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martes, 26 de febrero de 2019

Cuando llueve así (por Claudia Masin)


¿Viste cómo llueve?
Llovió así toda la noche
y a cada cierto tiempo yo te hablaba, estuvieras donde estuvieras,
aunque fuera en el extremo más inalcanzable
de la tierra. Cuando llueve así, toda la noche, te decía
pareciera que el mundo fuera a desprenderse de su eje,
pero la sorpresa más inmensa es que el vendaval termina
y todo permanece como estaba, apenas un poco de desorden
que lentamente se transforma en armonía.

Desde niños, vivimos sobreviviendo a catástrofes como ésa,
a los efectos de lo que tendría que haber pasado y no pasó:
que la casa se inunde y nuestras cosas se pierdan
arrastradas por la marea sucia, entre piedras y palos
y restos de animales, un desperdicio más lo que hasta entonces
ha sido nuestra historia, los objetos
que confirman que somos seres físicos y no un soplo
filtrándose desde afuera de esa vida brutal de la materia
que no se detiene jamás para incluirnos.

¿Soñaste alguna vez,
cuando llega la violencia del aguacero,
con que el río se salga de su cauce para siempre y nos empuje,
soñaste con la noche en que el rayo finalmente nos alcance,
descalzos bajo la luz, como esperando saber algo
que sólo el impacto de una fuerza sobre el cuerpo
podría revelarnos?

Pero el rayo no cae, no cayó
y al día siguiente todo sigue a salvo en el mismo lugar.
Ese es el mayor desastre que conozco: haber estado al borde,
una noche, de que nos fuera concedida una verdad
extraordinaria, y al amanecer darnos cuenta
de que somos los mismos y no sabemos nada.



3 comentarios:

Pentapolín del Arremangado Brazo dijo...


¡Qué pena que haya escampao...!
¡Con lo que me gusta el ruido
de la lluvia en el tejao!

Isidoro Capdepón dijo...

Abrir un paraguas es disparar contra la lluvia

(GÓMEZ DE LA SERNA, greguería)

Fuego de palabras dijo...

Toda la casa está llena de ausencia
La telaraña del recuerdo
pende de todos los techos.
En la urna de las vitrinas
están presos los ruiseñores del silencio.
Hay preludios dormidos
que esperan la hora del regreso.
El polvo de la sombra
se pega a los vestidos de los muros.
En el reloj parado
se suicidaron los minutos.

(LÓPEZ PARRA)