jueves, 19 de marzo de 2015
Y las manos aún torpes (por Juan Bello)
El andén por el que corría
-siglo pasado, pelo casi rubio,
manos torpes, claridad de cielo azafrán-,
el andén por el que corría
se diría que sigue siendo el mismo,
la memoria no ha trabajado demasiado.
Un tren huye despavorido, hacia el norte
o hacia el sur, da lo mismo,
me hace pensar en el verano interminable,
aunque sé que nada es interminable,
un puente sobre un río, poco más que eso.
Anuncian por megafonía algún destino,
el mar, una tarde antigua,
nostalgia alfombrada al volver a casa,
tu cuerpo se desnuda, la ropa a un lado,
desocupada, luz de una lámpara,
y las manos aún torpes,
las manos siempre torpes.
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4 comentarios:
Los viajes nocturnos en coche-cama de los raudos ferrocarriles imperiales tienen estas atmósferas torpes y calientes, de muslos nerviosos y rodillas plegadas que tantean la malla metálica de los altos catres ferroviarios.
Si no me lo hubieras dado
no me quejara de ti,
pero una vez dado sí
por habérmelo quitado.
El gorrión siente lástima del pavo real, tan cargado de su cola.
(TAGORE)
Eres como la nieve,
morena mía.
No lo digo por blanca,
sino por fría.
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