zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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lunes, 30 de junio de 2014

Me disteis un instante (por Juan Vicente Piqueras)


¡Oh dioses, hondos dioses, altos dioses,

seáis o no seáis, qué poco importa!


me disteis un instante

en esta vida, un día

breve, encendido, ciego, luminoso,

para abrazar el aire, arder de amor,

gozar, sufrir, cantar, saber, decir,

aprender a deciros

sencillamente gracias.



domingo, 29 de junio de 2014

Y aun así brilla en tus ojos (por Antonio Orihuela)


Me tomas de la mano

y a mitad de un cigarro

me dices que la herida de la operación de hernia estrangulada

no termina de cerrar por falta de plaquetas en los glóbulos rojos,

que se te ha disparado el azúcar

y la tensión va a su puta bola

dispuesta a joderte el corazón en cualquier momento,

y además está lo del hígado, los pies, los pulmones...

y aun así

brilla en tus ojos

la extraña luz de los rebeldes.


Me dices que aquí no te va quedando nadie,

que tal vez te bajes al sur, con tus hijos,

definitivamente.


Me dices que España es una caverna

habitada por cuarenta millones de cadáveres.


Me dices que estás paseando por Picadilly

debajo de una gabardina

y llevas un ómnibus rojo en el bolsillo para tus hijos.


Me dices que en medio de la escasez y de las sombras

has decido casarte con una comunista

por la Iglesia.


Me dices que es domingo

y hombres sonrientes,

con un mundo nuevo en los corazones,

se agitan dentro de monos azules

y marchan hacia el Alcázar.


Me dices que estás jugando con metralla

en el último agujero de obús

en el Parque del Oeste

en el frente de Madrid.


Me dices que eres un niño,

pero yo

solo veo

a un hombre

que se está muriendo.

sábado, 28 de junio de 2014

Todo nos dijo adiós (por Jorge Luis Borges)


Somos el tiempo. Somos la famosa
parábola de Heráclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro;
la que se pierde, no la que reposa.

Somos el río y somos aquel griego
que se mira en el río. Su reflejo
cambia en el agua del cambiante espejo,
en el cristal que cambia como el fuego.

Somos el vano río prefijado,
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adiós, todo se aleja.

La memoria no acuña su moneda.
Y sin embargo hay algo que se queda
y sin embargo hay algo que se queja.



viernes, 27 de junio de 2014

Parecerse al aire (por Robin Myers)


Según lo veo, el cielo es otro mundo, nada más,
y yo no soy de ahí.
Vi un programa en la tele acerca de los peces de las profundidades,
que viven tan hondo que casi no son peces, sino apenas
pinchos y lamparitas que relumbran en un lugar extraño.
Nosotros no podemos bajar tanto, excepto en una máquina.
De intentar respirar, nos ahogaría el agua,
y nos aplastaría la oscuridad. Mientras que aquellos peces
se la pasan nadando por ahí, con sus luces de giro y sus dientecillos,
comiendo lo que sea que comen,
todas nuestras palabras y los planes que hacemos no nos sirven de nada;
y todas esas sombras y las cosas que brillan,
junto con la comida invisible de los peces,
tienen bastante más sentido que nosotros.
¿Por qué sería diferente el cielo?
Otro país por el que para entrar tenemos que morir,
y donde ya no importan la tierra ni la sangre ni los huesos,
y hay que aprender a parecerse al aire
después de caminar durante tantos años.
Cuando a la noche prendo una vela al costado de mi cama,
eso es lo más que llego a parecerme
a los peces de las profundidades.
Se me voló el sombrero un día de viento;
quizá eso se parezca un poco a volar
o a tener un espíritu o a ser uno. Jamás volví a encontrarlo.
Quizá llegue a algún lado antes que yo,
quizá me quede donde estoy sin él.

jueves, 26 de junio de 2014

Llega al corazón (por Jorge Riechmann)


Llega a ser el que eres.
Llega a habitar el lugar donde vives.
Llega a pensar tus propios pensamientos.
Llega a aproximarte a tus prójimos.
Llega a hacerte cargo de tus acciones, y a amar a aquéllos a quienes amas.
Llega al corazón de las tautologías que en realidad no son tales.

miércoles, 25 de junio de 2014

Después del tiempo (por Octavio Paz)


¿Sólo en el tiempo soy? ¿Sólo soy tiempo?
¿Una imagen que huye de sí misma
y está más lejos mientras más se acerca?
¿Soy un llegar a ser que nunca llega?
Lo que fui ayer -las nubes, la muchacha,
y en recodo de cualquier momento
la no invitada sombra de la muerte-
no fue, no llegó a ser, no será nunca:
ayer está pasando todavía
y nunca acaba y nunca llega.
“Después del tiempo”: pienso, “está
la muerte
y allí seré por fin, aunque no sea”.
Mas no hay después ni hay antes y la muerte
no nos espera al fin: está en nosotros
y va muriendo a sorbos con nosotros.

martes, 24 de junio de 2014

Entro en la vieja casa (por Gianni Siccardi)


La casa bosteza su pasado

en el lamento de los tatuajes del techo

grietas que guardan las miradas furtivas

de sus antiguos habitantes.


Crepitan las historias oxidadas de los muertos.

en la memoria de la casa

sus risas grotescas

sus estériles agravios

que entran y salen

de la cárcel de las habitaciones

sus fugaces deseos repentinos

a media luz

que nunca se jugaron la vida.


La sombra mezquina

de sus minúsculas batallas

sube lentamente por las paredes

y una gelatina de humores sombríos

avanza con un gemido amenazante

y se apodera

de las secretas cicatrices de los zócalos

del silencio pudoroso del armario.


Los gritos de la casa

sus alcobas inconfesables

aparecen de pronto en sus cerraduras trabajosas

en sus espejos

atiborrados de caras desconocidas.


Y esos aullidos amordazados

que interrumpen la noche

¿son los llamados paganos de los vencidos

antiguos habitantes

o los desvaríos de la casa

y su vendaval de ausencias?


¿Y ese rumor de ropa tendida?

¿Ese suculento olor a guisos?

¿El golpe de viento en las ventanas ajadas

y el arrastrar de sillas en el piso indefenso?

¿Y la música gangosa de una radio

que todavía se queja de sus achaques?


Estas habitaciones

me echan en cara su pasado irreparable

sus trabajos para sobrevivir

a tantas historias

y muecas y diálogos fracasados

y pequeñas traiciones domésticas.


El centro de las habitaciones

donde se palpan

los cuerpos enredados de los amantes

y sus asfixias y ceremonias y delirios

sus gestos demenciales

sus respiraciones de náufragos

sus besos a la deriva

la celebración de la eterna fogata

donde crecieron los sexos

y se abrazaron.

Palpo sus suspiros desgarradores

que iluminan toda la casa

y la casa se estremece

con una alegría insensata.


¿Merezco este lugar

estas paredes?

¿Podré sobrellevar los excesos

de los desconocidos antepasados?

¿Podré ser el legítimo heredero de esos años?


Extranjero

advenedizo

intruso

extraño

usurpador.


Entro al baño

y veo a sus mujeres

que enjabonan sus cuerpos sagrados

detrás de la cortina.

Ahora

la exactitud de los gestos rápidos

de la eficaz mujer solitaria

que verifica con mirada higiénica

el trabajo de sus manos asépticas

sobre el mapa de su piel.

Ahora

la lentitud de esa otra que adormece

los rincones más redondos de su cuerpo

bajo la sensualidad de la lluvia caliente

y se demora en ese refugio

que le oculta al mundo

y el jabón encuentra

entonces

su verdadera naturaleza

de espuma soñadora

de crema voluptuosa

de miel reparadora.


Salgo a la libertad del patio

y las voces de los chicos

se me suben a los hombros.

¿Serán ahora ancianos

abuelos

penosos jubilados

acortando las tardes frente al televisor

o inventando el pasado

con sus débiles voces quejumbrosas?


¿Por qué dejaron la casa?

¿Por qué permitieron

que el intruso que soy atravesara la puerta?

¿Nacieron aquí?

¿Murieron aquí?

¿Escribieron aquí cartas de abandono y desasiento?

¿Sonó el teléfono para destrozar sus lágrimas?

¿Amaron hasta la extinción de sus cuerpos?


Con permiso.

Déjenme entrar.

Soy el nuevo ocupante de la casa.

lunes, 23 de junio de 2014

Apenas mi perfil (por Máximo Simpson)

Yo quise ser un rojo violín desorbitado,
un exabrupto eterno,
un jardín de magnolias o una tromba,
y sólo soy ahora profesor de nostalgias,
edecán del otoño pesaroso.

Yo quise ser el mar,
o tal vez quise ser lo que no quise,
un triángulo isósceles o un trueno,
o una momia egipcia
con su paz infinita, imperturbable.

Eso quise tal vez en mi constancia,
en mi apuro, en mi afán, en mi zozobra,
quise ser el revés, la mano izquierda,
el costado de mí, mi renegado,
y sólo soy mi tú, mi pobre mí,
un pronombre ya exhausto,
un posesivo huérfano, un despojado mi.

Eso quise tal vez,
y sólo soy ahora mi vecino,
apenas mi perfil, mi suroeste,
mi terco lateral:
estoy en la adyacencia limítrofe de mí,
y siento desazón, me extraño mucho.

domingo, 22 de junio de 2014

Condenados a fósiles (por Carlos Juárez Aldazábal)

Si es por tragedia, alguien debería
contar la historia de los trilobites,
animales marinos condenados a fósiles,
a que nadie humedezca sus mañanas
ni recuerde la razón de los abismos.
Pero no se trata de escribir lo que se sabe.
Aquí la tragedia es no poder despedirse,
no poder desear buena ventura,
un “que te vaya bien, que todo amaine”.
No se conocen las rutas de la muerte
ni los designios del azar que transforman los restos.
No se conoce el rumbo, ni el color, ni la forma.
Sólo sabemos lo que supura el ojo,
y líquido por líquido, ojo por ojo,
es la tragedia la que decora el cuadro:
caminata torcida para subir un cerro
con fósiles marinos creciendo en sus cornisas.
Un caprichoso adiós, que ya no importa.

sábado, 21 de junio de 2014

Vuestro son en mis oídos -“oda a Salinas”- (por [fray] Luis de León)

El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música extremada,
por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primero esclarecida.

Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce
que el vulgo vil adora
la belleza caduca, engañadora.

Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.

Ve cómo el gran maestro
a esta inmensa cítara aplicado
con movimiento diestro
produce el son sagrado
con que este eterno templo es sustentado.

Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entre ambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.

Aquí el alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él así se anega
que ningún accidente
extraño y peregrino oye o siente.

¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a este bajo y vil sentido!

A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.

¡Oh, suene de continuo,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!

viernes, 20 de junio de 2014

La mañana absuelta (por Gabriel Celaya)

Con los ojos limpios
veo la nueva primavera,
la mañana absuelta.
Con los ojos lavados de pensamientos,
la alegría es otra vez lo que comienza
sin ideas,
la locura feliz, lo que se estrena.

Allí está el mar. Mira el mar.
Los pinos tiemblan
aquí, que no, que sí.
La brisa me envuelve, vuela mi camisa
y un frescor me anima.

Con los ojos cerrados
pienso en mis queridos amigos muertos
que no viven esta dicha.
Con los ojos abiertos
mi sonrisa riza la melancolía.

jueves, 19 de junio de 2014

Y el agua me columpia (por Matilde Alba Swann)


Y la lluvia sonríe, canta dentro

del cristal que me habita

y repercute

sobre un suelo ya antiguo

en otras lluvias, y otras tardes miradas

desde lejos.


Mi ventana de ver el mundo, abierta,

y mi puerta a algún náufrago,

descubro

que no hay puertas,

que nunca hubo ninguna

para abrir, ni cerrar; que estuve afuera.


Y esta lluvia...


La tarde me habla quedo

como un hombre, cansado ya de días,

que repite y repite la aventura

no vivida,

y es su única aventura.


Que no sea la noche aún, imploro;

que esta penumbra se prolongue

y siga.

Que no llegue la sombra, que no arribe

la hora parda,

y el agua me columpia; recién nazco,

es temprano, necesito

de la gracia de un pétalo de tiempo,

del milagro de dar

mi voz exacta.


Un rocío ya apenas, esta lluvia

se ha quedado fulgiendo

en las corolas

amarillas y rojas de mi patio.

En cada gota –yo te absuelvo– escucho,

de la espina y la herida

que causaste.


Esta lluvia, el perdón, y mis rosales.


Emplumada de gris, vuela la tarde.

miércoles, 18 de junio de 2014

Aunque tomen otros caminos (por Karol Wojtyla)


Querido hermano
eres como una inmensa tierra
donde de pronto los ríos se secan
y el sol quema el cuerpo
como metal fundiente.
Siento tus pensamientos
como míos
aunque tomen otros caminos.
Porque usaremos la misma balanza
para pesar la verdad y el error.
Es como una fiesta:
pensamientos que brillan
diferentes
en tus ojos y en los míos
aunque sea la misma

sustancia para ambos.

martes, 17 de junio de 2014

Con su temblor (por Eugenio Montejo)


Escribo al lado de esta vela,

de esta vela que tiembla.

Le queda llama, pero tiembla,

cree, como yo, que ya no cree,

que alumbra sola frente al universo.


Despacio cae la indescifrable noche

con sus astros girando.

La vela erguida, contra el mundo, arde,

y en mi cuaderno lenta se derrama

su luz atea.

Estamos solos uno frente al otro,

ella con su temblor y yo, mirándola,

mientras en derredor, junto a su lumbre,

van y vienen los vuelos planetarios

de pequeños insectos que dan vueltas,

la errante lucha de una galaxia mínima

que quizás gira porque cree, porque no cree,

que gira porque gira…

lunes, 16 de junio de 2014

Claros rayos en mi vida oscura (por Antonio Buero Vallejo)


Te contaré, Gerardo,
cierta historia secreta.
Dentro de los pupitres
tu Antología brillaba.
Capturábamos versos cual luciérnagas
de Juan Ramón, Alberti, Lorca, Huidobro.
Y tuyos. El pocillo
de tinta violeta
aún competía con la estilográfica.
Albert Samain diría, Vallejo dice...
Y yo, sin decir nada.
Yo no era aquel Vallejo.
(Pensando en otra cosa
cuarenta años más tarde
repito, sin embargo, esas palabras
como un raro estribillo esquizofrénico.)
Estalló la bombona
de sangre, frío, piojos.
Entre disparos, miles de estudiantes
musitaban aún cercanos versos.
Supervivientes joyas
contadas una a una
después, en grises celdas.
Nuestro pobre tesoro.
De tarde en tarde alguna gema nueva.
En un viejo envoltorio de sardinas
hallé la luz verdosa
de tu farol cantábrico
y nunca me abandona el reverbero
de su jugosa pulpa azucarada.
Tu giratoria lluvia
robé mas tarde
y en mayo siempre es mía.
Ahora nos acompañas
en el café, a unos pocos que quedamos,
como si en vez de ser Gerardo Diego
un jubilado fueses.
El luminoso nácar
de una bella cercana nos ignora.
Aún no está dicha la palabra Dicha,
piensas, y yo contigo.
Pero el verso la encierra
nombrada y poseída.
Otros adolescentes
(limpios o ensangrentados, no se sabe)
acopiarán, dichosos, el tesoro.
Renovados Quevedos
te han de oír con sus ojos.
Gracias, Gerardo, por tu centelleo
de claros rayos en mi vida oscura.
La astucia excusarás de estos renglones;
no ignoro, bien lo sabes, que son prosa.

domingo, 15 de junio de 2014

Limpieza (por Irene Gruss)

Jabón y agua tibia arrastran lo que quedó de la fiesta.
Todavía no es rancio el perfume del vino
y el ahora pastoso manjar barrido de los platos
es burbuja que salta en un mover sagrado:
limpieza;
otra vez la vajilla sin mácula,
nada que reste de alegría tan breve, esmerada
en un durar interior.
Lo que brilla es pasado y preparación
para –y aún más breve– lo que urge, lo que se aproxima, inevitable reunión
y ágape: ¿has amado
o lavado así?

sábado, 14 de junio de 2014

Y te paras a verte (por Jaime Gil de Biedma)


¿De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

¡Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

viernes, 13 de junio de 2014

Entonces se va a acabar (por Paulo Leminsky)


cuando yo tenga setenta años
entonces se va a acabar esta adolescencia

voy a dejar esta vida loca
y terminar mi libre docencia

voy hacer lo que mi padre quiere
comenzar la vida con paso perfecto
voy hacer lo que mi madre desea
aprovechar las oportunidades
de transformarme en un pilar de la sociedad
y terminar mi curso de derecho

entonces veré todo con sana conciencia
cuando acabe esta adolescencia

jueves, 12 de junio de 2014

Como si este verano fuera el mismo (por Lola Mascarell)


Cuando volvéis a la ciudad, vencejos,

acaso regresáis como si nada

hubiera sucedido desde entonces,

como si este verano fuera el mismo

que dejasteis ayer flotando inmersos

en el giro sin fin de vuestro grito.
 


Pertinaces y aleves os he visto

volando en redondel sobre el asfalto,

dejando en el presente la sospecha

de un retorno falaz al tiempo antiguo.

¿Por qué nos engañáis con la esperanza

de habitar otra vez aquel instante

que el aire se ha llevado para siempre?


Unidos al misterio de la rueda

esta tarde, otra vez, habéis cruzado

las altas azoteas incendiadas.

Otra vez, obstinados, agoreros,

otra vez ululando en desbandada

otra vez, esta tarde, habéis trazado

un círculo sonoro que constela

el nítido crepúsculo de junio.


Y al cabo del estío que os regresa,

de nuevo os marcharéis mientras nosotros

tratamos de afrontar esa certeza

de ser como vosotros breve vuelo,

leve sombra fugaz sobre la tierra.

miércoles, 11 de junio de 2014

Quién sabe a dónde (por Pär Lagerkvist)


La vida se me va… Quién sabe a dónde
Con la luz parte… Sigilosamente
se aleja de mí sin decir a dónde.

Lo mismo que un amigo
que me abandona sin decir palabra,
que me abandona en soledad conmigo.

Si le pregunto: ¿A dónde vas, a dónde?
se sonríe sin más, plácidamente,
sin dejar de partir quién sabe a dónde.

Le grito con angustia:
Mírame aquí, viviente, vivo. ¿A dónde
quieres que te siga? -Y con risa mustia,
“Tú no eres yo” -doliente me responde.

martes, 10 de junio de 2014

Llegaron del desierto (por Nadia Anjuman)

El sonido de las verdes huellas está en la lluvia
nos llega desde la carretera
almas sedientas y faldas polvorientas llegaron del desierto
su ardiente respiración y el espejismo fundido
de sus bocas secas y cubiertas de polvo
nos llegan ahora desde la carretera
sus atormentados cuerpos, muchachas criadas en el dolor
la alegría alejada de sus rostros
corazones viejos y alineados de grietas
no surgen sonrisas en los inhóspitos océanos de sus labios
ni una lágrima brota del seco cauce de sus ojos
¡Oh Dios!
¿Podría ignorar si sus sordos llantos que saltaron del cielo
alcanzan las nubes?
El sonido de las verdes huellas está en la lluvia

lunes, 9 de junio de 2014

Un baño mágico (por May Swenson)


En el amor nos hacemos visibles
Como en un baño mágico
nos pelamos
hasta la afilada médula
tan largamente escondida

En el amor alerta
reconocemos
el mudo quejido
del alma
detrás de los ojos
Se abre un conducto
y tímidamente
salta a la superficie
con alas abiertas

Las yemas de los dedos del amor descubren
más que la suavidad del cuerpo
Revelan un conducto escondido
para la transfusión
de empatías que burlan
la intrusión de la mente

En el amor nos liberamos
En su objetividad, el hueso
y la carne ya no nos aíslan
Nos descargamos
y fluimos yo a tu copa y tú a la mía
Frágiles, nuestros frascos se perforan
el mío bebe el tuyo
el tuyo el mío

Quien ama nunca sabe por qué ama (por Fernando Pessoa)


Creo en el mundo como en una margarita
porque lo veo.
Pero no pienso en él,
porque pensar es no comprender.
El mundo no se ha hecho para que pensemos en él
(pensar es estar enfermo de los ojos)
sino para que lo miremos y estemos de acuerdo…
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos…
Si hablo de la naturaleza
no es porque sepa lo que es
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama,
ni sabe por qué ama, ni qué es amar…
Amor es la eterna inocencia
y la única inocencia es no pensar.

domingo, 8 de junio de 2014

Sino tú misma (por Paul Éluard)


Te amo por todas las mujeres que no he conocido.
Te amo por todos los tiempos que no he vivido.
Por el olor del mar inmenso y el olor del pan caliente.
Por la nieve que se funde por las primeras flores.
Por los animales puros que el hombre no persigue.
Te amo por amar.
Te amo por todas las mujeres que no amo.

Quién me refleja sino tú misma me veo tan poco
sin ti no veo más que una planicie desierta.
Entre antes y ahora
están todas estas muertes que he sorteado sobre paja.
No he podido atravesar el muro de mi espejo.
Tuve que aprender la vida como se olvida
palabra por palabra

Te amo por tu sabiduría que no me pertenece.
Te amo contra todo lo que no es más que ilusión.
Por el corazón inmortal que no poseo
crees ser la duda y no eres sino razón.
Eres el sol que me sube a la cabeza
cuando estoy seguro de mí.

sábado, 7 de junio de 2014

Y en general te habías ido (por Juan Gelman)


Solo de ti, lleno de ti,

esta tarde a las 7,

el ciudadano de tu ausencia

se palpaba la cara, la voz, los papelitos,

de veras comprobando

que tus ruidos andaban por sus huesos

y en general te habías ido.


Golpeó puertas, teléfonos.

La gran ciudad estaba equivocada sin tu pelo, señora,

y él sentía tirones detrás del corazón.

A lo mejor era el tabaco,

de todos modos yo soy otro:

un pedazo de ti,

alguien a quien castigan puertas, ruidos, teléfonos,

y, anda a saber por qué,

toda la parentela de la muerte.

viernes, 6 de junio de 2014

Anda a saber (por Susana Thénon)


¿por qué grita esa mujer?
¿por qué grita?
¿por qué grita esa mujer?
andá a saber

esa mujer ¿por qué grita?
andá a saber
mirá que flores bonitas
¿por qué grita?
jacintos margaritas
¿por qué?
¿por qué qué?
¿por qué grita esa mujer?

¿y esa mujer?
¿y esa mujer?
vaya a saber
estará loca esa mujer
mirá mirá los espejitos
¿será por su corcel?
andá a saber

¿y dónde oíste
la palabra corcel?
es un secreto esa mujer
¿por qué grita?
mirá las margaritas
la mujer
espejitos
pajaritas
que no cantan
¿por qué grita?
que no vuelan
¿por qué grita?
que no estorban
la mujer
y esa mujer
¿y estaba loca mujer?

Ya no grita

(¿te acordás de esa mujer?)

jueves, 5 de junio de 2014

Caminos del espejo (por Alejandra Pizarnik)


I


Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II

Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

III

Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV

Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V

Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

VI

Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII

La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII

Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX

Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X

Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI

Al negro sol del silencio las palabras se doraban.


XII

Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.

XIII

Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV

La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV

Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI

Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

XVII

Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII

Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX

Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

miércoles, 4 de junio de 2014

Hablo de la desolación (por Félix Grande)


1


Baja desde el futuro un tufo a crimen ecuménico
el mono horrible de la muerte espesa
remontando la selva calcinada que muestra el vaticinio
amanece jugando sobre los hombros del presente infectado
el mono horrible con su mueca colorada epiléptica
tira de las orejas a américa a asia a europa
retuerce la nariz al rostro occidental
mete los dedos en los ojos de oriente
y atormenta a la hoja del calendario que esta noche
con la unción del terror arrancamos entre silencio
desciende avanza esa bufatarada de infortunio
es como un tren de pudre que recula hacia ahora
con el furgón de cola cubierto de gusanos
y la locomotora vociferando ardiendo
diluvia una nación de llamaradas gigantescas
sofoca el hondo amago de los hongos horrendos
nos refuta la visión entrevista de un dolor general desde donde
como avispas locas emanarán las quejas metálicas
imágenes de pueblos derritiéndose como azúcar morena
un fragor de infinito final de lumbre extraordinaria
un resuello vastísimo como un átono coro
que interpretara augusto a las incalculables agonías

entre la urdimbre de lianas de los congresos de la paz
entre la fronda pantanosa de la bolsa del armamento
ágil y alucinante peludo apocalíptico baja desde el futuro
avanza el mono horrible de la muerte avanza oliendo
a multitudes agrietadas a naciones recubiertas de astillas
el mono llega haciendo cabriolas se detiene y restriega
en la epidermis del presente su bárbara pelambre
y se masturba cínico colgado del horror que anticipa
péndulo sonriente y espantoso miradlo

el tiempo se ha caído en un embudo loco
y gira y se revuelve y se transforma en una gelatina
que hiede al tenso crimen que estalla en el futuro
el tiempo desconchado desordenado avanza y retrocede
se contrae y se expande perdidas sus bisagras
como un motín de puertas al abordaje del vacío
el tiempo retorcido sin brújulas ni mandos
clama eructa enloquece y a los pies del presente
descompuesto vomita sus venideras hecatombes.

2

(Tenemos miedo. Tenéis miedo.
Nosotros, para quienes ni existe
la calderilla del poder, subimos
por la espina dorsal del miedo.
Vosotros, a quienes el poder os ha servido
matinalmente junto al desayuno,
descendéis por la espina dorsal del miedo.
Tenemos miedo. Tenéis miedo.
Pero mientras que nuestro espanto
segrega miradas circulares, busca
grietas de humanidad a lo largo de la amenaza,
vuestro pánico graso solamente rezuma
venalidad y odio. Nuestro miedo
es igual que un antílope en el bosque incendiado;
el vuestro, un gato oscuro, arrebujado de arañazos.
Nuestras manos hinchadas de terror
buscan únicamente manos;
las vuestras buscan mapas,
y tórridos decretos y fusiles.

Tenemos miedo. Tenéis miedo. El nuestro
es apesadumbrado y deambulante;
el vuestro, acorazado y tumefacto. Todavía,
pulpos de hipocresía, salamandras bursátiles,
todavía hay clases entre los espantados. Todavía
hay diferencias de matiz que advierten
la víctima en un miedo y en el otro la hiena.)

3

se acabará oír mirar nacer
el venero del mundo se quedará obstruido
el manantial que baja entre las grietas de las peñas
luego sin ojos sin oídos sin labios ni hocicos que los usen
viudo y errante sonará por las faldas de la montaña
como un balido dilatado y solo
-nunca la soledad habrá tenido tantísimas campanas-
torcidos vegetales con la fibra reseca cerrarán sus testuces en la tarde vacía
y el cogollo de polvo de los caminos miserables
irá borrando lentamente las antiguas pisadas:
hablo de la desolación

el mar los cinco océanos lamiendo
con su lengua bovina los arrecifes calcinados
y en los puertos pesqueros las barcas con su nombre de hembra
amable y torpemente escrito debajo de la quilla
una vez podrida la maroma otearán por la costa
bamboleándose humildes en el ir y venir de las mareas
algún velero inerme errará como un cáncer
sobre la superficie del agua solitaria:
hablo de la desolación

donde una raza hubiera sobrevendrá una estepa
interceptada vagamente por montones irregulares
de materias innominadas y de escombros enfermos
en los campos concisos y como rastro de la locura
brillarán entre el abandono las camisas de las serpientes
cadáveres de cuerpos y de grajos pernoctarán de día y de noche
junto a cadáveres de reses en atroz camaradería:
hablo de la desolación

4

miradlo ahí está todo mirad bien el diario
que alguno de vosotros depositó en la mesa
con la unción del terror

mirad el gorgoteo de todos esos titulares
que algún linotipista compuso lentamente
con la unción del terror

recorred esas crónicas meticulosas que alguien
mirando por encima del hombro tecleó sobre la máquina despacio
con la unción del terror

sumad todo el silencio del periodista en sus informes
sumad la lentitud del cajista en su sótano
sumadle al viejo vendedor del kiosco su temblor boreal
sumad la expectativa inerme del amigo que puso
ese periódico en la mesa ¡y abocicaos en ese impreso
como vacas sedientas y saciaos! y miraos después
los unos a los otros chorreando babillas de terror
desde las comisuras que han bebido y leído
y rumiad luego extenuados
en esta habitación donde el diario preside
¡y vociferad de una vez con las mandíbulas de bronce
ante esas grietas que se abren como unas fauces de prehistoria!

5

como un ecuador criminal cuelga el filo de un hacha
que de un cercén promete liquidar a la historia
la historia lo que ha sido algo más que un macizo concepto
la historia lo que ha sido la urdimbre emocionante
de una conducta universal y un fragor de futuro
arrebatado adobe a adobe y sílaba tras sílaba

humanismo coraje la emoción misteriosa de la vida
todo el largo cordón umbilical mediante el cual los siglos
se insuflaban el uno al otro alimento para nacer
la permanencia modificada que venía desde épocas remotas
las vaginas abriéndose como sangrientos túneles
al paso de las asunciones toda esa celular aritmética
toda esa turba de pasión y de esfuerzo fue la historia

todo el bárbaro ceño del amor
la multitudinaria voluntad de camaradería
los musculosos sueños de aquellos que empleaban su existencia
en combatir las causas del miedo y del desastre
aquellos luminosos desprendidos segregando futuro
aquella obcecación purísima que era un imán aquello
aquello fue también la historia
la historia era también la nervatura de las esperanzas
ese relevo inmemorial de los hombres de ciencia
combatiendo obstinados a los males mortíferos
a la busca de un cósmico resuello de alivio y de fortuna
sí mientras giraban los planetas majestuosos
y crecían las galaxias y se dilataba la mañana del mundo
ellos con batas blancas manos limpias y pequeñas necesidades
miraban a los cancerosos retorcerse en sus vidas únicas
y corrían hacia sus rincones sus materias sus cálculos
con la idea del servicio humano como un clavo en su corazón
la suma de esos grandes calenturientos era también la historia

la historia fue esa marcha ese avance de fiebre
ese alpinismo llameante por la mañana de las edades
ese proyecto general de pasos ese búcaro gigantesco
donde el agua del tiempo alimentaba las flores de los actos
esa mirada taladrante a la persecución del porvenir

¿el porvenir? hoy cuelga un hacha incomprensible
sobre la yugular de la historia el hacha chirriando pendulando
convierte al porvenir en un minuto en un segundo en nada
convierte a la conciencia en una llama en un harapo en un escalofrío
¿el porvenir? ¿la historia? ¿la grandeza? ¿la multitud? ¿el hacha?
¡fuimos muchos amamos creímos quisimos lo mejor para todos!

6

(dan ganas de matarse y de llorar al otro borde del suicidio
ganas de ser un muerto que llora todavía
ganas de estar en una caja rodeado de aquellos que te aman
y continuar llorando amarillo hediondo
llorando por las quietas mejillas apagadas
dan ganas de llorar desde el subsuelo de la muerte
y contagiar de lágrimas y muerte a quienes contemplan tu cadáver
hasta que todos muertos en la alcoba callada
no haya más que un llorar de muertos congregados
un fluir de muchas lágrimas desde pestañas frías un fluir en el silencio y en la quietud y en la sombra
un fluir que repitiera dulcemente: asesinos).

martes, 3 de junio de 2014

Una fuente se desagua (por Brian Patten)


Y a veces sucede que ustedes son amigos y luego
no lo son,
y la amistad ha terminado.
Y se pierden días enteros y entre ellos
una fuente se desagua sola.
Y a veces sucede que eres amado y luego
ya no te aman,
y el amor ha pasado.
Y se pierden días enteros y entre ellos
una fuente se desagua sola en la hierba.
Y a veces quieres hablar con ella y luego
no quieres hablar,
y la oportunidad ha pasado.
Tus sueños se inflaman, y de pronto se desvanecen.
Y también sucede que no hay lugar adonde ir,
y después hay un lugar adonde ir.
Y luego te has pasado de largo.
Y los años se inflaman y se van
más rápidos que un minuto.
Así que no tienes nada.
Te preguntas si esas cosas importan y luego
dejan de importar,
y la ansiedad ha pasado.
Y una fuente se desagua sola en la hierba.

lunes, 2 de junio de 2014

La nueva ausencia (por Philip Larkin)

La cortadora se detuvo un par de veces, al arrodillarme encuentro
un zorrillo acurrucado frente a las cuchillas
ya muerto. Había hecho en el pasto alto su refugio.

Recuerdo haberlo visto antes, incluso una vez le di de comer.
Ahora yo había dañado su ignorado mundo.
No había modo de arreglarlo. En nada iba a ayudar que lo enterrase.

La mañana siguiente yo me levantaría y él ya no.
El primer día después de una muerte, la nueva ausencia
es siempre la misma. Debemos tener cuidado

de cada uno de nosotros y los demás. Debemos ser buenos
mientras todavía haya tiempo.

domingo, 1 de junio de 2014

A quién saliste (por Saiz de Marco)

Mulato
hijo de blanco y negra
o tal vez hijo de negro y blanca
tu madre esclava
tu padre libre
barcos en África
argollas
látigos
tu padre quizá dueño de tu madre

Y tú qué eres
a quién saliste
híbrido
aleación genética de
los que atan y los que van atados

La triste historia del mundo en tus ancestros
toda esa estirpe en ti desembocando

Hijo de violador y de violada
por tus venas la sangre de uno y otra

Hijo de abusadora y de abusado

En islas aniquilan a los guanches
en montañas arrasan a los incas
mosquetes y cañones contra flechas
tu tierra no es tu tierra
es nuestra ahora
tampoco tú eres tuyo sino nuestro
hemos venido aquí a cristianizaros
así que disponemos de coartada

Y tú en la piel de aquellos
guanches
incas
navajos
sioux

Pero en verdad tú no vienes de ellos
más bien vienes de quienes masacraron
o eres mestizo de impura cepa

Así que qué eres
eh tú quien eres

Tu propio hijo

el hijo de ti mismo