los rostros extremos del horror, de la extrema belleza,
la imposible distancia de los otros, el tacto del infierno,
visiones que se agolpan hasta donde te alcanza la oscuridad que tengo,
hasta donde comienzas a rodar muerte abajo con carruajes, con piedras y con perros.
Pero yo no te pido lámparas exhumadas ni velos entreabiertos.
No te reclamo una lección de luz,
como no le reclamo al agua por la llama ni a la vigilia por el sueño.
¿O habría de confiar menos en ti que en las duras, recelosas estrellas?
¡Hemos visto tantos misterios insolubles con sus blancos reflejos, aún a pleno sol!
Basta con que me lleves de la mano como a través de un bosque,
noche alfombrada, noche sigilosa, que aprenda yo lo que quieres decir,
lo que susurra el viento,
y pueda al fin leer hasta el fondo de mi pequeña noche en tu pupila inmensa.


viernes, 5 de junio de 2020

Qué barniz en mis ojos (por Isidro Saiz de Marco)


lo que brillaba

lo que encendía la vida

lo que emitía destellos de ardor y claridad

lo que irradiaba e iluminaba instantes en medio de lo lúgubre

lo que hacía incandescentes, a veces, los minutos

aquello que fulgía


a todo eso 


qué pátina

qué neblina por dentro


qué barniz en mis ojos

qué incrustada humareda, ¡ladrona de la luz!

lo volvió gris



jueves, 4 de junio de 2020

Y ve con ellos (por María Victoria Atencia)


Cuando alcen los vencejos, cenital, su desorden

y la tarde se ponga, de tan insoportable-

mente bella, del color de la lluvia,

dale a la desmemoria su espacio suficiente, y olvida

el descanso de ti, y olvídate de ti, y olvídame,

y ve con ellos, vete con la tarde.


miércoles, 3 de junio de 2020

Pero ya otra (por Jorge Nájar)


Más allá del plumaje, en los temblores.
los de adentro, y también en los pavoneos,
uno que tanto sangró, uno que tanto
vio arena del desierto royéndola,
el tren del verano dislocando la soledad,
esta infancia, en fin, lavándole las manos.
Uno que tanto, en suma, la amó
ahora ya no es más o tal vez ya nunca
en ese pavoneado plumaje y andares
de ave augusta, complacida
en finos y honorables gestos.
Así yo ya no. Así yo ya no más.
Habrá que esperar, sin embargo, Señora
-trate de no olvidarlo-
encontrada más tarde desnuda y pelada
amando a sudores, temblando en las entrañas
y ya otra o quien sabe la misma,
pero ya otra, en la privacía total,
sin plumas ni pavoneos
y ya sólo entonces volver a sangrar
esta vez sí para siempre.


martes, 2 de junio de 2020

Qué tal se lleva (por E.E. Cummings)


El difunto Buffalo Bill,
montado en plateado corcel
y fluido como el agua,
disparaba a los palomos:
¡bang, bang, bang y bang!
y atinaba todos los balazos.
¡Oh, qué galanura!
Y yo quisiera saber
qué tal se lleva usted
con ese apuesto joven
de ojos azules,

Señora Muerte


lunes, 1 de junio de 2020

Viendo a la gente andar (por Juan Gelman)


Viendo a la gente andar, ponerse el traje,

el sombrero, la piel y la sonrisa,

comer sobre los platos dulcemente,

afanarse, correr, sufrir, dolerse,

todo por un poquito de paz y de alegría,

viendo a la gente, digo, no hay derecho

a castigarle el hueso y la esperanza,

a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día,

viendo, sí,

cómo la gente llora en los rincones

más oscuros del alma y sin embargo

sabe reír y sabe andar derecho,

viendo a la gente, bueno, viéndola

tener hijos y esperar y siempre

creer que van a mejorar las cosas

y viéndola pelear por sus riñones,

digo gente,


qué hermoso andar contigo

a descubrir la fuente de lo nuevo,

a arrancar la felicidad,

a traer el futuro sobre el lomo, hablar

familiarmente con el tiempo y saber

que acabaremos y de una buena vez por ser dichosos,

qué hermoso, digo, gente, qué misterio

vivir tan castigado

y cantar y reír,

¡qué asunto raro!


Porque existen las plazas. Y los pájaros.

Y las muchachas y los perros y

los árboles, la gente, los zaguanes.


Porque existen los Juanes, preocupados

porque la nena tiene fiebre o

le salen los dientitos. La mujer

suele decir: "Cuando te aumenten

el sueldo..." y suele estar en el mercado

contando las monedas y contándose

la vida a tropezones.

¡Qué cuestión!


Si estas cosas existen, si es que están

golpeándote y pegando a tu sordera,

¿quizás te calles o te vayas o

te dediques al sueño, a la morfina,

quizás te vayas, sí, o tomes vino

sobre el estaño, cálido de codos,

posiblemente existas de ese modo,

pálido, flaco, tropezándote

a cada rato con tu pantalón

y tu camisa, rota de ilusiones,

y tu ilusión, tan rota de camisas?


¿Quizás te escapes con la madrugada

tibia aún en tus ojos, para ir

a la muerte, a la muerte y a la muerte

bajo otros cielos, sobre ajenos patios,

entre otras voces, caras, infelices,

para que digan se murió, eso es todo,

siempre eso es todo, se murió, que encuentren

un peine roto en tu bolsillo, cartas,

y eso es todo, eso es todo?

¡Qué cuestión!