zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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jueves, 30 de junio de 2011

Víspera de viaje (por Fernando Pessoa)

Víspera de viaje, campanilla...
¡No me avisen con excesiva estridencia!

Quiero disfrutar del reposo de la estación del alma que tengo
antes de ver avanzar hacia mí la llegada de hierro
del tren definitivo,
antes de sentir la partida verdadera en la boca del estómago,
antes de poner en el estribo un pie
que nunca aprendió a no emocionarse siempre que tuvo que partir.
Quiero, en este momento, fumando en el apeadero de hoy,
seguir todavía un poco agarrado a la antigua vida.
Vida inútil, que sería mejor dejar, que es una celda…
¿Qué importa?
Todo el Universo es una celda, y estar preso no tiene nada que ver con el tamaño de la celda.

Me sabe a náusea próxima el pitillo. El tren ya partió de la otra estación...
Adiós, adiós, adiós, a todos los que no vinieron a despedirse de mí,
mi familia abstracta e imposible.
¡Adiós día de hoy, adiós apeadero de hoy, adiós vida, adiós vida!
Quedarme como un bulto con etiqueta olvidado,
en un rincón al resguardo de pasajeros del otro lado de la vía.
Ser encontrado por el guarda casual después de la partida.
«¿Y ésta? ¿Se la habrá dejado un tipo aquí?».
Quedarse pensando sólo en partir,
quedarse y tener razón,
quedarse y morir menos...

Voy hacia el futuro como hacia un examen difícil.
¿Y si el tren nunca llegara y Dios se apiadara de mí?

Ya me veo en la estación, hasta aquí simple metáfora.
Soy una persona perfectamente presentable.
Se nota -dicen- que he vivido en el extranjero.
Mis modales son de hombre educado, evidentemente.

Tomo la maleta, rechazando al mozo, como a un vicio vil.
Y la mano con que tomo la maleta me tiembla.

¡Partir!
Nunca volveré.
Nunca volveré porque nunca se vuelve.
El lugar al que se vuelve siempre es otro,
la estación a la que se vuelve es otra.
Ya no está la misma gente, ni la misma luz, ni la misma filosofía.

¡Partir! ¡Dios mío, partir! ¡Me da miedo partir!...

miércoles, 29 de junio de 2011

Vos allí (por Juan Gelman)

En la soledad de ella
me acompaña en días sin rostro conocido,
esperan su visita siempre.
Caminar por el borde
de su constelación es instrumento
de un amor que no supo.
El tiempo no resuelve nada, madre,
ahí estamos, vos allí, yo
huyo en silencio
de lo que no te pude dar cuando
las lágrimas lavaban tus mejillas.
Las batas del verano ciñeron
tus olvidos de vos, otras tierras.
Qué hermosa eras en tu desolación,
te parecías a
la palabra que no alcanzo a decir,
la línea negra de la pureza
que nadie sabe cruzar.

martes, 28 de junio de 2011

¿Qué vine a hacer aquí? (por Saiz de Marco)

¿Qué vine a hacer aquí
en el museo arqueológico del tiempo evadido
en el recinto fósil de los días arrancados
si ya no quedan voces
sólo ecos
si ya no quedan luces
sólo sombras
y todos los demás son ahora otros
y ni siquiera yo soy el mismo?

¿Qué vine a hacer en este
teatro de ruina y óxido
donde sólo subsisten
decorados
muebles
donde no sobrevive más que el
escenario?

lunes, 27 de junio de 2011

Aunque no haya camino (por Princesa Inca)

La mujer agarra sus dientes y sus huesos
y huye a cualquier desierto cercano
los metros registran en sus vías lágrimas y desorden
el cemento manifiesta ganas de llorar y llora entre adoquines
y cigarros apagados
muchas veces siente la libertad en los ojos
mirando cómo huyen las palomas de la muerte
como huye la saliva de boca en boca amándose

la mujer agarra sus bártulos y su olvido y sigue su camino
aunque no haya camino
aunque en lugar de una mujer sea sólo una fuente
las mariposas negras se posan en la lengua de los dormidos
y tragan la sangre de todas las madres que desaparecieron

así se sitúa la vida en el vientre del universo
engañando a los que parecen entenderlo todo
sin recordar que en una hora no conocida serán cadáver y sombra

el hilo del infinito juega con las noches oscuras
mientras dos niñas se besan y desaparecen sus almas
camino de un paraíso irreconocible

yo me desnudo y recorro el cuerpo de los fantasmas
con un miedo atroz a desaparecer en el delirio
y a la vez con unas ganas irresistibles de fundirme en él

mis brazos abrazan el aire y escupen versos
mi garganta sufre humo y palabras

despierto al alba insomne y perdida
con la sangre atiborrada de Litio y espera
con las pupilas grandes y erráticas

mi alma tiene un hambre grande de sueños y vísperas de desorden
mis manos conocen el tacto de otra mano enemiga

así transcurre el tiempo entre muertes y juegos
entre el primer error y el segundo y el tercer error
sin saber dónde situar la verdad y el engaño más absoluto
sin saber el origen de todo lo que parece existir y parpadea

los monstruos sonríen sin saber por qué
aposentan sus faces en los pechos de las luciérnagas desnudas
y confunden su luz con el resplandor del sol muriéndose

así por fin viajaremos al sueño y no volveremos de él
así por fin conoceremos el destino de los enloquecidos
que confunden cadenas con abrazos tibios

así regresaremos al vientre plácido y húmedo
y no volveremos al territorio de la memoria

así las mujeres cogerán su útero y huirán al océano
donde se alimentarán de su propia carne

huirán lejos, lejos, lejos

donde nadie niegue sus delirios de destellos azules

domingo, 26 de junio de 2011

Siempre empezar (por Tomás Segovia)

Todo es siempre empezar.
Volver a sostener la mirada sigue siendo empezar.
Y esta frente desnuda que expongo al viento incauto
gozando todavía de su caricia helada
es la frente de un héroe.

sábado, 25 de junio de 2011

Última forma de amar (por Pedro Salinas)

No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.

En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería.

Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.

viernes, 24 de junio de 2011

Golpes (por César Vallejo)

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡Pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

jueves, 23 de junio de 2011

Impuro (por Nicolás Guillén)

Yo no voy a decirte que soy un hombre puro,
entre otras cosas
falta saber si lo puro existe
o si es, pongamos, necesario
o posible
o si sabe bien.
¿Acaso tú has probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
Puaj, qué porquería.
Yo no te digo, pues, que soy un hombre puro.
Soy impuro, ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.

miércoles, 22 de junio de 2011

Quise mirar (por Ángel González)

Quise mirar el mundo con tus ojos
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.

Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.

Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.

martes, 21 de junio de 2011

Entre dos formas de asfixia (por José Emilio Pacheco)

En el último río de la ciudad, por error
o incongruencia fantasmagórica, vi
de repente un pez casi muerto. Boqueaba
envenenado por el agua inmunda, letal
como el aire nuestro. Qué frenesí
el de sus labios redondos,
el cero móvil de su boca.
Tal vez la nada
o la palabra inexpresable,
la última voz
de la naturaleza en el valle.
Para él no había salvación
sino escoger entre dos formas de asfixia.
Y no me deja en paz la doble agonía,
el suplicio del agua y su habitante.
Su mirada doliente en mí,
su voluntad de ser escuchado,
su irrevocable sentencia.
Nunca sabré lo que intentaba decirme
el pez sin voz que sólo hablaba el idioma
omnipotente de nuestra madre la muerte.

lunes, 20 de junio de 2011

La gran ola te trajo (por Jorge Luis Borges)

El inútil amanecer me encuentra en una esquina desierta; he sobrevivido a la noche.
Las noches son olas orgullosas; olas pesadas y oscuras, abrumadas con todos los tintes del despojo, abrumadas con cosas imposibles y deseables.
Las noches tienen un hábito de regalos misteriosos y de rechazos, de cosas a medio entregar, a medio rehusar, de joyas con un hemisferio oscuro.
Las noches actúan de esa manera, te lo advierto.
El oleaje, esa noche, me dejó los acostumbrados retazos y cabos sueltos: algunos odiados amigos para charlar, música para los sueños, y el humear de amargas cenizas. Cosas que no le sirven a mi corazón hambriento.
La gran ola te trajo.
Palabras, unas palabras, tu risa; y tú tan indolente, tan incesantemente hermosa. Charlamos y has olvidado las palabras.
El destrozado amanecer me encuentra en una calle desierta de mi ciudad.
Tu figura que se aleja, los sonidos que van a formar tu nombre, la cadencia de tu risa: estos son los insignes juguetes que me dejaste.
Los pongo de cabeza en la madrugada, los pierdo, los recupero; se lo cuento a un puñado de perros vagabundos y a las pocas estrellas extraviadas de la aurora
Tu oscura y esplendorosa vida...

domingo, 19 de junio de 2011

Pavoroso misterio de haber (por Fernando Pessoa)

A veces medito,
a veces medito, y medito más hondo, y aún más hondo
y todo el misterio de las cosas aparece para mí como aceite en la superficie,
y todo el universo es un mar de caras y de ojos cerrados hacia mí.
Cada cosa —un farol en la esquina, una piedra, un árbol—
es un ojo que me observa desde un abismo incomprensible,
y desfilan en mi corazón los dioses todos, y las ideas de los dioses.

¡Ah, que haya cosas!
¡Ah, que haya seres!
¡Ah, que haya forma de haber seres,
de haber haber,
de haber cómo haber haber,
de haber...!
¡Ah, que exista el fenómeno abstracto —existir,
haber conciencia y realidad—,
lo que quiera que esto sea...!
¿Cómo puedo expresar el horror que todo esto me causa?
¿Cómo puedo decir cómo es esto para que se sienta?
¿Cuál es el alma de que haya ser?

Ah, el pavoroso misterio de que exista la más pequeña cosa.
Por qué el pavoroso misterio de haber cualquier cosa
Por qué el pavoroso misterio de haber...

sábado, 18 de junio de 2011

Pero no apaga los ojos (por Marcel Proust)

Todo lo borra el tiempo como las olas borran
los trabajos infantiles sobre la arena llana.
Habremos de olvidar estas palabras tan precisas, tan vagas,
tras las que cada uno siente el infinito.
Todo lo borra todo el tiempo pero no apaga los ojos,
sean de ópalo, de estrella o de agua clara;
bellos como en el cielo o en un lapidario
arderán para nosotros con fuego alegre o triste.
Unos, joyas robadas de su vivo joyero,
lanzarán a mi corazón sus duros reflejos de piedra
igual que un día en que engastados, sellados en el párpado,
brillaban con fulgor precioso y frustrante.
Otros, dulces fuegos robados también por Prometeo,
chispa de amor que brillaba en sus ojos
y que para nuestro amado tormento hemos llevado,
claridades demasiado puras o joyas demasiado preciosas.
Constelad por siempre el cielo de mi memoria,
inextinguibles ojos de aquellas que amé.
Soñad como los muertos, fulgid como aureolas.
Como una noche de mayo brillará mi corazón.
Borra el olvido como una bruma los rostros,
los gestos adorados en otro tiempo a lo divino,
por quienes estuvimos locos, por quienes fuimos sensatos,
fascinación del error y símbolos de fe.
Todo lo borra el tiempo, la intimidad de las noches,
mis dos manos en su cuello como la nieve virgen,
sus miradas que acarician como un arpegio mis nervios
mientras sobre nosotros la primavera agita sus incensarios.
Otros, sin embargo, los ojos de una mujer alegre,
así como las penas eran vastos y negros.
Espanto de las noches, misterio de las tardes,
entre esas mágicas cejas estaba toda su alma
y su corazón era vano como una mirada alegre.
Otros, como el mar tan cambiante y tan dulce,
nos extraviaban hacia el alma hundida en sus ojos
como en esas tardes marinas a que nos empuja lo ignorado.
Sobre tus claras aguas navegábamos, mar de los ojos,
henchía el deseo nuestras velas remendadas
y olvidando las tempestades pasadas, partíamos
sobre las miradas para descubrir las almas.
Tantas miradas diversas, tan parejas las almas,
qué decepción para nosotros, viejos prisioneros de los ojos.
Habríamos debido quedarnos a dormir bajo la pérgola,
pero os habríais ido igual de haberlo sabido todo.
Para tener en el corazón estos ojos prometedores
como un mar de atardecer que sueña con el sol
habéis realizado gestas inútiles.
Para alcanzar el país soñado que, bermejo,
gemía de éxtasis más allá de las verdaderas aguas
bajo el arca sagrada de una nube que creíamos profética.
Pero es dulce tener estas heridas para un sueño
y vuestro recuerdo fulge como una fiesta.

viernes, 17 de junio de 2011

1938 (por Charles Simic)

Los nazis marcharon sobre Viena.
Superman hizo su debut en Action Comics.
Stalin purgó a sus amigos revolucionarios.
El primer Dairy Queen abrió en Kankakee, Illinois.
Yo, en mi cuna, me meaba en los pañales.

“Debes de haber sido un hermoso bebé”, cantaba Bing Crosby.
Un piloto al que los periódicos llamaron “Camino Equivocado Corrigan”
despegó de Nueva York con dirección a California
y acabó aterrizando en Irlanda mientras yo veía a mi madre
sacarse un pecho del camisón azul y dirigirse hacia mí.

Aquel septiembre hubo un huracán que trasladó un cine
desde la playa de Westhampton a algún sitio en medio del mar.
La gente temía que el mundo estuviera a punto de acabarse.
Un pez que se creía extinto desde hacía setenta millones de años
apareció en una red de pesca en la costa de Suráfrica.

Yo estaba en mi cuna mientras los días se hacían más breves y fríos.
La primera gran nevada cayó durante la noche
sumiendo mi habitación en un gran silencio.
Me parece haberme oído llorar durante mucho, mucho tiempo.

jueves, 16 de junio de 2011

Faltó poco (por Wislawa Szymborska)

Faltó poco
y mi madre podría haberse casado
con el señor Zbigniew Wola.
Y si hubieran tenido una hija, no habría sido yo.
Quizá habría tenido mejor memoria para los nombres
y las caras,
y para las melodías oídas una sola vez.
Habría reconocido sin problemas qué pájaro era cuál.
Habría tenido excelentes notas en física
y química,
peores en lengua,
pero habría escrito a escondidas poemas
claramente más interesantes que los míos.

Faltó poco
y mi padre podría haberse casado en ese mismo momento
con la señorita Jadwiga R.
Y si hubieran tenido una hija, no habría sido yo.
Quizá habría sido más terca en lo de salirse con la suya.
Y se habría lanzado sin temor a aguas profundas,
capaz de abandonarse a emociones gregarias.
Vista continuamente en varios lugares al mismo
tiempo,
pero rara vez entre libros, más a menudo en la calle
jugando a la pelota con los chicos.

Quizá incluso se habrían encontrado ambas
en la misma escuela, en la misma clase.
Pero no habrían sido amigas,
no habrían tenido ningún parentesco,
y en las fotos de grupo estarían lejos una de otra.

Niñas, poneos ahí
-habría dicho el fotógrafo-.
Las más bajas delante, las más altas detrás.
Y sonreíd cuando os dé la señal.
Pero contad antes
si estáis todas.

-Sí señor, estamos todas.

miércoles, 15 de junio de 2011

Dos vidas, un instante (por Vladimir Holan)

Entramos en el ascensor y estábamos allí los dos solos.
Nos miramos sin hacer otra cosa.
Dos vidas, un instante, la plenitud, la felicidad...
En el quinto piso ella bajó y yo, que continuaba,
comprendí que nunca más la vería,
que era un encuentro de una vez para siempre
y que aunque la hubiera seguido lo habría hecho como un muerto,
y que si ella se hubiera vuelto hacia mí
sólo habría podido hacerlo desde el otro mundo.

martes, 14 de junio de 2011

Donde se hunden (por Juan Gelman)

En la intemperie de dos cuerpos
se sabe haber lo que no
se puede haber y el tiempo y la memoria
tejen una belleza diferente. Lento
es el abismo donde se hunden
las asambleas del odio y todo
es un pedazo, menos
el aire absuelto por vos.
La cosa obrada es imperfecta y el vacío
entre las dos verdades parece
un manantial de aguas henchidas
que produce todas las cosas, menos
un ojo más perfecto que el sol
cuando te dora. Es
la libertad que hacés y no cesa,
la palabra que no se esconde en
el banquete de la razón donde
alimañas, sierpes, otras bestias
comen reflejos de la lengua.

lunes, 13 de junio de 2011

Estás enferma, oh rosa (por William Blake)

Estás enferma, ¡oh rosa!
El gusano invisible,
que vuela, por la noche,
en el aullar del viento,
tu lecho descubrió
de alegría escarlata,
y su amor sombrío y secreto
consume tu vida.



domingo, 12 de junio de 2011

Donde antes caminara el sacerdote (por Félix de Azúa)

Por toda referencia
en el paisaje que la nieve ha cubierto
(las sombras ahora resplandecen)
borrado incluso el trecho
donde antes caminara el sacerdote,
un hombre busca el norte, el sur,
el este y el oeste.
El hombre, único en el paisaje,
busca el norte y el sur
y el este y el oeste.

sábado, 11 de junio de 2011

Gana la muerte (por Saiz de Marco)

La muerte gana pero no levanta los brazos
Cuando cruza la meta no descorcha champán
no canta victoria
no hace la uve con los dedos
La muerte gana sin euforia
sin entusiasmo
La muerte gana sin pasión
sin convicción
La muerte gana tímidamente y sin orgullo
(¿quién presumiría de abatir piezas tan frágiles?)
La muerte no goza, no saborea su triunfo
La muerte gana cumpliendo órdenes estrictas
La muerte gana por imperativo legal
La muerte gana con desgana
La muerte gana sin ganas de ganar
Sí, otra vez ganó hoy la muerte y quizás
en el fondo
deseaba perder

viernes, 10 de junio de 2011

A veces (por Nicolás Guillén)

A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor, rompiéndome el pecho
una flor, y decir: Esta flor,
para usted.

jueves, 9 de junio de 2011

Donde la rosa estaba (por Walter de la Mare)

Sólo está el viento donde la rosa estaba,
fría la lluvia donde estaba la hierba,
y nubes como ovejas
trepan por los abruptos
y grises cielos donde la alondra estaba.

No está ya el oro donde tu pelo estaba,
no está el calor donde estaba tu mano,
sino vago, perdido
debajo del espino,
tu espectro está donde tu rostro estaba.

Triste el viento donde estaba tu voz,
lágrimas donde mi corazón estaba,
y ya siempre conmigo,
hijo, siempre conmigo,
sólo el silencio donde estaba la esperanza.

miércoles, 8 de junio de 2011

Con la escoba en la mano (por José Luis Puerto)

Ese paso de danza
de la mujer humilde
delante de su puerta,
con la escoba en la mano,
quiere ser expresión de la alegría,
de ese gozo que lleva, ensimismado,
en el rostro, que mira a sus adentros
y sonríe dichoso,
no para nadie, sino porque el alma
se sabe en plenitud,
aunque ella nada sepa, la mujer,
más que vive y que es pobre
y que lleva una escoba entre sus dedos
y un niño que se agarra a su vestido.

Pero ella ahora se muestra
en el umbral de su vivienda, digna
y con un gozo pleno, ensimismado,
levemente inclinada su cabeza
y cerrados los párpados
mas en franca sonrisa fascinada.
Porque todo es un don
y nada merecemos.

Y sus pies con sandalias tan humildes
y desnudos, sin más,
muestran en su quietud
ese paso de danza reverente,
ese otro modo de sonrisa,
de plenitud lograda.

Y sus ropas tan pobres
no desmienten tampoco una belleza
aquí manifestada, sí, en el ser,
que se ofrece en el marco de su puerta
con toda su pobreza,
mas también
con el don cenital de su alegría.

martes, 7 de junio de 2011

Gotas (por Terenzio Formenti)

cae
la primera gota
en el parabrisas

atentas...
las otras
se abren camino

ahora
como locas...

corren
se rozan
se acarician
se aman

pequeñas gotas
en el parabrisas

lunes, 6 de junio de 2011

Toco tu boca (por Julio Cortázar)

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

domingo, 5 de junio de 2011

Regreso (por Juan Gelman)

Así que has vuelto
como si hubiera pasado nada
como si el campo de concentración no
como si hace 23 años
que no escucho tu voz ni te veo
han vuelto el oso verde tú
sobre todo larguísimo y yo
padre de entonces
hemos vuelto a tu hijar incesante
en estos hierros que nunca terminan
¿Ya nunca cesarán?
ya nunca cesarás de cesar
vuelves y vuelves
y te tengo que explicar que estás muerto.

sábado, 4 de junio de 2011

Suceso (por Wislawa Szymborska)

Cielo, tierra, amanecer,
ocho y cuarto de la mañana.
Calma y silencio
en las amarillas hierbas de la sabana.
A lo lejos un ébano
de hojas siempre verdes
y extensas raíces.

De pronto una alteración de esa quietud.
Dos seres con ganas de vivir rompen a correr.
Una gacela en una repentina huida
y detrás una leona jadeante y hambrienta.
Por un momento sus posibilidades son idénticas.
La que huye tiene incluso cierta ventaja.
Y si no fuera por esa raíz
que sale del suelo,
por ese tropezón
de una de las cuatro patas,
por ese cuarto de segundo
de alterado ritmo
que aprovecha la leona
con un largo salto...

A la pregunta de quién es el culpable,
nada, sólo silencio.
Un cielo inocente.
Una inocente tierra nutridora.
Un inocente tiempo fugitivo.
Una inocente gacela.
Una inocente leona.
Un inocente ébano.
Y un observador que mira con unos prismáticos,
inocente hombre
en este caso.

viernes, 3 de junio de 2011

Todo a pulmón (por Alejandro Lerner)

Que difícil se me hace
mantenerme en este viaje
sin saber adónde voy en realidad;
si es de ida o de vuelta,
si el furgón es la primera,
si volver es una forma de llegar.

Que difícil se me hace
cargar todo este equipaje.
Se hace dura la subida al caminar
esta realidad tirana
que se ríe a carcajadas
porque espera que me canse de buscar.

Cada nota, cada idea,
cada paso en mi carrera
y la estrofa de mi última canción;
cada fecha postergada,
la salida y la llegada
y el oxígeno de mi respiración.

Que difícil se me hace
mantenerme con coraje
lejos de la transa y la prostitución.
Defender mi ideología,
buena o mala, pero mía,
tan humana como la contradicción.

Que difícil se me hace
seguir pagando el peaje
de esta ruta de locura y ambición.
Un amigo en la carrera,
una luz, una escalera
y la fuerza de hacerlo todo a pulmón.

jueves, 2 de junio de 2011

Lo conseguí (por Raymond Carver)

¿Y conseguiste lo que
querías en esta vida?
Lo conseguí.
¿Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme
amado sobre la tierra.

miércoles, 1 de junio de 2011

Cómo no ser (por Vladimir Holan)

"¿Cómo no ser?", te preguntas y hasta acabas por decirlo
en voz alta...
Pero el árbol y la piedra lo callan ,
aunque ambos son hijos de la palabra y por tanto mudos,
ya que la palabra se asusta de ver lo que ha sido de ella...
Pero los nombres aún los tienen. Los nombres: pino,
arce, álamo que tiembla... y los nombres: feldespato,
basalto, fonolita, amor... Bellos nombres,
sólo que asustados de ver en qué se han convertido.