zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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sábado, 31 de octubre de 2015

Vuestra muerte estalla como vida (por Judith Wright)


Brotes de flores caducas se convierten en tallos en otoño,
llenan el jardín, requieren
la disciplina de las podadoras.
Atragantado exceso, caos de malas hierbas,
frío amargor que estrangula telas de raíces;

lo apilo todo en un gran túmulo,
quebrada rama que olvida flor y fruto,
tallo espinoso demasiado duro para pudrirse,
os amontono en una alta pila para un rito postrero.

Cuando las ramas están listas y la cerilla prende
vuestra muerte estalla como vida, vuestro brillo
corona y consume el año que acaba.
La podredumbre se transforma en deseo
que abrasa el puro aire ondulante
y la muerte se eleva como una oración.


viernes, 30 de octubre de 2015

Hay quien (por Wislawa Szymborska)


Hay quien se realiza en esta vida mejor que los demás.

Todo está en orden en su interior y alrededor de él.
Tiene método y respuesta para todo.

Es rápido descubriendo el qué el cómo el dónde
y el porqué.

Pone el sello en las verdades absolutas,
arroja los hechos superfluos a la trituradora de papel
y ordena a las personas desconocidas
en los ficheros correctos.

Piensa durante el tiempo justo,
ni un segundo más,
porque en ese segundo se esconde la duda.

Y cuando se despide de la vida
deja el lugar
por la puerta indicada.

A veces le envidio un poco;
pero por suerte se me pasa enseguida.


jueves, 29 de octubre de 2015

Pez de espinas y filos (por Robert Rivas)

En el macizo central,
en las cordilleras y encrucijadas del cuerpo,
vive la herida.
Herida no vuela, no corre.
Corta, saja, lacera, hiende.
El día la abre
y la noche no la cierra.
Reposa en un limo fresco
como un gordo pez de espinas y filos.
Asentándose como una roca que siente
y exsiente
extendiendo día a día sus dominios.
Muchas veces parece ser lo único vivo
en el silencio del cuerpo.
Herida sorda y sobre todo ciega, que siega.
¡Qué herida!
En algún momento parece que se alzará
de su lecho
y echará a rodar
su por ahora inmóvil ejército
de un millón de fichas-espina.
Como que el cisne negro se alzara del agua
para convertirlo todo en noche.

Hasta entonces, piensa la Herida,
seré siempre quien no fui.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Bruma -haikus- (por Aitor Suárez)


Abres los ojos
pero para amplias zonas
siguen cerrados.

Obnubilados,
llevamos en la frente
niebla infiltrada.

No conocemos
el tamaño de nuestra
ofuscación.

Idos los trucos,
las ilusiones ópticas,
¿qué quedará?

Cuando lo opaco
se vuelva transparente,
¿qué sentiremos?

¿Qué encontraremos
tras despertar de este
sonambulismo?

Lo extramental,
las ultradimensiones,
los otros planos,

lo que el cerebro
sabiamente se niega
a comprender,

y todo aquello
cuya percepción nos
derribaría,

lo que no cabe
ni en lóbulos ni en pliegues
ni en neuronas,

lo que está aquí,
ante nosotros, mas no
para nosotros.

Como la luna
para un pez. Como el mar
para una hormiga.

Como el poliedro
para el topo, o el álgebra
para el caimán.

Por des-cifrar,
por des-oscurecer
está todo esto.

Lo único cierto
es que todo está lleno
de incertidumbre.

Tantos candados,
tantas llaves echadas,
tantos pestillos,


tantas estancias
con las puertas cerradas
a cal y canto,

tantos lugares
que no han dejado nunca
de estar oscuros,

tantos secretos
de los que no seremos
nunca partícipes,

tantos cerrojos
para los que jamás
tendremos llaves.


martes, 27 de octubre de 2015

Oigo caer al tiempo (por Fernando Pessoa)


El reloj que está allá detrás, en la casa desierta, porque todos duermen, deja caer lentamente el cuádruple son claro de las cuatro de cuando es de noche. Todavía no me he dormido, ni espero dormir. Sin que nada me ocupe la atención, y así no duerma, o me pese en el cuerpo, y por eso no me tranquilice, acuesto en la sombra, que el lugar vago de los faroles de la calle torna más desacompañada todavía, al silencio amortecido de mi cuerpo extraño. No sé pensar, de tanto sueño como tengo; no sé sentir, de tanto sueño que no consigo tener.

Todo en torno a mí está el universo, desnudo, abstracto, hecho de negaciones nocturnas. Me divido entre cansado e inquieto, y llego a tocar con la sensación del cuerpo un conocimiento metafísico del misterio de las cosas. A veces se me ablanda el alma, y entonces los pormenores sin forma de la vida cotidiana se me flotan a la superficie de la conciencia, y estoy efectuando botaduras a la superficie de no poder dormir.

Otras veces me despierto desde dentro del mediosueño en que me he estancado, e imágenes vagas, de un colorido poético e involuntario, dejan escurrir por mi distracción su espectáculo sin ruidos. No tengo los ojos completamente cerrados. Me orla la vista débil una luz que viene de lejos; son los faroles públicos encendidos allá abajo, en los confines abandonados de la calle. ¡Cesar, dormir, sustituir esta conciencia intervelada por mejores cosas melancólicas, dichas en secreto al que me desconociese!… ¡Cesar, pasar fluido y ribereño, flujo y reflujo de un mar vasto, en costas visibles por la noche en que verdaderamente se durmiese!…

¡Cesar, ser incógnito y exterior, movimientos de ramas en paseos apartados, tenue caer de hojas, conocido por el ruido más que por la caída, mar alto fino de los surtidores a lo lejos, y todo lo indefinido de los parques por la noche, perdidos entre enmarañamientos continuos, laberintos naturales de las tinieblas!… Cesar, acabar
finalmente, pero con una supervivencia translaticia, ser la página de un libro, la madeja de un cabello suelto, el oscilar de la enredadera al pie de la ventana entreabierta, los pasos sin importancia en la grava fina de la curva, el último humo alto de la aldea que duerme, el olvido del látigo del arriero a la vera matutina del camino…

El absurdo, la confusión, el apagamiento -todo lo que no fuese la vida…-. Y duermo, a mi manera, sin sueño ni reposo, esta vida vegetativa de la suposición, y bajo mis párpados sin sosiego flota, como la espuma quieta de un mar sucio, el reflejo lejano de las farolas mudas de la calle. 
Duermo y desduermo.

Del otro lado de mí, allá por detrás de donde yazgo, el silencio de la casa toca al infinito. Oigo caer al tiempo, gota a gota, y ninguna gota que cae se oye caer. Siento a la cabeza materialmente colocada en la almohada en que la tengo haciendo un valle. La piel de la funda tiene, con mi piel, un contacto de persona en la sombra.
La propia oreja, sobre la que me acuesto, se me graba matemáticamente contra el cerebro. Pestañeo de cansancio, y mis pestañas producen un ruido pequeñísimo, inaudible, en la blancura sensible de la almohada erguida. Respiro, suspirando, y mi respiración sucede: no es mía. Sufro sin sentir ni pensar.

El reloj de la casa, lugar seguro allá en medio del infinito, da la media hora seca y nula. ¡Todo es tanto, todo es tan hondo, todo es tan negro y tan frío!

Paso tiempos, paso silencios, mundos sin forma pasan por mí. Súbitamente, como una criatura del Misterio, un gallo canta sin saber de la noche. Puedo dormir, porque es mañana en mí. Y siento a mi boca sonreír, dislocando levemente las arrugas de la funda que me prende el rostro. Puedo abandonarme a la vida, puedo dormir, puedo ignorarme… Y a través del sueño nuevo que me oscurece, o recuerdo al gallo que ha cantado, o es él, de verdad quien canta por segunda vez.

lunes, 26 de octubre de 2015

Pero aún lo veíamos (por Benjamín Prado)


Mi padre había muerto, pero aún lo veíamos
por las habitaciones
o cruzando el jardín:
como al cerrar los ojos
después de ver un bosque,
los pájaros se mueven todavía un momento en la mirada.

Después llegaron luces
de autopista,
emisoras
de media noche
hoteles conocidos,
la luna sobre el río de automóviles.

Atravesábamos despacio los nombres de las ciudades,
sintiendo, al mismo tiempo,
la lentitud y el paso de los días.

Hacia el final, mi padre era del agua,
del cuarzo,
de la sombra.
Sus ojos eran limpios,
más azules.
Y extraños
como una luz encendida en una habitación vacía. 


domingo, 25 de octubre de 2015

Sin nada entre las garras (por Klaus Rifbjerg)


ve el ratón al cernícalo
o acaso es sólo el pájaro
el que avista al ratón

de todos modos se
da la supremacía
a la rapaz

fíjate únicamente en la elegancia de sus maniobras
en su capacidad de estar como en el agua
en el aire
y la maniobra fulminante
de navaja cerrándose
cuando se dirige contra
el ratón cuya insignificancia
no es suficiente para
asegurar su destino

pero piensa también cuántas veces el pájaro
abandona la tierra
sin nada entre las garras

e intenta recordar el ojo ardiente
del ratón que detrás de la maleza
intenta serenar su aliento y
mira al ave allá arriba
que se lleva su vanidad su hambre
su orgullo
a otro lugar

sábado, 24 de octubre de 2015

Vacilando florecen (por Do Yong Hwan)


¿Habrá flor que florezca sin vacilar?

Hasta las flores más hermosas del mundo,

vacilando, florecen.

Vacilando yerguen su tallo recto;

pues no hay amor que prospere sin vacilar.

¿Habrá flor que florezca sin mojarse?

Hasta las flores más relucientes del mundo,

mojándose, florecen.

Sus tiernas hojas brotaron entre lluvia y viento;

pues no hay vida que sin mojarse prospere. 


viernes, 23 de octubre de 2015

Las nubes (por Wislawa Szymborska)


Con la descripción de las nubes

debería darme mucha prisa,

en una milésima de segundo

dejan de ser ésas y empiezan a ser otras.


Es propio de ellas

no repetirse nunca

en formas, matices, posturas y orden.


Sin la carga de ningún recuerdo

se elevan sin problemas sobre los hechos.


¡De qué van a ser testigos!,

en un segundo se disipan en todas direcciones.


Comparada con las nubes

la vida parece tener los pies sobre la tierra,

se diría que es inmutable y prácticamente eterna.


Frente a las nubes

hasta una piedra parece un hermano

en el que se puede confiar

y las nubes, nada, primas lejanas y frívolas.


Que exista la gente si quiere,

y después que se mueran uno tras otro,

poco les importa a las nubes

esas cosas

tan extrañas.


Sobre toda tu vida

y también sobre la mía, aún incompleta,

desfilan pomposas igual que desfilaban.


No tienen la obligación de morir con nosotros.

No necesitan ser vistas para poder pasar.


jueves, 22 de octubre de 2015

En otras playas (por Jorge Luis Borges)


Lejos del mar y de la hermosa guerra,
que así el amor lo que ha perdido alaba,
el bucanero ciego fatigaba
los terrosos caminos de Inglaterra.

Ladrado por los perros de las granjas,
pifia de los muchachos del poblado,
dormía un achacoso y agrietado
sueño en el negro polvo de las zanjas.

Sabía que en remotas playas de oro
era suyo un recóndito tesoro
y esto aliviaba su contraria suerte;

a ti también, en otras playas de oro,
te aguarda incorruptible tu tesoro:
la vasta y vaga y necesaria muerte. 


miércoles, 21 de octubre de 2015

Cumpleaños (por Ángel González)


Yo lo noto: cómo me voy volviendo

menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

Y pronto caería la noche (por Rafael Campo)

¿Me vas a recordar igual que como me ves
hoy? Este largo compromiso—veinte años—
ha contraído algunos estragos. Me
acosté anoche y pensé que estábamos
lejos de no sonar más. Giraste hacia mí,
y yo era joven, y aún miedoso; la luna de junio
nos espió, con preocupación familiar. Me dolía
la rodilla, castigo por hacer culto a la tierra
de nuestro pequeño jardín. Los lirios florecidos,
sus caras enjutas y barbudas, de viejos
hermosos, dispensaron sus bendiciones y sus culpas.
Vos pintabas un mueble, y dijiste "lo haré,
por supuesto lo haré". Yo plantaba ajedrea,
no muy resistente a los meses invernales, al lado
de la menta que odias por invasiva.
Se entremetió una brisa, siempre la novia radiante
con quien todos se quieren casar. La labor de una vida,
por la mitad hasta ahora, omnipresente.
Estaba cansado, y pronto caería la noche,
pero nadie puede negar el amor, ni nosotros.


martes, 20 de octubre de 2015

Una voz en la niebla (por Joan Margarit)

El tren se ha detenido entre la niebla
de plomo, que amortigua
ruido de calles, cláxones de hierro,
el desorden de alguna mala música.
Tomo un taxi hasta un centro impersonal.
Es una ciudad fea que me espera
con un desánimo de vieja hetaira.
Pero comienzo a rescatar lugares:
casas, aceras,
las luces de unas tiendas, aquel bar.
Poco a poco, el paseo me devuelve
una voz en la niebla y una música
con una letra escrita por la vida.
Las calles, cómo cambian a medida
que mi recuerdo va reconociéndolas.
No hay ciudades feas, ni hombre o mujer
tan miserables que no podamos ser
tú y yo en esta historia de amor.


lunes, 19 de octubre de 2015

Y miro al que yo he sido (por José Hierro)


¡Tanto hermoso momento
muerto por la costumbre!

¡Tanto instante terrible
que luego en la memoria
se hunde!

Sé que somos la suma
de instantes sucesivos
que el tiempo no destruye.

Y miro al que yo he sido
un instante olvidado
de algún día de octubre.

Me duele su tristeza:
quisiera liberarle
de aquella pesadumbre;

pero somos la suma
de instantes sucesivos
que el tiempo no destruye.

Aquel que ahora recuerdo
seguirá siempre en sombras
aun cuando el sol me alumbre.

Oh, no poder borrarlo,
no poder alegrarlo,
darle cielos azules.

Mientras esté yo vivo
él llenará su instante
ciñendo rosas fúnebres.

Y cuando yo me muera
él seguirá viviendo
ciñendo rosas fúnebres.

Sé que somos la suma
de instantes sucesivos.
Ceñimos rosas fúnebres.

(Miro: estoy en mi estela,
ciñendo rosas fúnebres.)


domingo, 18 de octubre de 2015

De la mano (por Saiz de Marco)


Ves en la lejanía los pasos que no has dado

-los senderos futuros,

las huellas aún no impresas-

y allá al fondo

esos dos antagónicos juntos


( como aquellas parejas en que


él alto / ella baja ;

“pies en la tierra” ella / “siempre en la luna” él ;

extravertido uno / ensimismado el otro ).


Como el negro y el blanco

o lo amargo y lo dulce

o el agua y el aceite


cogidos de la mano

atraviesan,

recorren el camino de enfrente

-tu ruta aún por andar-.


Hacia ti están viniendo

esos polos opuestos, esos novios tan raros,

ese amor imposible:


el miedo y la esperanza.


sábado, 17 de octubre de 2015

Un doble ser (por Fernando Pessoa)

Cerca con grandes muros a aquél que te sueñas.
Después, donde es visible el jardín
a través del portón de reja adecuada,
pon las flores que sean más risueñas,
para que te conozcan sólo así.
Donde nadie lo vea no pongas nada.


Haz macizos como los que otros tienen
donde las miradas puedan entrever
tu jardín tal como vas a mostrárselo.
Pero donde es tuyo, y nunca lo ve nadie,
deja que crezcan las flores que vienen del suelo

y a las hierbas naturales déjalas medrar.
Haz de ti mismo un doble ser guardado;
y que nadie que vea y mire pueda
saber de ti más de lo que sabe un jardín
-un jardín mostrable y reservado,
por detrás del cual la flor nativa roza
la hierba tan pobre que ni tú la ves…-.

viernes, 16 de octubre de 2015

Yo estudiaba los ríos (por Benjamín Prado)

Palabras como la nieve que se oculta a sí misma.

Los bosques destilaban pájaros tropicales,
el Amazonas era la sombra de los tigres,
el Sena
comenzaba en las campanas
y en el Hudson morían las palomas.

Yo estudiaba los ríos.
Mi padre,
envuelto en humo,
hablaba de esperanzas y de escombros,
de la lluvia inocente sobre el hombre culpable,
del puñal enterrado en la arena de los números,
del sol vacío que entra en la casa del muerto.

La luz del televisor se extendía por la habitación.

En el Ebro flotaban duros montes de estaño.
En el Guadalquivir hubo torres de oro.
En el Nilo brillaban las pirámides.

Nuestros cuerpos teñían de rojo la luna.

jueves, 15 de octubre de 2015

Por las noches hendidas (por Jorge Luis Borges)

Como un ciego de manos precursoras
que apartan muros y vislumbran cielos,
lento de azoramiento voy palpando
por las noches hendidas
los versos venideros.
He de quemar la sombra formidable
en su límpida hoguera:
púrpura de palabras
sobre la espalda flagelada del tiempo.
He de encerrar el llanto de los siglos
en el duro diamante del poema.
Nada importa que el alma
ande sola y desnuda como el viento
si el universo de un glorioso beso
aún abarca mi vida
y en lo callado se embravece un grito.
Para ir sembrando versos
la noche es una tierra labrantía.


miércoles, 14 de octubre de 2015

Instante (por Wislawa Szymborska)


Camino por la ladera de una verdeante colina.

Hierba, florecillas en la hierba,

como si fuera un cuadro para niños.

Un neblinoso cielo ya azulea.

Una vista sobre otras colinas se extiende en silencio.


Como si aquí nada hubiera de cámbricos, silúricos,

ni rocas gruñéndose unas a otras,

ni abismos elevados,

ninguna noche en llamas

ni días en nubes de oscuridad.


Como si no pasaran por aquí llanuras

en febriles delirios,

en helados temblores.


Como si sólo en otros lugares se agitaran los mares

y desgarraran las orillas de los horizontes.


Un bosque que aparenta un bosque por los siglos de los siglos, amén,

y en lo alto unos pájaros que vuelan en su papel de pájaros que vuelan.


Hasta donde alcanza la vista, aquí reina el instante.

Uno de esos terrenales instantes

a los que se pide que duren.

martes, 13 de octubre de 2015

Y así estuvimos (por Mauro Lo Coco)


el ruido de la heladera, ese verano
se paraba todas las noches a las tres
y a las tres y diez empezaba de nuevo
nos tenía a todos tarados, Alberto
decía que Roxana se levantaba dormida y la apagaba
y cuando volvía a la cama se despertaba de verdad
y volvía a la cocina y la prendía de nuevo;

a mí nunca me pareció lo mismo
estaba seguro que era parte de algún mecanismo
interno que descansaba para funcionar
diez minutos por ahí, algo así
que necesitaba girar y cuando llegaba a la pata
que faltaba
giraba en falso, o más lento, no sé

yo nunca entendí de máquinas

y te digo que así estuvimos varios días los cuatro
que al desayuno otra cosa no comentábamos
y siempre todos menos Roxana
la habíamos oído sonar y dejar de sonar
hasta que vino ese muchacho
un pibe joven que era amigo del novio de María
la amiga de Roxana, Rodrigo
creo que se llamaba
o Ramiro

Ramiro;
venían los tres de la playa a tomar mate
era técnico de algo no sé, compact disc, dvd
y nos dice que es normal
que todas las heladeras lo hacen
el ruido a la noche y parar,
y que tal vez sea la costumbre de dormir o de oír
y que también se paran de día pero
que uno no está ahí para escuchar

se entiende
si te lo explica alguien que sabe

lunes, 12 de octubre de 2015

Qué rueda (por Kim Sung-Hui)


La oscuridad precede al sol,

el sol destruye a la oscuridad.

La realidad se opone al sueño

y entonces, los sueños destruyen la realidad.

El águila toma el sol en su paseo.

Ahora, detrás de una pared de nubes

me arriesgo

a soñar

que las corpusculares ondas misteriosas del sol

están uniendo mi vida con la suya

para evitar que mi existencia se convierta en cenizas

para evitar que se convierta en una máscara de hielo.

Me atrevo a imaginar:

mi fuego girando como el sol en su eterna órbita.

para siempre, eternamente.

uniendo

mi vida y esa enorme vida.

¿Qué rueda giratoria

en el vacío de qué niebla

es nuestro hilo que comienza a destejerse?

domingo, 11 de octubre de 2015

Hijo (por José Mateos)


¿Para venir a este mundo
en qué otro mundo habrás muerto,
hijo? ¿Qué voces te arrastran
y quién te echará de menos
allí, donde nadie sabe
que estás aquí y eres nuestro?

¿Cuántos días, cuántas noches
vivirás, mi dios pequeño,
junto a nosotros, oculto
y reclamado por ellos?


sábado, 10 de octubre de 2015

Por las que no he podido entrar (por León Felipe)


Sé muy pocas cosas…
No he leído los libros cabalísticos…
Mi cerebro es muy corto…
No entiendo nada. Soy viejo
y todo me parece un gran enigma.
La filosofía y las profundas especulaciones me paralizan y me aturden. Físicamente me destruyen.
Hay muchas puertas por las que no he podido entrar…
¡Cuántas veces me he quedado llorando a la puerta cerrada de Dios!
Sólo alguna vez, por el resquicio de mi llanto, he vislumbrado no sé qué lucecillas… y me he dado a soñar.
Luego me he puesto a escribir.
Así han salido mis versos… desgarrándome, con ansiedad y con dolor…
Nada son, sin embargo, bien lo sé… Balbuceos…
lenguaje infantil y primario…
¿Cuándo comenzaré a hablar?...
¿Cuántos siglos tendrán que transcurrir todavía
para que pueda pronunciar las palabras esenciales
cargadas de conocimiento, de amor, de Luz…?


viernes, 9 de octubre de 2015

Cogí de sus dedos la foto (por Yusef Komunyakaa)


Se tambaleó por un momento
entre la hierba alta, como si estuviese bailando
con una mujer. Nuestros cañones
se pusieron al rojo vivo.
Cuando me acerqué,
un halo azul de moscas volaba sobre él.
Cogí de sus dedos
la foto deteriorada.
No hay otra manera
de decirlo: Me enamoré.
La mañana empezaba a clarear,
menos para un mortero lejano
y para algunos helicópteros que despegaban
en alguna parte.
Le metí la cartera en el bolsillo
y le di la vuelta para que no siguiera
besando el suelo.


jueves, 8 de octubre de 2015

Una máscara (por Haris Vlavianós)


de noche
con la luna llena de las contradicciones
bailando en la cúpula de tu mente
piensas en cambiar el papel
en quitarte al fin la máscara de la pena
ayer
encantado por las posibilidades de los sentimientos escribiste:
sólo como pasión tiene sentido el amor
todo espíritu profundo necesita una máscara
porque así lo demanda la sutileza de su preocupación
hoy
bajo este cielo predecible
quieres pensar
que la avenida a tus pies se abre
termina en algún sitio
en una resolución final de la materia
en un resumen que te permitirá admirar o temer
el desarrollo predestinado de la historia
tu historia
en cuyos episodios dramáticos
buscas renococer una señal de afirmación
la seguridad de la recompensa
la luz brilla
"la luz siempre está brillando"
es tarde sin embargo
para hojear el momento
(la vida no es un argumento / la vida no es una discusión)
nadie tiene ganas de leer más
ni tú tampoco (que hable el texto)
que cansada por la intensidad
de las últimas horas
descuelgas el teléfono
"un expresso doble"
(como siempre,
el mejor somnífero).

miércoles, 7 de octubre de 2015

Borrar (por Roberto Juarroz)

¿Qué borrar primero:
la sombra o el cuerpo,
la palabra escrita ayer
o la palabra escrita hoy,
el día oscuro
o el día claro?

Hay que encontrar un orden.
El aprendizaje de borrar el mundo
nos ayudará luego a borrarnos.


martes, 6 de octubre de 2015

Sólo queríamos (por Ana Rüsche)


A nuestra generación nunca se nos permitió ver el mar
por primera vez.
Él siempre estuvo adentro, reluciente, tan grande
como nosotros mismos

Rogamos tanto a las noches que se hiciera nuevamente la
oscuridad
pero las plegarias atendidas
son ilusión de tontos, un ardor en los
ojos y
el mar se enfurece aquí dentro, monstruo devorador
de piedra

Nacimos ballenas mórbidas
pobres diablas ahogadas en este papel de luz,
y es tan mezquino en sus inicios el deseo

Nosotros sólo queríamos ver el maldito mar
por favor,
por primera vez


lunes, 5 de octubre de 2015

Ante las cosas (por Fernando Pessoa)


A veces, en días de luz perfecta y exacta,
en que las cosas tienen cuanta realidad pueden tener,
me pregunto a mí mismo despacio
por qué siquiera atribuyo
belleza a las cosas.


¿Una flor acaso tiene belleza?
¿Tiene belleza acaso una fruta?
No: tienen color y forma
y existencia tan sólo.
La belleza es el nombre de algo que no existe
y que doy a las cosas a cambio del agrado que me dan.
No significa nada.
Entonces, ¿por qué digo de las cosas: son bellas?

Sí, incluso a mí, que vivo solamente de vivir,
invisibles, vienen a hablarme las mentiras de los hombres ante las cosas,
ante las cosas que simplemente existen.

¡Qué difícil ser uno mismo y no ver sino lo visible!

domingo, 4 de octubre de 2015

Y se hace aire (por Agustín Fernández Mallo)

Detectan su fin, van haciéndose transparentes los cuerpos,
ves cómo se funden con el paisaje -ves a través de ellos el paisaje-.
Es paradójico porque más que nunca la carne reivindica
en esos momentos su porqué

-una flecha se clava en el aire y se hace aire y luego telón y cae y levanta
un polvo sin propietario-.

Ya nadie se llamará como yo,
me dijo.


sábado, 3 de octubre de 2015

Teléfono (por Vicente Huidobro)


HILOS TELEFÓNICOS
CAMINO DE LAS PALABRAS

Y de noche
violín de la luna

UNA VOZ

Una montaña
ha surgido ante mí
Lo que espera detrás
busca su camino

DOS LUGARES
DOS OREJAS

Una larga ruta por recorrer

Palabras
a lo largo de tu cabello
Una ha caído al agua

ALLO

ALLO


viernes, 2 de octubre de 2015

Cuando todo se entienda (por Saiz de Marco)


Cuando caigan los velos,
las vendas de los ojos,
¿cómo será, cómo se verá
todo?:

lo oscuro,
lo insondable,
lo real imperceptible,

lo absurdo,
lo aleatorio,
los efectos,
las causas,

el sinsentido,
el caos,

las falsas evidencias,
los errores veraces,

lo trágico,
lo injusto,

la razón,
la locura,

los rodillos del odio,
la crueldad desde dentro,
la estructura del mal,

el dolor que sentiste,
el daño que infligí,

el yo,
el aquí,
el ahora...

Cuando todo se aclare y se ilumine,
cuando todo se encienda,
cuando todo se entienda...,
¿qué aspecto tendrá entonces?

¿Qué forma adquirirá cuando se muestre entero,
no sólo este rincón
lleno de sombras?

¿Cómo será, cómo se verá todo
-el todo,
todo el todo-
después de irse la niebla,
cuando se haga la Luz?


jueves, 1 de octubre de 2015

Su voz (por Oscar Wilde)


La intrépida abeja vaga de rama en rama
con su hirsuto abrigo y ligeras alas,
ahora sobre el pétalo del lirio,
ahora balanceándose en un jacinto,
en torno a él:
estaba cerca el amor; y fue aquí, supongo,
donde realicé mi voto.

Juré que dos almas deberían ser una
mientras las gaviotas amen el mar,
mientras los girasoles amen el sol.
Será, dije, nuestra eternidad,
tuya y mía.
Querida amiga, aquellos tiempos se han ido,
la red del Amor se ha cerrado.

Mira hacia arriba, donde los álamos
danzan y danzan en el aire del estío.
Aquí, en el valle, la brisa nunca
agita los frutos, pero allí
los grandes vientos soplan,
y desde el susurro místico del mar
arriban las olas que acarician la costa.

Mira hacia arriba, donde gritan las níveas gaviotas.
¿Qué pueden contemplar qué nosotros no vemos?
¿Acaso una estrella? ¿O quizá la lámpara que ruge
en algún lejano y perdido buque?
¡Ah, puede ser!
¡Hemos vivido en una tierra de sueños!
Y qué triste parece.

Mi Vida, no queda nada por decir,
salvo esto: el amor nunca se pierde.
El filo del invierno desgarra el pecho de mayo,
y sus rosas carmesí brotan quebrando el hielo.
Los navíos de la tempestad
en alguna bahía encontrarán su muelle,
así como nosotros deberíamos hacerlo.

Y no queda nada por hacer
salvo besarnos una vez más, y partir.
No, no hay nada que debamos lamentar,
yo tengo mi belleza, y tú el arte.
No, que nunca comience;
un mundo no es suficiente
para dos como tú y yo.