zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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miércoles, 31 de enero de 2018

Y así nosotros (por Alekséi Petróvich Tsvetkov)


¿Para qué se esmeraban las golondrinas?
¿En qué se afanaban los vencejos?
Qué rápido se desvanecían en el aire
bosquejos de las alas sutiles.
Con qué claridad en el aire deslumbraban
y ahora, observa, vuelve a descifrarlo.
Tan efímero fue todo
como si nunca hubiera sucedido.
Y así nosotros para alguien
tejíamos encaje en el vuelo.
Pero la faena delicada de las alas
no permanece mucho en el aire.
¿Para qué la pose profética
sobre la hoja manchada?
Sólo somos golondrinas sin provecho
en el aire vacío de nadie.



martes, 30 de enero de 2018

Verano del 95 (por Adam Zagajewski)


Fue aquel verano en el Mediterráneo, ¿lo recuerdas?,
cerca de Toulon, un verano seco, fascinado de sí mismo,
que hablaba en un dialecto difícil de captar,
y sólo entendíamos retazos de palabras saladas,
un verano de una luz sesgada de la tarde, de pálidas
manchas nocturnas de las estrellas, cuando amainaba
el bullicio de innumerables conversaciones insignificantes
y el silencio esperaba a que se oyera un pájaro soñoliento,
un verano en la explosión diaria del mediodía, cuando incluso
las cigarras desfallecían, un verano cuando el agua azul
se abría hospitalaria, tan hospitalaria que olvidamos
por completo las ánforas que descansaban
en el fondo del mar hacía miles de años, en la oscuridad,
en soledad; fue aquel verano, ¿lo recuerdas?,
cuando reían las hojas siempre verdes del ligustro,
fue en julio cuando nos hicimos amigos
de aquel gatito negro
que nos pareció tan listo,
fue el mismo verano cuando en Srebrenica
mataban a hombres y a muchachos;
y se sucedían allí innumerables disparos secos
y seguro que también un calor sofocante y polvo,
y hasta las cigarras estaban muertas de miedo.



lunes, 29 de enero de 2018

Pero me acuerdo de la arena (por Elsa Cross)


El mar se hizo para tormentas y naufragios,
para gritos inútiles.
Pero me acuerdo de la arena:
tenía granos azules, negros y amarillos,
arena oscura.
Quedaba en la mano al sacudirla.
Me acuerdo de la calma en el paisaje:
intensa lentitud de la marea,
sombría, apasionada.
El mar me duele por motivos que no importan.
Arena pegajosa,
mala arena para hacer un reloj,
para indicar el paso de mareas y de lunas.
Arena fiel y torpe, deteniendo una tarde.



domingo, 28 de enero de 2018

Palabra abrazadora (por Blas de Otero)


Me pongo la palabra en plena boca
y digo: Compañeros. Es hermoso
oír las sílabas que os nombran,
hoy que estoy (dilo en voz muy baja) solo.

...Es hermoso oír la ronda
de las letras, en torno
a la palabra abrazadora: C-o-m-p-a-
ñ-e-r-o-s. Es como un sol sonoro.

El Duero. Las aceñas de Zamora.
El cielo luminosamente rojo.
Compañeros. Escribo de memoria
lo que tuve delante de los ojos.



sábado, 27 de enero de 2018

Tus ojos (por Juan Ramón Jiménez)


Tus ojos me traspasaron con rayos negros mis ojos.

Les busqué fuga en dos alas nobles. Volé con tus ojos.

Les busqué refugio en dos rosas. Olían tus ojos.

Les busqué ansia en la estrella. Y me subían tus ojos.

Les busqué fondo en dos pozos hondos. Me sumí en tus ojos.



viernes, 26 de enero de 2018

Sobre las piedras del tiempo (por Antonio Colinas)



Dejadme dormir en estas laderas
sobre las piedras del tiempo,
las piedras de la sangre helada de mis antepasados:
la piedra-musgo, la piedra-nieve, la piedra-lobo.
Que mis ojos se cierren en el ocaso salvaje
de los palomares en ruinas y de los encinares de hierro.
Sólo quiero poner el oído en la piedra
para escuchar el sonido de la montaña
preñada de sueños seguros,
el latido de la pasión de los antiguos,
el murmullo de las colmenas sepultadas.

Qué feliz ascensión por el sendero
de las vasijas pisoteadas por los caballos
un siglo y otro siglo.
Y en la cima, bravo como un espino, el viento
haciendo sonar el arpa de las rocas.
Es como el aliento de un dios
propagando armonía entre mis pestañas y las nubes.

Un águila planea lentamente en los límites,
se incendian las sierras de las peñas negras,
mas no veo las llamas,
las llamas que crepitan aquí abajo enterradas
bajo el monte de sueños aromados,
bajo la viga de oro de los celtas,
junto al curso del agua del olvido
que jamás —en vida— podremos contemplar,
pero que habrá de arrastrarnos tras el último suspiro.

¡Cómo pesan los párpados con la música del tiempo!
¡Cómo se embriagan de adolescencia perdida las venas!
Dejadme dormir en la ladera
de los infinitos sacrificios,
en donde arados y rebaños se han petrificado,
en donde el frío ha hecho florecer cenizales y huesos,
en donde las espadas han segado los labios del amor.

Dejadme dormir sobre la música de la piedra del monte,
pues ya sólo soy un nogal junto a una fuente ferrosa,
la vela que ilumina una bodega de mostos morados,
un trigal maduro rodeado de fuego,
una zarza que cruje de estrellas imposibles.



jueves, 25 de enero de 2018

Blues de la tarde de domingo (por Miguel d' Ors)


Tristeza de la tarde de domingo y la lluvia.

Tristeza, sobre todo,

de estar aquí escribiendo estas palabras

y haciendo ya imposibles tantas cosas

que ayer se me ofrecían;

de estar aquí y no estar en La Alcazaba

bajo el látigo gris de la ventisca

ni estar entre las olas de Carchuna

ni viendo con mis hijos desde la oscuridad

los desiertos ecuestres de Arizona;

de estar aquí, pensando a cuántas cosas

dice no cada sí que pronunciamos,

cuántos caminos quedan perdidos para siempre

en cada encrucijada; preguntándome

qué miguel d’ors fue el que impidió aquel otro

miguel d’ors aterido y feliz en la noche

despiadada del Eiger, y aquel que, entre humo y copas,

cantaba, o cantaría, y ya no cantará

en Helsinki rancheras mejicanas

enhiestas como gallos de pelea, y el otro

que explicaba unos versos de Soledades bajo

la nieve de Wyoming,

y tantos otros ex-futuros miguel d’ors,

ninguno de los cuales desearía

encontrarse en Granada un domingo de lluvia

y de octubre escribiendo estas palabras.




miércoles, 24 de enero de 2018

Y ya se ha ido (por Roger Wolfe)


Una mujer
que pasa en bicicleta
a las dos de la mañana,
hermosas piernas morenas
bombeando los pedales
mientras la brisa le alza el vestido
y revela
un perfecto milagro
de carne femenina en movimiento.

Nuestros ojos
se cruzan un momento
y ya se ha ido.

Son cosas como ésa
las que te hacen darte cuenta
de lo poco que realmente sabes
de nada.


martes, 23 de enero de 2018

Como una compañía (por Víctor Manuel Gaviria)


A ustedes, pensamientos, agradezco
que no me hayan traicionado,
y que se hayan escondido tan hondo
detrás de mi cara,
que yo haya estado con tanta gente
en fiestas y reuniones de trabajo,
y ustedes hayan permanecido silenciosos,
sin hacer huir a nadie de mí,
y no hayan hecho ruido involuntario como
lo hacen algunos vasos o sillas que se caen
de extraña inquietud…

A ustedes, pensamientos, agradezco
haber esperado tanto tiempo en la última pieza honda
de mi vida,
sobre todo porque han hecho que algunos me amen
por escucharlos sin decirles nada, por estar ahí como una compañía
que tanto necesitan las cosas,
por estar ahí en las largas noches
en que no éramos nadie, por favor, no éramos nadie,
y el viento nos barría…



lunes, 22 de enero de 2018

El instante (por Jorge Luis Borges)



¿Dónde estarán los siglos, dónde el sueño
de espadas que los tártaros soñaron,
dónde los fuertes muros que allanaron,
dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?

El presente está solo. La memoria
erige el tiempo. Sucesión y engaño
es la rutina del reloj. El año
no es menos vano que la vana historia.

Entre el alba y la noche hay un abismo
de agonías, de luces, de cuidados;
el rostro que se mira en los gastados

espejos de la noche no es el mismo.
El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.



domingo, 21 de enero de 2018

Del hombre en cuestión (por Miguel Ángel Petrecca)


El examen de sus documentos personales,
agendas y cuadernos que llevaba consigo
o servilletas llenas de mapas y garabatos,
podrían mantener ocupado durante décadas
a algún pobre diablo con alma de detective.
Y sin embargo no llegarían a revelar mucho
sobre la vida del hombre en cuestión.
Una vida así derrochada entre esos papeles
tendría como único saldo tangible al fin
la acumulación de más documentos y comentarios,
un tesoro documental anexado al primero
a la espera de nuevos comentaristas.
Date una vuelta por el lugar donde vivió
y tratá si podés de alejar los ojos
de la torre de agua que preside horrenda,
igual que un espantapájaros, la zona.
Tal vez después de esa pequeña excursión
no estés más cerca de ninguna clave,
pero al menos podés sentir a la vuelta
una especie de empatía mientras mirás desde la autopista
adefesios de hormigón, fábricas y hoteles que ensayan sin mucho éxito
tibios gestos de seducción hacia los viajeros,
y decir: este era al fin, más que nada, uno de los nuestros.



sábado, 20 de enero de 2018

Tu voz (por Darío Jaramillo)


Tu voz por el teléfono tan cerca
y nosotros tan distantes,
tu voz, amor, al otro lado de la línea
y yo aquí solo, sin ti, al otro lado de la luna,
tu voz por el teléfono tan cerca,
apaciguándome, y
tan lejos tú de mí, tan lejos.

Tu voz que repasa las tareas conjuntas,
o que menciona un número mágico,
que por encima de la alharaca del mundo
me habla para decir en lenguaje cifrado
que me amas.

Tu voz aquí, a lo lejos,
que le da sentido a todo,
tu voz que es la música de mi alma,
tu voz, sonido del agua,
conjuro, encantamiento.



viernes, 19 de enero de 2018

Nunca tan juntos (por Félix Grande)


La mujer de mi vida
duerme lucha en la cama a tos partida, contra
su catarro septuagenario.
Amor mío cúrate cúrame.
Tu tos brama en el cráter de mi miedo…

Cúrate, Curra. Tengo
una sorpresa polifónica
temblando en canas para ti:
¿Te acuerdas de hace medio siglo?

Contempla todo esto, mujer de tu hombre.
Pongo a tus pies mi oferta de alegría,
lo que me queda por vivir... Tenme.
Pongo a tus pies lo que me queda.

Siempre fuimos más jóvenes que hoy:
nunca tan juntos. Nunca tan destino.
Éste era el premio. Y aquí está. Y ahora:
precisamente arrugamente ahora.
Nuestra vida reunida, cauterizada, entera: mírala.
Mírale la carita a la palabra Ahora:
cinco letras omnipotentes.
...Yérguete de la silla. Apóyate en mi brazo.
Ponte guapa, que estamos convidados
a una pizca de tiempo inmenso.



jueves, 18 de enero de 2018

Así nosotros (por Alastair Reid)


Tal como un gato, atrapado por una puerta que se abre,
sobre el peligroso estante superior, maxilar rojo y garra zarzamora,
se deja caer al suelo sin ver,
seguro por instinto de gato que topará con el suelo,
ahí en la mera inocencia; y cae
de todos modos, bola de pelaje, tan rápido que al ojo
se le escapa la voltereta y la confianza
que brotan del haber caído antes,
y sólo distingue un felino desliz sedoso,
crimen inconcebible en un paso tan manso:
así nosotros nos dejamos caer rumbo a la mañana
deslizándonos por estantes del sueño. Cuando, libertinos de noche,
nos dejamos penetrar por las visiones, y la oscura ventana
grotesca nos empuja dentro, nuestro mundo pierde el equilibrio.
Los monstruos multifacéticos hijos de nuestra invención
forcejean al borde del sueño, conforme la habitación
pierde sus bordes y se llena de bruma y presentimientos
por las palabras murmuradas o por las penas recordadas,
hasta que, disueltos al dormir, caemos, el mundo conocido nos abandona,
y habitación y sueño y ser y seguridad se derriten
en un desquiciamiento final, donde cualquier paisaje
fácilmente podría cuajar, y los muertos llaman a gritos...
Pero al fin y al cabo todo termina menguando. Las voces se retiran.
La pálida cuadratura de la ventana brilla y permanece.
Poco a poco la habitación llega y madruga, y nosotros llegamos
a nuestros seres. Anoche, la semana pasada, el pasado
van volviendo a cuentagotas, despiertan. Conforme la luz adquiere solidez,
el sueño pierde claridad. Afuera, el lavado susurro del jardín
espera paciente y, recién llegados de la muerte,
¡qué agradecidos nos sentimos de absorber su aliento!
Y con todo, para soportar lo desconocido noche a noche,
¿acaso no debemos cerciorarnos, con penetración de gato,
de poder hacer frente a sus terrores, y de que la integridad del día
nos hallará sentados al escritorio, sanos y salvos, sin miedo,
con las mejillas afeitadas, las cartas escritas, las cuentas pagadas?



miércoles, 17 de enero de 2018

Los chicos lentos (por Cecilia Woloch)


Los chicos rápidos ya han entrado, urgidos
por sus madres a date-prisa-lávate-las-manos
cariño-la-cena-se-enfría-espera-a-que-venga-tu-padre
y sólo los chicos lentos permanecen en el jardín, trazando
senderos entre las luciérnagas, haciendo ruiditos con la boca, oh,
ese resplandor, y se apaga y se enciende. Y sus lentas madres parpadean
pálidas en el crepúsculo, mirándolos girar en el aire suave, mirándolos
dar vueltas, los brazos abiertos y extendidos, mientras piensan Este es mi hijo,
¿Dónde está su cena? ¿Adónde ha ido su padre?


martes, 16 de enero de 2018

Un momento antes del adiós (por William Morris)


¿Qué parte de la pavorosa eternidad
son esos extraños minutos que he ganado,
aturdido con la duda del amor y el dolor,
cuando puedo ver tu delicado rostro
un momento antes del adiós?

¿Qué parte de la marea anhelante del mundo
que parpadea, cuando el nuevo día desnudo y blanco
borra el deleite de mi ensueño,
y no hay nada a mi lado
y todo lo recordado se ha ido?

¿Qué gota en el torrente gris de lágrimas,
aquella vez, cuando el largo día de trabajo,
ya agotado, no deja nada más que hacer,
nada que justifique el esfuerzo de cargar
con la añoranza del último adiós?

¿Qué pena desde lo alto de los cielos,
qué atención desde la eternidad,
qué palabra del mundo veloz hay para mí?
¡Habla, presta atención y piedad, oh, tierno amor,
que conociste los días antes del adiós!



lunes, 15 de enero de 2018

¿Has existido, amor? (por Juan Ramón Jiménez)


¡Triste ilusión de amores veraniegos, amores
de casa en sombra y de abanico y de pereza!
...Ronda quieta y pesada de humedad y de flores,
lascivia enrojecida de carnes sin tristeza...

Es un olor a traje fresco, a tres de la tarde,
a viento de marea, a llanto de piano,
a vísperas, a jazmín blanco, a calle que arde,
a bastidor, a grillo equivocado, a mano...

Laxitud de mujeres -blancas apariciones-,
ojos que se deshacen en llama de deseos,
ascuas en vez de bocas, soñolientas canciones,
proyectos de colores en vanos balanceos...

...¿Has existido, amor de bruma y de ideales,
de estancia malva con espejos encantados,
amor como llama rosa, con lluvia en los cristales
y con romanticismo de parques deshojados?



domingo, 14 de enero de 2018

Decíamos qué frío (por Liliana Ancalao)


yo al frío lo aprendí de niña en guardapolvo
estaba oscuro
el rambler clasic de mi viejo no arrancaba
había que irse caminando hasta la escuela
cruzábamos el tiempo
los colmillos atravesándonos
la poca carne
yo era unas rodillas que dolían
decíamos qué frío
para mirar el vapor de las palabras
y estar acompañados

las mamás todas
todas
han pasado frío
mi mamá fue una niña que en cushamen
andaba en alpargatas por la nieve
campeando chivas
yo nací con la memoria de sus pies entumecidos
y un mal concepto de las chivas
esas tontas que se van y se pierden
y encima hay que salir a buscarlas
a la nada

mi mamá nos abrigaba
ella es como un adentro
hay que abrigar a los hijos
el pecho
la espalda
los pies y las orejas
dicen así
y les crecen las ramas y las hojas
y defienden a los chicos del invierno
y a veces sale el sol y ellas tapando
porque los brazos se les van en vicio
y hay que sacarles
despacio
con palabras
en gajos

pero el frío no siempre
lo sé porque esa noche en aldea epulef
dormíamos apenas
alrededor de nuestro corazón al descampado
eufemia descansaba el purrún del camaruco
y la noche confundió su pelo corto con el pasto

era la madrugada y eufemia despertó
con la helada en el pelo
y el frío esa vez tenía la boca
y se reía con nosotras
se está poniendo viejo el frío nos decían

las mujeres aprendemos
tarde
que hay un tiempo en la vida
en que hasta sin intención
vamos dejando una huella de incendio
por el barrio
ni sé por qué la perdemos
y esa tarde yo precisaba
medias de lana cruda para cruzar las calles

en las ciudades el frío
nos raspa las escamas
punza en la nuca
se vuelve más prolijo
en eso andaba y a la noche
había un hombre en mi cama
o era un niño o un muchacho
yo no quería respirar muy fuerte

tiene las manos abrigadas este hombre
entonces por qué me fui
para ver si salía a buscarme o me dejaba
a que los esqueletos de pájaros
se incrusten en mi cara

como el eco del silencio seré
si no me encuentra

por hacerme la linda

encima me da abismo
este frío
de azul sangre



sábado, 13 de enero de 2018

Sobre el dolor de otro (por William Blake)


¿Puedo observar el dolor de alguien
sin sentir con él tristeza?
¿Puedo contemplar el pesar de alguien
sin intentar aliviarlo?

¿Puedo mirar la lágrima derramada
sin compartir el dolor?
¿Puede un padre ver llorar a su hijo
sin someterse a la pena?

¿Puede una madre escuchar indiferente
el lamento de un recién nacido, el temor de un niño?
¡No, no! ¡Imposible!
Eso jamás será posible.

¿Puede aquél que a todo sonríe
oír los gemidos del ave?
¿Escuchar a sus pequeños pesarosos y necesitados?
¿Escuchar el llanto de los nacidos sufrientes


sin sentarse junto al nido

rociando de piedad sus pechos?
¿Sin sentarse junto a la cuna
vertiendo llanto sobre las lágrimas del niño?

¿Y no pasarse día y noche
secando nuestras lágrimas?
Oh, no, jamás será posible.

Nos reserva a todos su alegría;
se transforma en joven;
se transforma en hombre compasivo.
También él siente dolor.

Piensa que eres incapaz de exhalar un suspiro
sin que tu hacedor no esté a tu lado;
Piensa que no puedes llorar una lágrima
sin que tu hacedor no esté llorando.

Ah, él nos otorga la alegría
que destruye nuestras penas.
Hasta que nuestro dolor se vacíe,
junto a nosotros se lamentará.



viernes, 12 de enero de 2018

Un camión (por Saiz de Marco)



yo, para ser feliz, quiero un camión

ruedas y no cimientos

cada día un paisaje diferente

no soy de aquí ni soy de allá

baldosas corredizas

“de dónde eres” preguntan, y yo “de mi camión”

vecino sin país

del trasiego habitante

bares de carretera

áreas de servicio con guiso del lugar

fabes en Avilés

pulpo a feira en Sanxenxo

marmitako en Gernika

pipirrana en Baeza

contadme, camareros, vuestras vidas

cada una tan diversa de la otra

y narrada con un acento propio

siempre canciones nuevas en la radio


guitarra del mesón que hoy suenas jota

mañana petenera

rock and roll otro día

durmiendo en la cabina, bañado por la luna

o en un motel distinto cada noche

mi dulce hogar marchante atravesando

puertos de montaña

pirenaicas laderas

desfiladeros

valles

llanuras de la Mancha

faldas del Mulhacén

otro día la costa bordear

Cadaqués, Aguadulce, Finisterre, Zarautz

con olas salpicando los neumáticos

cerca del mar porque no nací en el Mediterráneo

gálibos, puentes, túneles

Ebro, Guadalquivir


Sevilla, Zaragoza

olivos, girasoles, alcornoques, chumberas

sierras, desiertos, bosques

y eso sin contar los portes trasnacionales

autopista de El Cairo

travesía de los Alpes

ruta del Himalaya

las carreteras nacen unas de otras

no acaban en un punto

las alfombras de asfalto no se retiran nunca

y en fin por todo eso

yo para ser feliz

de metal o de carne creo que quiero un camión



jueves, 11 de enero de 2018

Pero por la cabeza le rondan... (por Wislawa Szymborska)


Le dio por la felicidad,
le dio por la verdad,
le dio por la eternidad,
¡miradlo!

Apenas distinguió entre realidad y sueño,
apenas comprendió que él era él,
apenas chapuceó con su mano nacida de una aleta
una piedra de lumbre y una nave espacial,
capaz de ahogarse en una cucharada de océano,
poco gracioso incluso para la vacuidad,
sólo ve con sus ojos,
sólo oye con sus oídos,
su gran logro lingüístico es el condicional,
usa su razón para increpar a la razón,
en una palabra: es un cero a la izquierda,
pero por la cabeza le rondan la libertad, la omnisciencia y el ser
fuera de la carne torpe,
¡miradlo!

Porque parece existir,
haber llegado a ser de verdad
bajo una de las estrellas provincianas.
Vivaz y bastante movedizo a su manera.
Pese a ser un bastardo de un cristal
está harto estupefacto.
Pese a haber vivido una infancia difícil
entre las necesidades de la manada,
no está mal individualizado. ¡Miradlo!

¡Adelante, aun por un instante,
por un abrir y cerrar de una pequeña galaxia.
Que por fin se vea a grandes rasgos
quién será, dado que existe.
Porque es tenaz.
Muy tenaz, a decir verdad.
Con ese aro en la nariz, con esa toga, con ese jersey.
En fin, es una monada.
Pobrecito.
Todo un hombre.


miércoles, 10 de enero de 2018

Cuando digo "esto es real" (por Fernando Pessoa)


Esté lo que esté en el centro del Mundo,
me dio el mundo exterior como ejemplo de Realidad,
y cuando digo «esto es real», aun de un sentimiento,
lo veo sin querer en un espacio cualquiera exterior,
lo veo con una visión cualquiera fuera y ajeno a mí.

Ser real quiere decir no estar dentro de mí.
De mi persona de dentro no tengo noción de realidad.
Sé que el mundo existe, pero no sé si existo.
Estoy más seguro de la existencia de mi casa blanca
que de la existencia interior del dueño de la casa blanca.
Creo más en mi cuerpo que en mi alma,
porque mi cuerpo se presenta en medio de la realidad.
Y puede ser visto por otros,
puede tocar a otros,
puede sentarse y estar de pie;
pero mi alma sólo puede ser definida en términos de fuera.
Existe para mí -en los momentos en que juzgo que efectivamente existe-
por un préstamo de la realidad exterior del Mundo.


martes, 9 de enero de 2018

Es mejor sin palabras (por César Simón)


Aquella estación. La veo.
Oigo el silbo del tren.

Me voy. Está lloviendo. Estoy sentado,
tarde grande de mayo, dolorosas
punzadas.
Lluvias.
Tú, amor mío.
¿Qué importa?
La tierra está muy seca.
Es mejor sin palabras, que así sea
todo, que así se caiga
todo.

Pero aquella estación...
Y aquel azul...

Cómo se va hacia dentro
la verdad, oh noche
perdida, circulando,
silbando como el tren
encendido.



lunes, 8 de enero de 2018

La más feliz (por Lawrence Ferlinghetti)


podría decir que quizá ella era más feliz
que todos
esa vieja solitaria del chal
en el tren de vagones naranja
con el pequeño pájaro manso
en su pañuelo
al que le canturreaba
todo el tiempo
mia mascotta
mia mascotta
y ni uno de los excursionistas de domingo
con sus botellas y sus canastas
le ponía atención
y el vagón
chirriaba a través de los maizales
tan despacio que
las mariposas
entraban y salían



domingo, 7 de enero de 2018

A tus orillas (por José Ángel Valente)


No quiero más que estar sobre tu cuerpo

como lagarto al sol los días de tristeza.


Se disuelve en el aire el llanto roto,

al pie de las estatuas

recupera la hiedra

y tu mano me busca

por la piel de tu vientre

donde duermo extendido.


El pensamiento melancólico

se tiende, cuerpo, a tus orillas,

bajo el temblor del párpado, el delgado

fluir de las arterias,

la duración nocturna del latido,

la luminosa latitud del vientre,

a tu costado, cuerpo, a tus orillas,

como animal que vuelve a sus orígenes.


sábado, 6 de enero de 2018

Es a ti a quien canto (por Marina Tsvietáieva)


¡Hágase la luz! – y un día nebuloso
cayó como un manto sobre el agua yerma.
Con una medio sonrisa miró la Tierra:
¡Hágase la noche! – dijo entonces el otro.

Y volviendo el rostro ensimismado,
siguió su camino más allá de las nubes.
Padre de la noche, es a ti a quien canto,
por sacarnos a ella y a mí de la nada.


viernes, 5 de enero de 2018

En el vergel viscoso de un instante (por César Simón)


Avena diste, nubes.
Diste el silencio de la tierra,
la densa pulsación de un vino
que lamía la carne. Diste el ocre
ribazo que alimenta
esas brozas.

Sabíamos de las piedras
-de noche allí se posan los mochuelos-,
las diferentes copas y los modos
de estar, de ser ásperos, duros,
el olivo, el almendro, el algarrobo.

Para nosotros era el tiempo raudo,
más difícil la llama de la sangre;
pues yo creía ver
en el tostado rosa de la piel
los puntos
de arena aún,
la sal ya seca en finos
encajes, en el pelo aún mojado
de aquella agua del mar que en él olía;
yo allí creía ver algo más hondo
que un fácil cuerno de abundancia.

Oh ribazo clemente, entonces vino
tu cuerpo, vino tu sustancia,
tu hondura, tu volteo
en la luz, en las nubes y la broza.
Vino entonces el acto de las ropas,
tosco, el tanteo de los frutos
que a las manos prendían en sus cepos.
Y nosotros sabíamos, no obstante.
que estábamos perdidos,
hundidos en la tibia madriguera,
en el vergel viscoso de un instante.

Allí, prietos, como un canto rodado
en el lecho del río; allí, entregados,
mas sin perder la aguja que te punza
la frente. Y, por eso mismo,
serios, humanos, con la vida cierta,
verdadera, en sus límites tenaces.
Aquí había de ser la salvación
o no sería nunca.

No, no lo sería.
Así había que ser, amargos
como el baladre en medio de la rambla;
ásperos, duros, como la carrasca;
simples, intensos, sin quererlo ser ,
como el tomillo; sabedores mudos,
como la roca, como el cielo raso,
que allí están y allí insisten y allí esperan.


jueves, 4 de enero de 2018

Y pienso que quizá nunca (por John Keats)


Cuando tengo miedo de dejar de existir
antes de que mi pluma haya vaciado del todo mi cerebro,
antes de que libros apilados, en orden perfecto,
preserven como cosechas el grano ya maduro;
cuando contemplo, en el rostro estrellado de la noche,
enormes símbolos nublados de un romance más alto,
y pienso que quizá nunca viva para rastrear
sus sombras con la mágica mano del azar;
y cuando siento, bella criatura de una hora,
que nunca más volveré a mirarte,
que nunca disfrutaré el poder etéreo del amor irreflexivo,
entonces, a orillas del extenso mundo me quedo solo,
y pienso que hasta la fama y el amor se hunden en la nada.



miércoles, 3 de enero de 2018

Qué dirá mi vecino (por Federico Díaz-Granados)


Oigo el sollozo del vecino
sus canciones delatan
su tristeza o su rencor.
Escucho su tos y el agua hirviendo
y sus diarias costumbres de sintonizar las noticias a la misma hora.
Qué dirá mi vecino del rock desafinado que sale de mi
dulzaina
de mis malos modales en la mesa
de mis brindis solitarios y del romper tantos papeles en la noche.
Él sabe qué palpita a este lado de la pared
mientras yo intuyo que nos parecemos mucho
porque canta destemplado y también llora
y sus ventanas se empañan en las noches.



martes, 2 de enero de 2018

Las lentes son siempre inadecuadas (por Ana Blandiana)


Un mundo del que entiendo tan poco:
las palabras me envuelven
de niebla y nubes-
en contadas ocasiones algún lucero
con los bordes deshechos
intenta introducir un rayo de sentido.
Todo se encuentra
demasiado lejos,
cuando no demasiado cerca,
las lentes son siempre inadecuadas,
las formas no figurativas,
sin sabor, ni olor,
sólo los dedos perdidos
sobre la áspera superficie
del universo.



lunes, 1 de enero de 2018

No sabría decir nada (por Adam Zagajewski)


Acerca de mi madre no sabría decir nada,
cómo repetía vas a lamentarlo
cuando ya no esté, y yo no creía
ni en ya ni en no esté,
cómo me gustaba mirarla leyendo una novela de moda,
yendo directamente al último capítulo,
cómo en la cocina, donde pensaba que no era un lugar
adecuado para mí, preparaba el café del domingo,
o, lo que era aún peor, un filete de bacalao,
cómo esperaba a que llegaran los invitados y se miraba
al espejo, haciendo aquella cara que la protegía tan bien
de mirarse cómo era realmente (por lo que parece, eso
lo cogí de ella, igual que otras debilidades),
cómo hablaba con soltura de las cosas
que no eran su fuerte, y cómo tontamente
la hacía rabiar, como aquel día que se comparó
con Beethoven, al perder el oído,
y yo le dije, cruel, pero sabes, él
tenía talento, y cómo me lo perdonaba todo
y cómo lo recuerdo todo, y cómo volé de Houston
a su entierro y no supe decir nada.
Y sigo sin saberlo.