Viendo a la gente andar, ponerse el traje,
el sombrero, la piel y la sonrisa,
comer sobre los platos dulcemente,
afanarse, correr, sufrir, dolerse,
todo por un poquito de paz y de alegría,
viendo a la gente, digo, no hay derecho
a castigarle el hueso y la esperanza,
a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día,
viendo, sí,
más oscuros del alma y sin embargo
sabe reír y sabe andar derecho,
viendo a la gente, bueno, viéndola
tener hijos y esperar y siempre
creer que van a mejorar las cosas
y viéndola pelear por sus riñones,
digo gente,
qué hermoso andar contigo
a descubrir la fuente de lo nuevo,
a arrancar la felicidad,
a traer el futuro sobre el lomo, hablar
familiarmente con el tiempo y saber
que acabaremos y de una buena vez por ser dichosos,
qué hermoso, digo, gente, qué misterio
vivir tan castigado
y cantar y reír,
¡qué asunto raro!
Porque existen las plazas. Y los pájaros.
Y las muchachas y los perros y
los árboles, la gente, los zaguanes.
Porque existen los Juanes, preocupados
porque la nena tiene fiebre o
le salen los dientitos. La mujer
suele decir: "Cuando te aumenten
el sueldo..." y suele estar en el mercado
contando las monedas y contándose
la vida a tropezones.
¡Qué cuestión!
Si estas cosas existen, si es que están
golpeándote y pegando a tu sordera,
¿quizás te calles o te vayas o
te dediques al sueño, a la morfina,
quizás te vayas, sí, o tomes vino
sobre el estaño, cálido de codos,
posiblemente existas de ese modo,
pálido, flaco, tropezándote
a cada rato con tu pantalón
y tu camisa, rota de ilusiones,
y tu ilusión, tan rota de camisas?
¿Quizás te escapes con la madrugada
tibia aún en tus ojos, para ir
a la muerte, a la muerte y a la muerte
bajo otros cielos, sobre ajenos patios,
entre otras voces, caras, infelices,
para que digan se murió, eso es todo,
siempre eso es todo, se murió, que encuentren
un peine roto en tu bolsillo, cartas,
y eso es todo, eso es todo?
¡Qué cuestión!
1 comentario:
Sobre mi lápida
escribe tú también, muchacho.
Niña triste, garabatea.
Que se pierda mi nombre
de este lado de Dios.
(JÁNOS PILINSZKY)
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