Sé muy pocas cosas…
No he leído los libros cabalísticos…
Mi cerebro es muy corto…
No entiendo nada. Soy viejo
y todo me parece un gran enigma.
La filosofía y las profundas especulaciones me paralizan y me aturden. Físicamente me destruyen.
Hay muchas puertas por las que no he podido entrar…
¡Cuántas veces me he quedado llorando a la puerta cerrada de Dios!
Sólo alguna vez, por el resquicio de mi llanto, he vislumbrado no sé qué lucecillas… y me he dado a soñar.
Luego me he puesto a escribir.
Así han salido mis versos… desgarrándome, con ansiedad y con dolor…
Nada son, sin embargo, bien lo sé… Balbuceos…
lenguaje infantil y primario…
¿Cuándo comenzaré a hablar?...
¿Cuántos siglos tendrán que transcurrir todavía
para que pueda pronunciar las palabras esenciales
cargadas de conocimiento, de amor, de Luz…?
6 comentarios:
La mayoría de las puertas ni siquiera las vemos ni sabemos que existen.
Toda vida es un caso fortuito.
Blancos, asiáticos,
indianos, negros...: todos
rojos por dentro.
(CUQUI COVALEDA)
A menudo se es más feliz con la ignorancia que con el saber.
(SHAKESPEARE)
Placer de amor dura sólo un momento. Pesar de amor dura toda la vida.
(HERMANN HESSE)
El paraíso está en el regazo de una madre.
(proverbio sudanés)
Publicar un comentario