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martes, 25 de junio de 2013

Y aún hoy (por Peter Handke)


Cuando el niño era niño
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera río,
que el río fuera torrente,
y este charco el mar.

Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
todo le parecía animado
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño,
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ningún hábito.
A menudo se sentaba en cuclillas,
de pronto echaba a correr,
tenía un remolino en el pelo
y nunca posaba para tomarle una foto.

Cuando el niño era niño,
era el tiempo de estas preguntas:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde acaba el espacio?
¿Es la vida bajo el sol tan sólo un sueño?
¿Es lo que veo y oigo y huelo,
sólo una ilusión de un mundo antes del mundo?
Vistas las acciones del Mal y de la gente,
¿existe realmente la maldad?
¿Cómo es posible que yo, que soy quien soy,
no haya sido antes de existir
y que algún día yo, que soy quien soy,
deje ya de ser quien soy?

Cuando el niño era niño,
le costaba tragar espinacas, guisantes, arroz con leche
y coliflor cocida,
y ahora come de todo, y no sólo por necesidad.

Cuando el niño era niño,
alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora lo hace una y otra vez.
Muchas personas, entonces, le parecían hermosas
y ahora solo unas pocas, y con suerte.

Había visto una imagen nítida del Paraíso
y ahora, como mucho, la intuye.
No podía pensar la Nada
y hoy se estremece ante ella.

Cuando el niño era niño,
jugaba con entusiasmo,
y ahora tiene la misma excitación que entonces,
pero sólo en lo que afecta a su trabajo.

Cuando el niño era niño,
le bastaba con comerse una manzana.... y pan,
y aún hoy es así.

Cuando el niño era niño,
las moras le llenaban la mano como sólo las moras lo hacen,
y aún hoy es así.
Las nueces verdes le ponían áspera la lengua,
y aún hoy es así.
Tenía, en cada cumbre,
el anhelo de un monte aún mas alto,
y en cada ciudad,
el anhelo de una ciudad mayor,
y aún hoy es así.
Alcanzaba las cerezas de las ramas altas,
con un ímpetu que todavía hoy tiene.
Era tímido ante los extraños,
y aún hoy lo sigue siendo.
Esperaba la primera nevada,
y aún hoy la sigue esperando.

Cuando el niño era niño,
tiró un bastón, como lanza, contra un árbol
y aún sigue allí vibrando.

5 comentarios:

Carlos Cay dijo...

Somos niños perpetuos y, al igual que la fruta, sólo maduramos con la muerte: cuando nos caemos del árbol.

casa de citas dijo...


El matrimonio es una gran institución, pero yo aún no estoy preparada para vivir en una institución.

(WEST)

Dimes Y Diretes dijo...


Lucho
el muro es alto
no puedo
empujarlo
tampoco saltarlo
escucho humildemente
lo que canta

al otro lado.

(ÁNGEL DARÍO)

Anónimo dijo...



Atrapada entre números, encadenada por convenciones sociales, sumida en una tormenta de nunca acabar. ¿Cuál es el punto de luchar por una causa que no me pertenece, que no me importa? Cierro los ojos, y todo está bien; cuando vuelvo a abrirlos, los veo alejarse, desaparecer entre una bruma que ni siquiera llego a acariciar. Y una vez más me pregunto, ¿cuál es el punto, cuándo mis sueños fallecieron uno tras otro, cuándo el cielo y el mar y el aire y el propio sol son negros, cuando más allá de la realidad no logro atisbar ni una mínima sombra qué de los anuncios de luz? Y no encuentro un lugar, y las noches se vuelven paz y los días una monotonía eterna, una obra teatral de mirar a la nada durante horas y esperar que la nada nos devuelva la mirada. Y si la lucha cansa, la recuperación agota los puños y los empaña de sudor, y si no hay un verdadero motivo para continuar dando una pelea que no es nuestra,
¿cuál es el punto?


http://andwhatcomesnext.blogspot.com.es

Fuego de palabras dijo...


La
verdad
existe
pero se desplaza. La
verdad por otra
parte no es un objeto
es una relación. Es como
un resplandor que se desplaza
sobre los objetos, sobre la geografía
sobre la columna vertebral
de las cosas.
Y es la relación de las hebras en
un tejido la que produce el resplandor.

(CLAUDIO BERTONI)