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martes, 13 de octubre de 2015

Y así estuvimos (por Mauro Lo Coco)


el ruido de la heladera, ese verano
se paraba todas las noches a las tres
y a las tres y diez empezaba de nuevo
nos tenía a todos tarados, Alberto
decía que Roxana se levantaba dormida y la apagaba
y cuando volvía a la cama se despertaba de verdad
y volvía a la cocina y la prendía de nuevo;

a mí nunca me pareció lo mismo
estaba seguro que era parte de algún mecanismo
interno que descansaba para funcionar
diez minutos por ahí, algo así
que necesitaba girar y cuando llegaba a la pata
que faltaba
giraba en falso, o más lento, no sé

yo nunca entendí de máquinas

y te digo que así estuvimos varios días los cuatro
que al desayuno otra cosa no comentábamos
y siempre todos menos Roxana
la habíamos oído sonar y dejar de sonar
hasta que vino ese muchacho
un pibe joven que era amigo del novio de María
la amiga de Roxana, Rodrigo
creo que se llamaba
o Ramiro

Ramiro;
venían los tres de la playa a tomar mate
era técnico de algo no sé, compact disc, dvd
y nos dice que es normal
que todas las heladeras lo hacen
el ruido a la noche y parar,
y que tal vez sea la costumbre de dormir o de oír
y que también se paran de día pero
que uno no está ahí para escuchar

se entiende
si te lo explica alguien que sabe

9 comentarios:

Unknown dijo...

me gusta este título de blog! : )

Ana Muela Sopeña dijo...

Ya está bien de pasar por mi blog, "Poesía de mujeres" y llevaros los poemas sin más.

Me cuesta muchísimo tiempo seleccionar buenos poemas para mi página así que os ruego que no vayáis a destrozarme el trabajo de selección que hago.

Lo primero...un poco de respeto...El último comentario que habéis dejado es de vergüenza.

No sé quién lo ha dejado porque sois varios pero desde luego no me parece nada bien esta actitud.

Ana Muela Sopeña

F. dijo...

Bueno, Manuela..., vaya lo uno por lo otro: mis rezumantes amigos de Z. de P. te habrán levantado el pájaro pero tú -gracias a esta airada protesta- has dejado aquí el nombre de tu blog (a lo peor menos frecuentado que este). Y gracias a esa circunstancia, vas a ver cómo muchísimos de los habituales de esta casa nos vamos a dar un garbeo por la tuya (yo, el primero). Por mi parte te dejaré, si no perlas, apañados barrocos de ría atlántica, envueltos en erizos de castaño y madejas de musgo boreal.
Ya voy.
Y eso que solo soy una especie de primo de Zumosol de esta basca, y no me tengo que dar por aludido.

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...


Hola, Ana. No sabemos a qué comentario te refieres, pero creo que lo único que dijimos es que se trataba (en nuestra opinión) de un excelente poema y que lo seleccionábamos para ZdeP. Probablemente también te dimos las gracias, y dijimos que blogs como el tuyo nos facilitan muchísimo nuestra labor recopiladora.

En ZdeP somos humildes. Nuestra tarea es simplemente recorrer a diario cientos de blogs poéticos para seleccionar poemas que nos parecen de gran calidad. Hacemos así una especie de antología (aunque ya se sabe que toda antología es "antojolía", pues se toma lo que "se le antoja" al antólogo).

Es verdad que la nuestra es una actitud un tanto aprovechadora (o incluso "aprovechona") de blogs ajenos, pues como una esponja nos alimentamos de los poemas publicados en otros blogs poéticos. Pero hasta ahora nadie nos ha criticado ni se ha molestado por ello.

Se trata de elegir lo mejor de lo mejor de entre los poemas que están en Internet. Y quien, tras leer un poema, desee conocer mejor otros textos de ese autor, siempre podrá buscarlos en Internet o en soporte papel.

También es cierto que los poemas que publicamos (sólo uno al día, en procura de la máxima calidad) van sólo acompañados del nombre del autor, y por tanto desprovistos de notas ampliatorias o de erudición sobre biografía del -o la- poeta, pertenencia del texto a un poemario concreto, traductor, bibliografía, etc. Pero ello es porque queremos ofrecer la poesía por sí misma, en su pura belleza, sin elementos distractivos o accesorios que enturbien su lectura. Quien desee obtenerlos sin duda sabrá cómo hacerlo: para eso están los buscadores de Internet, entre otros medios.

En fin, Ana, sentimos haberte molestado. Nuestra opción es criticable y discutible (y aceptamos tu crítica), pero es nuestra opción.

Un saludo muy cordial.

Pablo M dijo...

Somos muchos los que nos hemos aficionado a la poesia gracias a Zumo. Creo que esto también debe valorarse. Un saludo a todos

Tragikomedia dijo...

Esto es de alucina, vecina. Me quito el cráneo!

Ana Muela Sopeña dijo...

Hola, poetas de Zumo de Poesía:

Creo que tenéis un blog bueno, con una selección de poesía buena o muy buena.

Pero ¿Por qué no ponéis las fuentes?

No ponéis ni a qué poemario pertenece el poema, ni el nombre del traductor, ni los links de dónde habéis tomado los poemas.

¿Por mala fe? No, no creo...supongo que por ahorraros los 2 a 4 minutos que se tarda en poner las fuentes.

Las normas de blogs y webs son poner las fuentes si el contenido de tu blog o página web no es de tu autoría, aunque quizás esto no lo conocéis.

En fin, no creo que os cueste mucho colocar las fuentes de lo que publicáis. Y no...no estoy buscando que pongáis mi blog como fuente sino las fuentes de donde yo he tomado los poemas. Las fuentes en general...

Pero en fin...

Por lo demás nada que objetar. La calidad de la poesía de vuestro blog es reseñable. Creo que es buena.



Aldonza Lorenzo dijo...


Al hombre enfadado, dale de lado.

Fuego de palabras dijo...


Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.

Regresaba
—¿Era yo el que regresaba?—
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
¡Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

(ORTIZ)