zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Pequeño testamento (por Miguel D´ Ors)


Os dejo el río Almofrey, dormido entre zarzas con mirlos,

las hayas de Zuriza, el azul guaraní de las orquídeas,

los rinocerontes, que son como carros de combate,

los flamencos como claves de sol de la corriente,

las avispas, esos tigres condensados,

las fresas vagabundas, los farallones de Maine, el Annapurna,

las cataratas del Niágara con su pose de rubia platino,

los edelweiss prohibidos de Ordesa, las hormigas minuciosas,

la Vía Láctea y los ruyseñores conplidos.


Os dejo las autopistas

que exhalan el verano en la hora despoblada de la siesta,

el Cántico espiritual, los goles de Pelé,

la catedral de Chartres y los trigos ojivales,

los aleluya de oro de los Uffizi,

el Taj Mahal temblando en un estanque,

los autobuses que se bambolean en Sao Paulo y en Mombasa

con racimos de negros y animales felices.


Todo para vosotros, hijos míos.

Suerte de haber tenido un padre rico.

martes, 29 de septiembre de 2015

Reflejarse (por Roberto Juarroz)

Digo palabras frente al espejo.

Unas veces se fugan por el aire.
Otras veces duplican el espejo
y encuentro dos espejos mirándose.
Pero algunas veces
las palabras entran en el espejo.

Las palabras no han aprendido a reflejarse
porque reflejarse es mantenerse afuera.

El reflejo es el comienzo de la pérdida.


lunes, 28 de septiembre de 2015

Mi vida flotaba (por Pedro Xavier Solís)

Y yo me dije: “Haré a Dios conforme a mi semejanza”.
Y me puse en el centro para hacerlo a mi manera.
Pero yo era un gran vacío;
mi vida flotaba sobre la haz del abismo.
Y vi que yo era noche y que era noche para otros.
Y dije yo: “Haya luz”. Pero no se apartó la oscuridad.
Ni amaneció el día primero. Y sin pertrechos
–en medio de la nada– vi que mi caducidad era eterna.


domingo, 27 de septiembre de 2015

Un espacio en el aire (por Roberto Appratto)


Esos momentos en los cuales no vacilo,
cuando la noche, en pleno descenso,
abre un espacio en el aire
delante de mí. Los sonidos
en presente puro,
disponibles.
Llego y me instalo para pedir un café:
no vacilo. Este es el arte
de mantenerse solo,
como sobre una cuerda en su máximo
estado de tensión. Mientras tanto
miro al vacío y silbo: la melodía, breve,
intempestiva,
proyecta el cuerpo hacia fuera;
el sentimiento canta para mí,
estoy bien. El dominio sobre el lugar
es el dominio sobre el tiempo,
de un modo que el mozo parece comprender
sin esfuerzo. Si un aire de legítima tristeza
corta mi respiración un instante,
no es nada: la presión que la realidad ejerce sobre nosotros
es siempre variable, y es esto
lo que tengo para dar esta noche; ese
es el presente que un segundo café
retiene junto a mí,
más denso y más
iluminado.


sábado, 26 de septiembre de 2015

En esa hora (por Alvin Pang)


Ese día la marea se dará la vuelta

y suavemente pondrá su cabeza coronada

a descansar en las mejillas de la orilla.


El árbol del yambo derramará

hojas húmedas, para devolver a la tierra

su deuda en lágrimas.


Cada nube se colocará

en su lugar elegido. Incluso el sol

comprenderá su audacia.


Tanto tiempo he escuchado la llamada

de las montañas en su soledad.

La sed del río que se dirige al océano.


Sé que los años se quedaron atrapados

en ti, como si fueran pájaros, sus alas

el aleteo de tu propio corazón.


En esa hora, liberaré con el mío

la tristeza de tu cuerpo,

y haré que sea el sonido del candado

al abrirse de golpe.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Oh risa (por Annie Leclerc)

Yo le decía a mi hermana,
o ella me decía,
ven, ¿jugamos a reír?
Nos acostábamos una junto a la otra en la cama
y empezábamos.
Para hacer como que hacíamos, por supuesto.

Risas forzadas.
Risas ridículas.
Risas tan ridículas que nos hacían reír.
Entonces venía, sí, la verdadera risa,
la risa entera a arrastrarnos en su rompiente inmensa.
Risas estalladas, proseguidas, atropelladas, desencadenadas,
risas magníficas, suntuosas y locas...
y reíamos al infinito de la risa de nuestras risas...
Oh risa, risa del goce, goce de la risa;

reírse es de una manera tan profunda vivir


jueves, 24 de septiembre de 2015

¿A paso de cangrejo?


zUmO dE pOeSíA rechaza las fronteras. 


zUmO dE pOeSíA rechaza las banderas. 

zUmO dE pOeSíA está por la desfronterización del mundo. 

zUmO dE pOeSíA defiende la existencia de una única organización política y democrática a escala planetaria. Una Humanidad = un Estado. (Lo que, por cierto, es plenamente compatible con el respeto y la pasión que sentimos por todas las lenguas y culturas del mundo.)

Desde esta premisa, creemos que la decisión de erigir una nueva frontera en Europa sería un desalentador e insolidario paso en la dirección incorrecta. Un retroceso. 

Por ello zUmO dE pOeSíA invita a no apoyar, en las próximas elecciones para el Parlament de Catalunya del 27 septiembre 2015, aquellas opciones que postulan una nueva fragmentación y fronterización territorial.


Página en construcción (por Luis Bagué)


Perdimos otra vez el equipaje.

Las maletas aprenden
a viajar sin nosotros, a buscarnos
nombres y domicilios.

El paisaje no envidia la verticalidad
ni justifica el vuelo,
la ráfaga incesante
de nubes de mosquitos
cuya danza se enciende
con los cambios de luz.
La simetría
distribuye el desorden
proporcional de calles y mercados,
bicicletas y templos y jardines
y un largo polisíndeton que en vano
trata de coordinar
la insubordinación de la mirada.

El espacio horizontal se extiende,
crece,
se dilata en la anchura del tiempo
donde la lentitud
avanza a 20 megas por segundo
entre los cables del tendido eléctrico,
las latas oxidadas y los puestos
que ofertan
el monzón de la vida en las ventanas.

Las líneas no se cruzan. Nada
es perpendicular. El cielo finge
que este suelo ya no le pertenece
—página en construcción, disculpen
las molestias—.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Irse cayendo (por Jotaele Andrade)


mientras cepillaba mis últimos dientes
y muelas

la podredumbre de las caries y de los besos muertos
y las palabras
de amor que no diré nunca
y las otras
enraizadas a lo indecible

y la noche afuera era un niño
frío
y caído entre las cosas

un cabello sobresalía
colgado de otro cabello

es lenta la calvicie
me dije

y lento
irse cayendo
entre muelas
cabellos
fatigas
cotidianidades

tomé la hebra
frágil
quebradiza

qué modo de irse despojando
de uno
pensé

mientras la dejaba caer sobre la blancura del lavabo

fue bajando con una velocidad
asombrosa
hacia el mármol

una hebra negra y curvada sobre sí misma
cayendo verticalmente
una parte de mí yéndose a estrellar

cayendo
como un bólido
hacia un blanco estruendoso

y deteniéndose
de un modo abrupto
a unos milímetros del lavabo

podría referir
las conjeturas
la búsqueda de razones para semejante espectáculo

pero mi corazón gozaba
de ver
aquel cabello
flotando
como si hilos invisibles
lo sostuvieran

oh misterio
oh dicha de estos oscuros sucesos

para que el poeta diga que en toda catástrofe hay un milagro

martes, 22 de septiembre de 2015

La cara que me mira (por Jorge Luis Borges)

No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo;
no sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.

Lento en mi sombra, con la mano exploro
mis invisibles rasgos. Un destello
me alcanza. He vislumbrado tu cabello
que es de ceniza o es aún de oro.

Repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas.
El consuelo es de Milton y es valiente,

pero pienso en las letras y en las rosas.
Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.


lunes, 21 de septiembre de 2015

Todavía no (por Tom Kristensen)


La hierba se me hace raramente alta,
tumbado con la nariz pegada a la tierra.
Si me doblo hacia abajo hasta donde puedo,
mi mundo se hace enorme.

Bajo los verdes portales puntiagudos
me detengo. Aquí me quedaré.
No me atrevo a perderme en la oscuridad brillante.
No me atrevo a perderme entre las briznas.

Dentro de los vestíbulos alboreantes de las briznas
hay una voz que se despierta y llama
en un ascendente: ¿vienes, vienes ahora,
vienes, vienes, vienes ahora,
ahora tú?

Y como respuesta
dentro de mí suena,
sorprendente, una voz clara como la de un niño:
¡No, todavía no! ¡No, todavía no!
Pero cuando haya pasado mi locura,
cuando mis sueños de grandeza hayan pasado,
entonces iré, entonces iré,
seré entonces pequeño y lo bastante feliz.


domingo, 20 de septiembre de 2015

En ese ojo que le mira (por Luis Suñén)


Aquello que hoy recuerdas está escrito
en alguna parte. Y aparecen las
cosas de entonces, el sol tan alto,
ese campo sin fin por el que sube un niño,
‘No voy a ser nada de lo que piensas’,
dice, y aquel que le lleva de la mano
no lo entiende, sólo sabe
lo que ha visto.
‘No renuncies a tu secreto’, escucha
y ve la soledad
en ese ojo que le mira
mientras pasan las cosas y vuelan los pájaros.
Ahí es donde empieza la historia
del que busca entre la sombra un nombre,
ese que le dieron y no encuentra
ni en los otros ni en el aire.
Vendrán los días
y le darán muy pronto un cuerpo suyo,
puro saberse así, de un modo hecho
a la verdad que, oculta en tanta luz,
no espera todavía ese final:
‘Desgarrada la nube; el arco iris . . .

sábado, 19 de septiembre de 2015

Ni tiene nunca por qué saber (por Juan Manuel Inchauspe)


Un prolongado ulular me despertó durante la noche.
Tuve una visión fugaz de luces rojas y amarillas, intermitentes.

Con los ojos recién abiertos en la oscuridad
escuché el sonido giratorio por las calles desiertas.
Instintivamente estiré mi mano por entre las varillas
y palpé el cuerpo de mi pequeño hijo:
suave, cálido,
pacificado como un animalito.

Él no sabe nada de estas cosas.
No sabe nada del sueño cortado
en la fría madrugada.
Ni tiene nunca tampoco por qué saber
cómo brotan del sueño estas visiones;
cómo giran, intermitentes, en la memoria,
y flotan con sus ojos de vidrio alrededor del corazón.

viernes, 18 de septiembre de 2015

De río desbordado (por José Manuel Benítez)


Ahora pulsa el canalón

y la nota metálica percute

en algún olvidado sentimiento de culpa.


Tan sólo yo la oigo.


Avanzo un paso más y me sorprende

un rumor de corriente subterránea.


(Una mano rasando un arpa.)


Y luego soy yo mismo el instrumento,

y suenan en mi espalda las notas en sordina

de un pizzicato tenue,

mientras la calle entera alza su canto unánime de río desbordado.


Me he cruzado con hombres embozados

que venían, quizá, de apalear a un mendigo

o de robar un banco.


A esa mujer la tela de la falda

se le ciñe a los muslos

como los pliegues de una túnica

al cuerpo de una estatua.


Mi deseo resbala entre las piernas.

La ciudad se deshace.

Como ropa mojada

pesan sus injusticias sobre mí.


Suena un redoble de tambor.

Y no me canso de escucharte,

ensimismada multiinstrumentista,

lluvia.

jueves, 17 de septiembre de 2015

De tu puerta inservible (por Liu Changqing)


A lo largo del camino
recubierto de musgo,
en dirección a tu cabaña,
descubro tus huellas.
Blancas nubes yacen ocultas
sobre tu isla silenciosa.
Olorosas hierbas crecen
hasta la altura
de tu puerta inservible.
Un chubasco pasajero
descubre el color
de los pinos.
Vagando por los cerros
encontré el nacimiento
de un arroyo.
Arroyo, flores, meditación:
todo es uno y no siento
necesidad de hablar.


miércoles, 16 de septiembre de 2015

Irse a pique (por Herman Melville)


He visto una nave de construcción marcial

(estandartes enarbolados, temeroso aparejo)

timonear por mera locura hacia un impasible témpano,

y luego, sin demora, su fatua robustez irse a pique.

El impacto partía bloques enormes de hielo por el aire,

que iban a dar a la cubierta de modo tétrico,

pues esa sola avalancha fue todo

para hacer zozobrar la nave de súbito.


A lo largo de las espuelas pálidas del hielo

ni un madero ni una frágil traza de la nave.

El imponente prisma de verde hielo no siente el topetazo.

Ni un ornamento ni un vestigio queda,

ni las gotas pendiendo de las grutas se inquietan

cuando la nave se va a pique.

Ni siquiera las gaviotas como una nube rondan,

un pico alejado, ni otras aves que descendían,

ni las playas de cristal se conmueven.

Tampoco el menor estremecimiento bulle

como para que bruscas agujas de hielo se levanten

cuando los mástiles colapsan entre olas

e inconmovible el bloque se mantiene en su sitio.

Ni las focas amodorradas en los escurridizos y brillantes flancos

resbalaron desde pesadas placas

disparadas a ambos lados de la nave.

La impetuosa nave que en vana resistencia sucumbe.


Inquebrantable el témpano parece, tan vasto, tan frío.

Su mortal desánimo lo ensombrece;

y sin embargo le hace exhalar su insano aliento

disolviéndose a la deriva y destinado a estar muerto.

El témpano, pesado y torpe, que holgazanea y pierde el tiempo

invade el barco con lamentos y lo hunde.

Lo hace resonar en la profundidad abisal

sin perturbar demasiado al cieno

y a la viscosa caracola, que se revuelven

junto a la exámine indiferencia de sus flancos.

martes, 15 de septiembre de 2015

Tren detenido (por Vicente Huidobro)


El villorio
un tren detenido sobre el llano

En cada charco
duermen estrellas sordas

y el agua tiembla
cortinaje al viento

la noche cuelga en la arboleda

En el campanario florecido

una gotera viva
desangra las estrellas

De cuando en cuando
las horas maduras

caen sobre la vida


lunes, 14 de septiembre de 2015

Contra "El toro de la Vega"

TORDESILLAS, LA GRAN VERGÜENZA

Mañana 15 de septiembre de 2015 tendrá lugar en la ciudad de Tordesillas (Valladolid, España) un macabro “espectáculo” consistente en perseguir a un toro por personas montadas a caballo y alancear al animal hasta matarlo entre todos.

La mayoría de la gente come carne, y por tanto admite la muerte de animales para alimentar a los humanos. Ahora bien, a estas alturas del siglo XXI la Humanidad debería haber decidido que, existiendo medios para causar la muerte animal de forma indolora, no es lícito ni admisible matar animales de modo doloroso y cruel.

A algunas personas esto último les da igual, y es más, están incluso dispuestas a participar en tan bochornosa “fiesta”. Tal es el caso de la corporación municipal de Tordesillas, que ha autorizado –un año más- ese aquelarre de salvajismo. (Sin embargo, aún está a tiempo de evitarlo.)

Desde ZuMo De PoEsÍa expresamos nuestro rechazo, incluso nuestra repugnancia, a este ignominioso acto y a las personas que, directa o indirectamente, contribuyan a su realización.    

Los impodidos (por Saiz de Marco)


Lo que pudo ser y no fue
hoy desde el horizonte me pregunta

¿Por qué no soy?,
¿por qué no pude ser?


Desde lo lejano me interpelan
ellos: los impedidos,
los impodidos (pero no imposibles).

Desde el mar y entre la neblina
inquieren,
claman
(tampoco ellos lo saben)

¿Qué nos hizo no ser?,
¿qué nos impudo?


Las cosas y los hechos que no fueron
preguntan y no sé
qué contestarles.


domingo, 13 de septiembre de 2015

A nuestro lado dos sombras (por John Donne)


Mi amor, párate un poco, que una filosofía
de amor quiero leerte. En las tres horas
que desgranamos juntos paseando,
iban a nuestro lado dos sombras que nosotros producíamos.
Ahora el sol se cierne sobre nuestras cabezas;
avanzamos pisándonos las sombras;
y ya todas las cosas se concretan
en dura claridad.
Así mientras crecían nuestros amores niños,
los disfraces, las sombras fluían de nosotros
y de nuestro cuidado. Ahora ya no es lo mismo.

Aún no había llegado aquel amor
a su grado más alto. Por eso se ingeniaba
en celarse a la vista de los hombres.

Pero si nuestro amor no se sostiene
en puro mediodía, nuevas sombras
proyectaremos al opuesto lado.
Y mientras las primeras cegaban a los otros,
las que vengan después trabajarán
sobre nosotros mismos, cegando nuestros ojos.
Si nuestro amor desmaya, declina hacia el ocaso,
tú me disfrazarás
falsamente tus actos, yo los míos.
Las sombras mañaneras se esfumaron,
pero éstas de la tarde irán creciendo
a lo largo del día.
Pero, ¡ay!, el día del amor es corto
cuando el amor desmaya.
El amor es la luz siempre creciente,
o plena e inmutable.
Y su primer minuto
después del mediodía es ya la noche.

sábado, 12 de septiembre de 2015

La cita (por Alfonso Brezmes)


Es posible que no sepas
que ayer tomamos café juntos,
que estaba un poco amargo
(como a ti te gusta),
que hablamos de muchas cosas
(aunque no vinieses),
y que cuando el camarero
vino a traer la cuenta,
sólo nos cobró una consumición.
El muy idiota.


viernes, 11 de septiembre de 2015

Y mientras tanto suceden cosas (por Wislawa Szymborska)


Todavía duermo
y mientras tanto suceden cosas.
Blanquea la ventana,
la oscuridad se vuelve gris,
el cuarto se desprende del espacio turbio,
buscan en él apoyo, titubeantes, pálidas estelas.

Sucesivamente, sin prisa,
porque es una ceremonia,
amanecen las superficies del techo y las paredes,
se separan las formas,
una de otra,
el lado izquierdo del derecho.

Clarean las distancias entre los objetos,
pían los primeros destellos
en el vaso, el picaporte.
No sólo parece, sino que es plenamente
aquello que ayer fue movido,
lo que se ha caído al suelo,
lo que se encierra en los marcos.
Solamente los detalles
no se han hecho aún visibles.

Pero atención, atención, atención,
muchas cosas indican que regresan los colores
y hasta la más pequeña recuperará el suyo,
junto con el matiz de la sombra.

Muy rara vez me sorprende, y debería.
Suelo despertarme como testigo tardío,
cuando el milagro está ya hecho,
el día establecido
y lo alboreante magistralmente transformado en matinal.

jueves, 10 de septiembre de 2015

La luz del sol nos apuntaba (por Rafael Campo)

No es que a mí no me guste el hospital.
Esos ramos de flores, tan audaces.
Ese vaho de yodo. Los enfermos
absortos y genuinos en sus cuartos.
Mi amigo, el que se está muriendo, ha ido
conmigo a donde los pacientes fuman
con sus tanques de oxígeno a un costado:
un patio de esqueletos. Compartimos
un cigarrillo: una delicia corta,
demasiado. Tomé su mano y era
como asir un llavero. Fue bellísimo:
la luz del sol nos apuntaba, como
si importáramos algo. Merodeé
por un momento el hueco en sus costillas
que se abrió para mí, y junto al estruendo
del salto de su corazón, froté
mis ojos y me dije “estoy perdido”.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Por el balón (por Antonio Deltoro)


Entre la multitud que se agita como un bosque encantado,
libres del deber, por el gusto del pasto, en la delicia de ver rodar,
de sentir cómo nace del pie la precisión que en la vida normal le arrebató la mano,
estamos reunidos hoy en este campo donde no crece ni la cebada ni el trigo;
somos el coro que lamenta y que festeja,
el suspiro que acompaña al balón cuando pasa de largo y el grito entre las redes.
Nació la pelota con una piedra o con la vejiga hinchada de una presa abatida.
No la inventó un anciano, ni una mujer, ni un niño:
la inventó la tribu en la celebración, en el descanso, en el claro del bosque.
Contra el hacer, contra la dictadura de la mano,
yo canto al pie emancipado por el balón y el césped,
al pie que se despierta de su servil letargo,
a la pierna artesana que vestida de gala va de fiesta,
al corazón del pie, a su cabeza, a su vuelo aliado de Mercurio,
a su naturaleza liberada del tubérculo:
a cada hueso de los dos pies, a sus diez dedos
que atrapan habilidades hace milenios olvidadas en las ramas de los árboles.
Yo canto a los pies que fatigados de trabajar las sierras llegaron al llano e inventaron el fútbol.

martes, 8 de septiembre de 2015

Por dentro (por Esteban Peicovich)

Un amoroso estudio radiográfico de mi mujer
permite comprobar que la naturaleza
contempló también su belleza interior.
Por ejemplo, esas teselas bizantinas
caídas por el tallo de su guitarra oculta.
Se le ve en su vestido más noche
la desnuda luciérnaga.
Hay ese breve recodo en su columna
y luego la protocolaria curva sonriente
sobre la que descansa el sistema
de su elegancia serenamente náutica.
Hay sus riñones, con ronroneo de Alhambra
y el arco dispensador de sus caderas,
un miriñaque obsceno
ofrecido hasta el fin.
Y hay la Vía Láctea en viaje intercostal
y una rosa que dice sí y no, desde un andamio.
También se muestra nítido el esternón
donde suele esperarme.
Estas son apenas las primeras imágenes
de la constelación de mi mujer por dentro.
Dar las de afuera escapa a las angulaciones
y compases de la astronomía.
Sólo se sabe que no tiene término
y que aun dormida ondula,
en pliegues invisibles,
como una buena luz.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Sin barandilla (por Mireia Calafell)


Tras cien peldaños sin barandilla

encontró por fin lo que buscaba:

la llave, y unos metros más allá, una puerta.

Viéndola de rodillas gritar al cielo

-¡ahora, ya lo entiendo, todo aquí recomienza!-

sé también que vosotros habríais llorado.

Y haríais lo mismo que yo, callado como yo,

ante las noches probando con la cerradura,

de boca seca y frío, ¡dejadme entrar!

Era inquietante atender al desconsuelo

de quien no ha entendido que el orden va al revés.

Tuve que marchar, que abandonarla.


¿Podéis por favor ir a por ella

y decirle que amar es primero la puerta,

tener la puerta abierta, y ya después

encontrar la llave que tendrá que abrir el vértigo

de cien escalones subidos sin barandilla?

domingo, 6 de septiembre de 2015

No te apartes (por Salvador Espriu)


Mira que pasas sin sabiduría

por el viejo camino transitado, tan sólo una vez,

y que la voz de súbito gritará

el secreto nombre que en ti lleva la muerte.

No volverás. Recuerda, no te apartes,

mientras caminas, de lo que es tan sencillo

de amar: este trigo y la casa,

la blanca señal de la barca en el mar,

el oro lento del invierno tendido en las viñas,

la sombra de un árbol sobre el ancho campo.

¡Oh, ama sobre todo la sagrada

vida del árbol y el rumor del viento

en las ramas que se alzan hacia la luz!

sábado, 5 de septiembre de 2015

No queda nada más ya que la escena (por Joan Margarit)


El escenario está junto a la playa

y frente a las terrazas de los bares.

El brillo de la luna va creciendo

como si fuese parte de la fiesta.

Salen unas siluetas: de repente,

nos golpea la música, una voz nos seduce

con la vulgaridad de la inocencia

y con sus rimas fáciles.

Los músicos, el mar, la playa, las terrazas,

todo está en el estuche de la noche

y, encima, la etiqueta de la luna.


Los bares han cerrado, y bajo el firmamento

no queda nada más ya que la escena,

hecha de viejas tablas,

y el nítido rumor de desesperación

que repiten las olas en la noche.

El mar reluce dentro de la sombra

como un caballo dentro de su establo.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Miran en el tiempo (por Antonio Machado)

Esta luz de Sevilla… Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho. —La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio—.
Mi padre, aún joven. Lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta;
va hacia la puerta del jardín. Pasea.
A veces habla solo, a veces canta.
Sus grandes ojos de mirar inquieto
ahora vagar parecen, sin objeto
donde puedan posar, en el vacío.
Ya escapan de su ayer a su mañana;
ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,
piadosamente mi cabeza cana.


jueves, 3 de septiembre de 2015

Mamíferos (por Jesús Lizano)


Yo veo mamíferos.
Mamíferos con nombres extrañísimos.
Han olvidado que son mamíferos
y se creen obispos, fontaneros,
lecheros, diputados. ¿Diputados?
Yo veo mamíferos.

Policías, médicos, conserjes,
profesores, sastres, cantautores.
¿Cantautores?
Yo veo mamíferos.

Alcaldes, camareros, oficinistas, aparejadores
¡Aparejadores!
¡Cómo puede creerse aparejador un mamífero!

Miembros, sí, miembros, se creen miembros
del comité central, del colegio oficial de médicos…,
académicos, reyes, coroneles.
Yo veo mamíferos.

Actrices, putas, asistentas, secretarias,
directoras, lesbianas, puericultoras.
La verdad, yo veo mamíferos.


Nadie ve mamíferos,
nadie, al parecer, recuerda que es mamífero.
¿Seré yo el último mamífero?

Demócratas, comunistas, ajedrecistas,
periodistas, soldados, campesinos.
Yo veo mamíferos.

Marqueses, ejecutivos, socios,
italianos, ingleses, catalanes.
¿Catalanes?
Yo veo mamíferos.

Cristianos, musulmanes, coptos,
inspectores, técnicos, benedictinos,
empresarios, cajeros, cosmonautas.
Yo veo mamíferos.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Con nuestra pobre luz (por Hugo Gola)


De cuánta inclinación

estamos hechos

de cuántos hilos

decaídos

y sin embargo

somos

otra sustancia

una piedra

quizás

o una legumbre

un alambre sonoro

pero no un hueco


Quiero abrazar

lentamente

el aire

palparlo

reconocer

su agudo crecimiento

quiero beber

la espuma

toda la espuma de los soles

y la tempestad

y todo ese viento

azul

que asume la mañana

y tocar mis piernas

recorrer su lento límite

pero sabiéndolas

simples

y útiles

e inacabables

como cualquier estrella

o mucho más


Estamos tan ciegos

estamos hechos

con una inclinación

y una plegaria

y sin embargo

somos tan enhiestos

como la hierba

tan hondos

como el agua

la piedra

o el canto del océano

que nunca acaba

ni declina


Estallamos de pronto

y sin saberlo

cuando la tarde

doblega su rostro

y temblamos

como si el sol muriera

para siempre

como si acabara

detrás de esa cortina

liviana

que teje el horizonte


Somos más que la hierba

y la plegaria

unidas

somos más que el cielo

infinitamente vacío

y desgarrado

y sin embargo

tenemos siempre el llanto

atado aquí

mientras las aves

renuevan su susurro

y los amaneceres

arrastran otra música


La tierra

no ganó lo que pensaba

se hizo más triste

con nuestra pobre luz

y comenzó a inclinarse

más allá de la pregunta

y a destilar

las últimas gotas

del sueño

a triturar los goces supremos

del aire

y la estación


Mas no alcanzó a saber

por qué la muerte

y el silencio

doblan la felpa tierna

de nuestras rodillas


No es el momento aún

Todo vendrá

sin embargo

con las nuevas legumbres

con los vinos sabrosos

de un verano

sin término


Todo vendrá

cuando los músculos

ensanchen el área de su luz

y las voces alcancen

la nueva esfera

que ya planea

detrás del horizonte

más allá de las estrellas

y de los surcos sangrantes

de estos días

martes, 1 de septiembre de 2015

Como un extranjero (por Ángel Ferrer)

Siento que no he vivido.
Miro hacia atrás
y solo veo que he vivido.
Escribo desde la no vida,
desde un silencio que no significa,
interesado por lo que no existe,
como un extranjero
llegado a otro lugar en el tiempo.
Distanciado y cercano,
vacío, con la experiencia llena.