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domingo, 4 de octubre de 2015

Y se hace aire (por Agustín Fernández Mallo)

Detectan su fin, van haciéndose transparentes los cuerpos,
ves cómo se funden con el paisaje -ves a través de ellos el paisaje-.
Es paradójico porque más que nunca la carne reivindica
en esos momentos su porqué

-una flecha se clava en el aire y se hace aire y luego telón y cae y levanta
un polvo sin propietario-.

Ya nadie se llamará como yo,
me dijo.


6 comentarios:

hAiKu dijo...

De carne a piedra:
en Pompeya de pronto
fosilizados.

(CUQUI COVALEDA)

ORáKULO dijo...

Todo fin que se fuerza produce su contrario.

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Lo extraño sería que nunca ocurriese nada extraño.

Ignatius Reilly dijo...

No hay muerte si no hay olvido.

(CASTILLA DEL PINO)

casa de citas dijo...


El tiempo es una bebida que se consume creyendo que la botella sigue llena en la nevera.

(CILLERUELO)

todo está en BORGES dijo...

Hay en la tierra, y hubo siempre, treinta y seis hombres rectos cuya misión es justificar el mundo ante Dios. Son los Lamed Wufniks. No se conocen entre sí y son muy pobres. Si un hombre llega al conocimiento de que es un Lamed Wufnik muere inmediatamente y hay otro, acaso en otra región del planeta, que toma su lugar. Constituyen, sin sospecharlo, los secretos pilares del universo. Si no fuera por ellos, Dios aniquilaría al género humano. Son nuestros salvadores y no lo saben.

Esta mística creencia de los judíos ha sido expuesta por Max Brod.

La remota raíz puede buscarse en el capítulo dieciocho del Génesis, donde el Señor declara que no destruirá la ciudad de Sodoma, si en ella hubiere diez hombres justos.

Los árabes tienen un personaje análogo, los Kutb.

(BORGES)