zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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lunes, 31 de octubre de 2011

Un acto irrevocable (por Jorge Luis Borges)

Fría y tormentosa la noche que zarpé de Montevideo.
Al doblar el Cerro,
tiré desde la cubierta más alta
una moneda que brilló y se anegó en las aguas barrosas,
una cosa de luz que arrebataron el tiempo y la tiniebla.
Tuve la sensación de haber cometido un acto irrevocable,
de agregar a la historia del planeta
dos series incesantes, paralelas, quizá infinitas:
mi destino, hecho de zozobra, de amor y de vanas vicisitudes,
y el de aquel disco de metal
que las aguas darían al blando abismo
o a los remotos mares que aún roen
despojos del sajón y del fenicio.
A cada instante de mi sueño o de mi vigilia
corresponde otro de la ciega moneda.
A veces he sentido remordimiento
y otras envidia,
de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberinto
y que no lo sabes.

domingo, 30 de octubre de 2011

Acordarte de ti (por Alain Bosquet)

¡Oh, acuérdate de ti!
En un jardín cogías algunas fábulas.
Personas muy justas
hablaban del mundo y su caída.
Tú te decías: “¿Tiene usted un sobrenombre?”,
y te contestabas: “Me llamo
joya ahogada, fruta que se niega a abrirse,
infanta sin castillo”.
Te cogías de tu mano para no estar sola
entre las flores del aprendizaje.
La época era núbil.
Si esta tarde pasaras
ante la adolescente que fuiste,
¿te atreverías a reconocerte
y a invitarte a tomar el suspiro?
No tienes que acordarte de ti.

sábado, 29 de octubre de 2011

Interior de palabra (por Cèlia Sànchez-Mústich)

Lo vi en el cine:
El niño, en la película, descubre que tiene miedo
y se alegra. No de tenerlo
sino de haber aprendido que a lo que siente
se le llama miedo. O que la palabra miedo
que tantas veces ha oído, es eso
que ahora lo sacude (¡Tengo miedo, tengo miedo!
chilla, sonriendo, el miedo casi extinto
por la euforia del descubrimiento.)
Como ese niño,
tantas veces he escuchado la palabra traición
como si estuviera vacía por dentro, entraba
por mis oídos y allá se quedaba,
tapón de cera, sin llegar nunca al fondo del fondo.
Hasta hoy:
salgo en una película,
la escena tan parecida a aquella otra...
¡Me han traicionado! Chillo. Y me alegro.
No de la traición
sino de haber aprendido que lo que siento
se llama haber sido traicionada,
que tengo un lugar en el fondo del fondo
donde recibir la traición, repasar sus contornos
y después olvidarla, un poco
más feliz que antes.

viernes, 28 de octubre de 2011

Impuro (por Nicolás Guillén)

Yo no voy a decirte que soy un hombre puro,
entre otras cosas
falta saber si lo puro existe
o si es, pongamos, necesario
o posible
o si sabe bien.
¿Acaso tú has probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
Puaj, qué porquería.
Yo no te digo, pues, que soy un hombre puro.
Soy impuro, ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.

jueves, 27 de octubre de 2011

Para ti, mi amor (por Jacques Prévert)

Fui al mercado de pájaros
y compré pájaros
para ti
mi amor.

Fui al mercado de flores
y compré flores
para ti
mi amor.

Fui al mercado de chatarra
y compré cadenas
pesadas cadenas
para ti
mi amor.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Prefiero las rosas (por Fernando Pessoa)

A la patria, amor mío, prefiero las rosas,
y antes amo a las magnolias
que a la gloria y la virtud.
Con tal que la vida no me canse, dejo
a la vida pasar por mí
siempre que yo permanezca igual.
¿Qué importa para aquél a quien ya nada importa
que uno pierda y otro venza,
si la aurora despunta siempre,
si cada año con la primavera,
las hojas aparecen
y cesan con el otoño?
Y lo demás, las otras cosas que los humanos
suman a la vida,
¿qué me aumentan en el alma?
Nada, salvo el deseo de indiferencia
y la confianza muelle
en la hora fugitiva.

martes, 25 de octubre de 2011

lunes, 24 de octubre de 2011

Una orquídea entre las ruinas (por Alain Bosquet)

No te suicides, Señor; he aquí que aparece una orquídea entre las ruinas;
no te suicides, Señor; he aquí que renace el arroyo en el cráter de una bomba;
no te suicides, Señor; el cielo ha puesto escarcha sobre su rostro acuchillado, el océano ha curado su herida con un vendaje de coral.

Escucha, Señor; tu universo que era infantil como el cartílago, míralo arrepentido de su primer arrebato, de su mayor desobediencia;
los cometas continúan viajando, como berlinas tras un alto en la encrucijada de dos terrores;
el azul del cielo se ha hecho más profundo por haber sido un poco rapaz;
la aurora se ha hecho más bella por haber estado a punto de no regresar nunca.

El mundo no ha cambiado tanto, Señor:
mira esa aldea, cuántas cascadas podrían brotar de su charca, cuántos álamos de sus ortigas.
El mundo no ha sufrido tanto, Señor:
ya brota la espiga de trigo en la órbita de los que murieron de hambre,
ya las niñas saltan a la cuerda bajo las sombras de los que fueron decapitados.

La cosa no es tan trágica, Señor,
ya que existe el camino sin fin donde hasta el exilio es olvidado,
ya que existe el viento tan suave que en él hasta los suspiros son alegres,
ya que existe todo lo que grita el inmenso placer de estar vivo.

domingo, 23 de octubre de 2011

Despacio (por Juan Ramón Jiménez)

¡No corras, ve despacio
que a donde tienes que ir es a ti solo!

¡Ve despacio, no corras,
que el niño de tu yo, reciennacido
eterno,
no te puede seguir!

sábado, 22 de octubre de 2011

Una mujer pasó (por Charles Baudelaire)

La calle atronadora aullaba alrededor de mí.
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor majestuoso
una mujer pasó, recogiendo con mano fastuosa
las oscilantes vueltas de sus velos,
ligera y distinguida, con piernas de estatua.
De pronto bebí, crispado como un loco,
de su mirada, cielo lívido donde germina el huracán,
el dulzor que fascina y el placer que mata.
¡Un relámpago…, después la noche! Fugitiva belleza
cuya mirada me hizo renacer de golpe.
¿No he de verte ya más que en la eternidad?
¡En todo caso lejos, ya tarde, quizá nunca!
pues no sé dónde fuiste ni sabes dónde voy.
¡Oh tú, a la que yo hubiera amado; oh tú, que lo sabías!

jueves, 20 de octubre de 2011

Embajada (por W.H. Auden)

Se disipó, al caer la tarde, la opresión del día;
las altas cumbres pudieron divisarse; había llovido.
A través de amplios prados y flores refinadas
fluía el diálogo de los diplomáticos.
Dos jardineros les miraron los zapatos caros
y el chofer esperaba, leyendo algo apoyado sobre el manubrio,
hasta que ellos terminaran su intercambio de enfoques.
Parecía una escena perteneciente a la esfera privada.
Lejos de allí, sin importar sus buenas intenciones,
las fuerzas armadas esperaban un error verbal
con toda la parafernalia dispuesta para dañar:
Y del encanto de ellos dependía
una tierra devastada, con sus jóvenes masacrados,
sus mujeres llorando y el pueblo bajo el terror.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Un cocktail (por Oliverio Girondo)

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail,
un conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica

en estado crónico de erupción; no pasa media hora
sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración
de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio

de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes:
en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!
¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad
más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto—

todas estas personalidades inconfesables,
que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir
que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito
que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide
cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente,
sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo

ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten
en los repliegues más profundos de mi cerebro.
Pero son de una petulancia…, de un egoísmo…, de una falta de tacto…
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico.

Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar
un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas,
conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca.
En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas,
¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad
sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás.
Si alguna tiene una ocurrencia que me hace reír a carcajadas,
en el acto sale cualquier otra proponiéndome un paseíto al cementerio.
No bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad,
ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia,
y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada,
la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades

que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas
que se entrechocan y se destruyen mutuamente.
El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades,
antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo,
que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo
lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos,
la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.

martes, 18 de octubre de 2011

Una estrategia brutal (*)

yo no tengo estrategia contigo
o más bien una estrategia brutal
una estrategia de choque
una estrategia de supervivencia
mi no-estrategia
mi honestidad



(*) Autoría desconocida. Extraído de tengomascemento.blogspot.com

lunes, 17 de octubre de 2011

Y yo me iré (por Juan Ramón Jiménez)

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espiritu errará, nostalgico.
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

domingo, 16 de octubre de 2011

Aún te veo, río (por Gloria Fuertes)

Aún te veo, río de mi vida,
con los ojos que miran las montañas.
Yo era una montaña con almendros
montaña solitaria.
Y viniste alegre con tu canto
y me besaste toda con tu agua.
Me dejaste inquietud para la noche
y el alma enamorada.
Aún te veo, río de mi vida,
en la curva lejana,
te vas cantando más entre los chopos,
te vas cantando más que en tu llegada.
Y yo,
paralítica montaña;
inmóvil te recuerdo,
enferma de volcanes, alocada,
espero tu regreso, río loco,
que pasaste besando
mi cuerpo de montaña.
Tuviste que seguir tu destino de río,
y yo el mío triste de tierra amontonada.
Me dice el viento que vas al mar,
Te sigo río mío, con los ojos,
Te sigo río mío con los ojos,
ya que no puedo seguirte con las plantas.
Soñé… te quedarías a mi lado,
como un lago sin cisnes,
para siempre,
acunando mi ansia.
Qué locura más loca
enamorarse de un río una montaña!

sábado, 15 de octubre de 2011

El camino no elegido (por Robert Frost)

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo
y, apenado por no poder tomar los dos
siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
mirando uno de ellos tan lejos como pude,
hasta donde se perdía en la espesura;

entonces tomé el otro, imparcialmente,
y habiendo tenido quizás la elección acertada,
pues era tupido y requería uso;
aunque por lo que vi allí
podría haber elegido cualquiera de los dos.

Y ambos esa mañana yacían igualmente.
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
dudé si debía haber vuelto sobre mis pasos.

Debo estar diciendo esto con un suspiro.
De aquí a la eternidad:
dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
yo tomé el menos transitado,
y eso hizo toda la diferencia.

viernes, 14 de octubre de 2011

Carpe diem (por Quintus Horatius Flaccus -"Horacio"-)

No te hace falta, eres joven,
ni te está permitido el sacrilegio
de explorar la frontera en que los dioses
detendrán, Leucónoe, tus días y los míos.
No consultes los cálculos babilonios.
Cuánto mejor afrontar lo que suceda,
tanto si Júpiter te dio muchos inviernos
como si sólo te dio éste, en que el Tirreno hirviente
desgasta la escollera.
Sé sabia, saborea los vinos
y ajusta tu esperanza desmedida
a la copa de la vida, que es pequeña.
Aun mientras hablamos, el tiempo huye celoso.
Cosecha el día, incierto es el mañana.

jueves, 13 de octubre de 2011

Carpe noctem (por Aldous Huxley)

No hay futuro, no hay más pasado,
ni raíces ni frutos, sólo flores pasajeras.
Túmbate tranquila, túmbate tranquila y la noche perdurará,
silenciosa y oscura, no por un espacio de horas,
sino eternamente. Déjame olvidar
todo menos tu perfume, todas las noches menos ésta,
la pena, el llanto infructuoso, el dolor.
Sólo túmbate tranquila: este lánguido y suave embeleso
florecerá al borde del sueño y se esparcirá,
hasta que no haya nada más que tú y yo
abrazados en un silencio intemporal.
Pero como quien, condenado a morir, sabe que por la mañana estará muerto,
yo sé que, aunque la noche parezca eterna, el cielo
ha de iluminarse temprano antes del sol de mañana.

miércoles, 12 de octubre de 2011

No pido mucho (por Julio Cortázar)

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento...
Así la tomo y la sostengo, como
si de ello dependiera
muchísimo el mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos,
el amor de los hombres

martes, 11 de octubre de 2011

Tras la memoria (por Luzmaría Jiménez Faro)

Hay pensamientos locos que habitan la memoria,
y ausente de memoria un viejo tiempo loco.
Hay amores que vuelven a la memoria rotos,
y un tiempo de memoria tenaz y duradero.
Lo inmediato se pierde, se archiva en la memoria.
Tras la memoria vive aquello que se olvida,
y malgastan algunos sus memorias de humo,
Nombres en la memoria quedan desdibujados,
y un solo nombre puede cubrir una memoria.
Fugaz, como una rosa, la memoria sucumbe,
y es sólo la memoria lo que nos sobrevive.
Imágenes lumínicas se encienden, se agigantan
sobre la fértil gleba de un predio de memorias.
Y en la memoria crece un campo de exterminio
por cada humano error, por cada desengaño.
Memoria en la palabra es el verso que escribo.
Y escribo sobre el agua que inunda la memoria
en este río-vida que nos lleva al olvido.
Tras las memorias muertas hay ángeles sin alas
que jamás lograrán su asunción a los cielos.

lunes, 10 de octubre de 2011

Va pisando la tierra (por William Shakespeare)

Los ojos de mi amada no parecen dos soles
y el coral es más rojo que el rojo de sus labios.
La nieve sí que es blanca, y no sus senos.
Si el cabello estuviera hecho de alambres, los de ella serían negros.
He visto rosas rojas, blancas y adamascadas,
pero nunca las encuentro en sus mejillas.
Y en algunos perfumes existe más deleite
que en el aliento dulce que emana de mi amada.
Adoro oír su voz y aun así entiendo
que la música tiene un sonido más grato.
No he visto caminar por la tierra a una diosa
pero al andar mi amada va pisando la tierra.
Y sin embargo pienso que mi amor vale más
que todas esas falsas metáforas.

domingo, 9 de octubre de 2011

Cerca del mar (por Antonio Machado)

¡Oh Guadalquivir! Te vi en Cazorla nacer;
hoy, en Sanlúcar morir.
Un borbollón de agua clara,
debajo de un pino verde, eras tú,
¡Qué bien sonabas!
Como yo, cerca del mar,
río de barro salobre,
¿sueñas con tu manantial?

sábado, 8 de octubre de 2011

Yo seguiré siguiendo (por Gabriel Celaya)

Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.

Quizás tú no recuerdes
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.

Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!

Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.

viernes, 7 de octubre de 2011

La niebla (por Saiz de Marco)

Ebriamente perdidos
desnortados
marchábamos en medio de la niebla
de una niebla tupida
casi opaca
como dos sonámbulos que caminan sin saber por dónde van
ni a dónde

Era una extraña bruma
a ratos agria
a ratos sin sabor
y a ratos dulce
(de un dulzor que apetecía tragar
como aquellos algodones de azúcar que de niños comíamos en la feria)

Era una niebla blanda y respirable
era nuestro envoltorio
nuestro hábitat

No deseábamos que ningún sol viniera a levantar esa espesura

Pero no hizo falta: bastó tu ausencia para que ella
a la vez
se disipara

Ahora comprendo que sin ti
la niebla
no quiere estar presente en los caminos.

Se despejó la niebla y
al marcharse
el horizonte se volvió más gris

jueves, 6 de octubre de 2011

Tulipanes (por Sylvia Plath)

Los tulipanes son muy sensibles, es invierno aquí.
Mira qué blanco está todo, qué quieto, qué nevado.
Aprendo a estar en calma, yaciendo sola e inmóvil
como la luz sobre las paredes blancas, esta cama, estas manos.
No soy nadie, no tengo nada que ver con estallidos.
Les di mi nombre y mi ropa a las enfermeras,
mi historia al anestesista y mi cuerpo a los cirujanos.
Han puesto mi cabeza entre la almohada y el rebozo de la sábana
como un ojo entre dos párpados que nunca van a cerrarse.
Alumna estúpida, no puede sino tragárselo todo.
Las enfermeras van y vienen, no me molestan,
van y vienen como las gaviotas, con sus cofias blancas,
haciendo cosas con las manos, todas iguales,
de manera que es imposible saber cuántas hay.
Mi cuerpo es un guijarro para ellas, lo atienden como el agua
atiende a los guijarros por sobre los que pasa, puliéndolos suavemente.
Ellas me traen sopor en sus agujas brillantes, me traen el sueño.
Ahora que yo misma me he perdido, estoy harta de equipajes.
Mi maletín de cuero para la noche como una negra caja de remedios,
mi esposo y mi hija sonriéndome desde una fotografía;
sus sonrisas se meten bajo mi piel, pequeños anzuelos sonrientes.
Dejé que las cosas se deslizaran, soy una balsa de treinta años
obstinadamente aferrada a mi nombre y dirección.
Han borrado mis asociaciones amorosas.
Asustada y desnuda en la camilla tapizada con plástico verde
veía mi juego de té, mis armarios de ropa blanca, mis libros,
hundirse y desaparecer, y el agua cubrió mi cabeza.
Ahora soy una monja, nunca fui tan pura.
No quería flores, quería solamente
yacer con mis manos hacia arriba y sentirme totalmente vacía.
Qué libre es una, no tienes idea hasta qué punto…
La paz es tan grande que te deslumbra,
no pide nada, una placa con tu nombre, algunas chucherías.
Es a lo que se aferran finalmente los muertos, me los imagino
cerrando sus bocas sobre eso, como si fuera una hostia.
Para empezar, los tulipanes son muy rojos, me lastiman,
inclusive en su papel de seda podía oírlos respirar
ligeramente, a través de sus envoltorios blancos, como a un horrible bebé.
Sus pétalos encarnados le hablan a mi herida, y ella les corresponde.
Son sutiles; parecen flotar, pero me hunden,
perturbándome con sus súbitas lenguas y su color,
una docena de pesadas plomadas alrededor de mi cuello.
Nadie me observaba antes, ahora me siento observada,
los tulipanes me miran, y también la ventana
donde una vez al día un rayo de luz lentamente crece y decrece,
y me veo a mí misma, chata, ridícula, una sombra recortada en un papel,
entre el ojo del sol y los ojos de los tulipanes.
Y no tengo apariencia, he querido desaparecer.
Los vívidos tulipanes me devoran el oxígeno.
Antes que ellos llegaran el aire era lo suficientemente calmo,
entrando y saliendo con mi aliento, sin agitación.
Luego los tulipanes lo volvieron vibrante como un fuerte ruido.
Ahora el aire choca y se arremolina alrededor de ellos, como un río
choca y se arremolina alrededor de un barco hundido, oxidado y rojo.
Atraen mi atención, que era feliz
jugando y descansando sin comprometerse con nada.
También las paredes parecen estar entibiándose.
Los tulipanes deberían estar enjaulados como animales peligrosos;
están abriéndose como la boca de una terrible pantera,
y soy consciente de mi corazón: él abre y cierra
el cáliz de su roja flor sólo por amor a mí.
El agua que pruebo es tibia y salada como el mar,
y viene de comarcas tan lejanas como la salud.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Para crear (por Charles Bukowski)

¿Sabes?, yo tenía una familia, un trabajo, algo
siempre estaba
en el medio
pero ahora
he vendido mi casa, he encontrado este
lugar, un estudio amplio, deberías ver el espacio y la luz
por primera vez en mi vida voy a tener el lugar
y el tiempo
para
crear

no, chaval,
si vas a crear
vas a crear trabajando
16 horas al día en una mina de carbón
o
vas a crear en una habitación con tres chicos
mientras estás
en el paro,

vas a crear aunque te falte parte de tu mente y de
tu cuerpo
vas a crear ciego
mutilado
loco

vas a crear con un gato trepando por tu
espalda mientras
la ciudad entera tiembla, con terremotos, bombardeos,
inundaciones y fuego

chaval,
aire y luz y tiempo y espacio
no tienen nada que ver con esto
y no crean nada
excepto quizá una vida más larga para encontrar
nuevas excusas

martes, 4 de octubre de 2011

Se fueron despacito (por Mario Benedetti)

Me he ido quedando sin mis escogidos
los me dieron vida
aliento
paso
de soledad con su llamita tenue
y el olfato para reconocer
cuánta poesía era de madera
y crecía en nosotros sin saberlo
Me he quedado sin proust y sin vallejo
sin quiroga ni onetti ni pessoa
ni pavese ni walsh ni paco urondo
sin eliseo diego sin alberti
sin felisberto hernández sin neruda
se fueron despacito en fila india

lunes, 3 de octubre de 2011

Ese otro (por Darío Jaramillo)

Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio,
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.

domingo, 2 de octubre de 2011

Embriaguez (por Ana Pérez Cañamares)

Borracha de rostros, acentos, ruidos
de tonos de móvil, de escaparates
de luces, reclamos, conversaciones
de gritos, de frenazos, de esperas
llego a casa, abro una cerveza y otra
bebo y bebo hasta que vuelve a mí
la sobriedad.

sábado, 1 de octubre de 2011

La perspectiva miente (por Vicente Gallego)

Esta tarde me aburro
como un guardagujas
en una vía muerta, y el verano parece
el inútil sofoco de una dama anticuada.
Por buscarle a este tiempo alguna luz
he pensado en los días de otro agosto
que en la memoria brillan como un faro:
ese agosto en que un niño fue feliz.
O lo imagina al menos este hombre
que es ahora aquel niño,
porque ha comprendido que esa luz
no le llega de entonces, y que es el recuerdo
quien la pone en escena cuando los años pasan.
Mi memoria se esfuerza
por volver a aquel tiempo y serle fiel,
y esa misma película, que hace sólo un segundo
rebosaba de brillo y de color,
ahora pasa en mi mente con la escasa
y temblorosa luz con la que fue rodada:

En un pueblo pequeño, bajo el cielo
inexplicable y alto de los viejos veranos,
unos niños se aburren: ese mundo,
con horarios de vuelta y prohibiciones,
les parece pequeño. Para matar las horas
se esconden de sus padres, fuman, dicen
que fumar a escondidas ya les cansa,
que están hartos del pueblo, de sus padres,
de esperar que la vida, la verdadera vida,
comience.

Sí, en aquellas escenas
todo fue en blanco y negro, y es ahora el recuerdo
—experto en adornar viejas películas—
el que al darles color y darles brillo
me devuelve tan bellas sus imágenes.
La experiencia me enseña que estas tardes de tedio,
cuando olvide sus sombras
atrapado en las sombras de otras tardes
todavía más negras, quedarán registradas
como un tiempo de luz en mi recuerdo,
y sabrán consolarme en las horas oscuras.

Debe haber cierta luz en las tardes de ahora,
la experiencia lo enseña.
Lo que no nos enseña la maldita experiencia
es en dónde se esconde, de qué modo gozarla en el presente,
ni por qué cruel torpeza cualquier tiempo que luego
brillará como un sol en la memoria
tenemos que vivirlo a la luz de una vela.